Drama Queen

Capítulo 46: Día de acción de aceptar

Capítulo 46: Día de acción de aceptar

Casi todos corrieron hacia el comedor, ya sea para conseguir lugar en la mesa de jóvenes, lejos de las aburridas conversaciones de los adultos, o para conseguir los mejores platos de comida antes de que los demás vacíen las fuentes de abundante comida que mi madre había preparado. Parecía no caber nada más en la repleta mesa cuando mi madre trajo el pavo relleno más grande y apetitoso del mundo, recibiendo aplausos y vitoreos mientras lo posicionaba en una punta de la mesa.

La mujer se puso de pie y aclaró su garganta para llamar la atención de todo el mundo. Luego de unas palabras agradeciendo a los invitados, a mis amigos y a Nick por haber venido a pasar las fiestas en casa, le entregó a papá el cuchillo eléctrico y empezó a trocear la comida. En cuestión de minutos, todo el mundo tenía en su plato un trozo del pavo y procedía a llenar el mismo con todo tipo de salsas y ensaladas.

Puedo jurar que nunca vi a Patrick comer tanto como este día, e incluso al final del almuerzo tuvo que desabrocharse el cinturón por que le ajustaba en el estómago.

—¡No se llenen aún que queda mucho que comer! —elevó la voz mi madre al ver a mi primo Stanley devorar una pata del pavo como si fuese el último en la tierra— No tienen ni idea de cuanta comida he preparado.

Patrick se frotó la barriga ante el comentario de mi madre y sabía que estaba comenzando a saborearla desde ahora, aunque eso no evitó que comiese todo lo que había a su alcance. Freddie era el único que parecía más educado, y eso sólo por que mi tío Cooper estaba hablándole sobre un nuevo proyecto de informática que "cambiará la vida como la conocemos", a lo cual el castaño lo observaba embelesado.

—Sentiría vergüenza por ustedes —les dije, inclinándome hacia delante para agarrar un bol de papas y ensalada—, si no fuese por que todos están actuando como simios en esta mesa.

—Uno creería que la gente como ustedes tenía más clase. —inquirió Johnny divertido, y el comentario llegó hasta el tío Cooper, quien dejó escapar una gran risotada.

—Si por algo nos caracterizamos los Evergreen, muchacho, es por tener los estómagos siempre llenos. —dijo palmeando su estómago tal como Patrick hizo anteriormente y su mujer, Christine, lo codeó para regañarlo poco disimuladamente.

—No esperaba que tu familia fuese así —me comentó Nick, quien estaba llenando su plato de algo parecido a pato confitado, sentado a mi lado—, pero debo admitir que son bastante geniales.

—Mi familia no es para nada convencional, Rogers.

—Si, son asquerosamente ricos pero no son unos estirados. —se encogió de hombros Summer y la pateé debajo de la mesa.

—Nadie es asquerosamente rico aquí, Sparkie.

—Pues... tú lo eres. Y Johnny también.

—Oh, claro que no. Jamás podremos igualar a Rudolf y Sybill —negué con la cabeza, y Johnny explotó en carcajadas al recordar la cena en casa de sus padres. Nick me miró confundido, así que volví a contar esa anécdota una vez más atrapando la atención de casi todos los presentes—. Fue hace unos dos años atrás, Johnny nos invitó a pasar Día de Acción de Gracias en California junto a sus padres. Luego del abundante almuerzo, todo el mundo estaba demasiado lleno como para salir de sus habitaciones para la cena, a excepción de Johnny y yo, quienes acompañamos a sus padres a la comida.

—Mi madre había estado insoportable todo el día —prosiguió el rubio—, mucho más de lo usual, y se la pasaba dando órdenes al personal e incluso a mi padre delante de las visitas. Ellos son... algo complicados de llevar. Adoran hacer alarde de su estatus social y económico, o de mi posición en el equipo de fútbol, y por algún motivo odiaron a Scarlett desde el momento en que pisó el suelo de la casa.

Lo recordaba como si fuese ahora mismo. Era una enorme mesa de caoba en la que estaban sentados ellos dos en un extremo y nosotros dos en la otra, lo que volvía la situación un tanto ridícula. Sybill —la madre de Johnny—, había estado regañando recientemente a su marido en la cena por pedir que le pase los "frijoles" en lugar de decir "legumbres". Entonces, la mujer comenzó a centrar su atención en mí:

—Mi John me ha comentado que solías estar en el equipo de animadoras de la preparatoria —sentenció la mujer estrechando los ojos en mi dirección—. Dime, ¿no pensaste en entrar en alguna actividad con futuro?

—Mamá...

—Como por ejemplo John, con el equipo de fútbol. Con un poco de suerte, conseguirá una beca para alguna buena universidad a costa del fútbol, pero dar saltos y piruetas por ahí jamás hará nada por ti.

—Mamá, ya para.

—Es verdad, hijo. ¿No es cierto, cariño?

El hombre a su lado, quien tenía la nariz rojiza y aspecto regordete, se dedicaba a pasar "legumbres" a su plato haciendo caso omiso a la irritante señora.

—Nadie se fija en esas muchachitas presuntuosas, no, en especial las grandes universidades. No necesitan adolescentes dando volteretas en el aire, necesitan jovencitos que puedan contribuir al país con lo que hacen, como mi John.

Para ese entonces, se me había formado un nudo en la garganta que me impedía tragar y mis ojos picaban levemente como clara seña de que estaba a punto de romper en llanto. Por algún motivo, hubiese odiado verme vulnerable frente a esa mujer, así que tragué mis lágrimas y levanté el mentón hacia ella mientras Johnny apretaba mi mano en señal de apoyo, pero yo tampoco estaba dispuesta a decir nada para acabar su palabrería sosa.

—¿No lo crees tú, Edmund? Claro que es así. Quizás si trataras estudiando un poco más, podrías sobresalir lo suficiente para que ellos omitan ese espantoso manchón en tu historial académico, aunque dudo que logres hacerlo. No son las personas como tú quienes resultan grandes médicos o abogados, pero son igual de necesarias para que nosotros...

—¡¡Ya basta!! —gritó el rubio, poniéndose de pie furiosamente— ¡Tú no tienes el derecho a tratar a mis amigos de esa forma, madre!



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En el texto hay: humor, romance, drama amor

Editado: 22.01.2021

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