Capítulo 49: La verdad te hará libre
Habían pasado exactamente tres semanas desde Día de Acción de Gracias y el ambiente navideño podía sentirse en todos lados. Apenas unos días atrás, una espesa capa de nieve blanca había cubierto totalmente el campus, por lo que el equipo de fútbol americano comenzó a entrenar dentro del pequeño gimnasio donde se organizaban los bailes y los partidos de básquetbol. Nick me había citado aquí unas horas antes para verlo durante la práctica e, inevitablemente, el resto del club de los cinco se coló en la invitación.
Ahora estábamos sentados en las gradas observando a Johnny y Nick practicar junto al resto del equipo, hablando sobre los resultados de los exámenes mientras Patrick apenas si quitaba la vista del entrenamiento como si de un partido real se tratase. Al final, había tenido razón: no logré pasar los exámenes con una A —excepto en Historia y Física—, pero aprobé todos y cada uno de ellos con buena calificación, motivo por el cual festejaba mi reciente tiempo libre. Sin las tardes que pasaba junto a Freddie y Nick estudiando y aquellas horas que tomaba adicionalmente estaba mucho más libre, lo que me permitía hacer cosas como ver la práctica del equipo.
La práctica terminó y todo el mundo corrió hacia las duchas a excepción de Nick, quien me hizo una seña desde abajo para que lo encontrara.
—Hola, novia. —dijo con una sonrisa mientras se sacaba el casco.
—¿Quién ha dicho que soy tu novia? —fruncí el ceño mientras ponía los brazos en jarras.
—Pues tú, cuando me invitaste a conocer a tu familia —guiñó el ojo y dejé escapar una risa. Me dio un corto beso en los labios sin acercarse demasiado por la transpiración que tenía en todo su cuerpo—. Debería ir a bañarme, pero... quería mostrarte esto primero.
Sacó algo de su bolso sobre la banca y lo puso en mis manos. No tuvo que decírmelo antes de que me diera cuenta por mi cuenta. Era el examen de Historia. Y se había sacado una A.
—¡Así se hace!
Puse mi mano en alto y él la chocó con la suya.
—¡Toma eso, Fitzpatrick!
—¡¡Eh, actúen como la gente normal!! —exclamó Patrick desde lo alto de las gradas, ganándose un "cállate tú" tan sonoro como lo fue su grito.
Dejé la hoja dentro de su bolso nuevamente y, al darme vuelta, me atrapó por la cintura y me pegó a su pecho.
—Eso significa que tendré más tiempo que pasar junto a ti.
—Supongo que sí, Capi —respondí, poniéndome en puntillas para pasar mis brazos por detrás de su cuello—. ¿Por qué no te vas a duchar así vamos a mi habitación a ver una película?
—¿Una película? —preguntó con las cejas alzadas. Dejé escapar una carcajada y lo empujé lejos de mí, haciéndolo reír a él también.
Cuando volví con los chicos, quienes ahora estaban esperando en la puerta del gimnasio, Patrick me codeó en las costillas y comenzó a molestarme nuevamente con eso de que estoy "totalmente colada por él".
—Con que "novia", eh.
—Con que no es de tu incumbencia, eh.
—Oye, Carlitos, escúchame bien —gruñó él pasando un brazo por mi cuello juguetonamente—. Yo prácticamente hice posible esa relación, ¿bien? Por ende, es totalmente de mi incumbencia todo lo que pueda pasar con Narlett.
—Primero que nada, tú prácticamente hiciste que sea posible nada, Wilson. Además... ¿Narlett?
—Pues si, ese es su nombre de pareja. Nosotros somos Hamilson, ustedes son Narlett y Freddie es Fresturbación.
El morocho miró a Pat con el ceño fruncido y le dio un zape en la cabeza cuando nosotras ya estábamos riendo. Salimos del gimnasio con un frío que rajaba la tierra a pesar de que teníamos tanto abrigo que parecíamos el Coloso, por lo que nos apresuramos a llegar a la habitación antes de convertirnos en una estalactita en el camino.
Llegamos a la habitación y cada uno procedió a echarse en sus respectivos lugares. Las cosas habían estado inusualmente calmas en Ridgewell e incluso en nuestro grupo, siendo la entrega de los exámenes lo único que generó agitación en la población estudiantil, lo que no hacía más que mantenerme alerta. Siempre hay calma luego de la tormenta, pero me temía que esto fuera simplemente el ojo de la tormenta.
—Las porristas ganaron las seccionales —dice Summer mirando a la pantalla de su móvil—. Acaban de subirlo a la página de la escuela.
—Así que a las regionales, ¿eh? —respondí, cruzándome de brazos con una mueca en el rostro— Nada mal para alguien como Chanel Larrose.
—No comprendo por qué deben haber competencias de porristas —comenta Patrick, frunciendo el ceño desde su esponjoso puf en el suelo—. Es decir, ¿qué no sólo agitan pompones y dan unos cuantos giros al aire?
Como advertencia, Freddie le tira un cojín en el rostro para que se calle, pero el comentario ya ha llegado a mis oídos. A pesar de lo que piensen, le di una mirada cansada y dejé pasar el comentario; ya había explicado aquello demasiadas veces con la esperanza de que él llegara a comprender que puede llegar a ser tan doloroso y gratificante como cualquier deporte, pero la idea de que "animar a la gente" sea considerado como tal parece esforzarse para no entrar a su cabeza.
—Tú llegaste a las seccionales, ¿verdad? —preguntó Freddie, mirándome con la cabeza ladeada.
—Yo... si —contesté, entrecerrando un poco los ojos—. Fue después de ellas cuando Chanel decidió echarme.
El recuerdo pinchó directamente en mi pecho mientras una sonrisa torcida se me formaba en el rostro. En cierto punto, fue una bendición que ella hubiese hecho eso. Es por eso que fui capaz de conocer a mis mejores amigos, pero nunca será fácil mirar en retrospectiva y no recordar la humillación por la que me obligaron a pasar, la inseguridad que me provocaba ver a Leonard pavonearse por toda la escuela con la rubia debajo de su brazo mientras yo era marginada por algo que nunca hice. La soledad que llegué a sentir. Todo se ha ido pero, de alguna forma, será parte de mí para siempre.