Capítulo 55: Deseo de Navidad
24 de diciembre.
La fecha se acercó más rápido de lo que esperaba y, en un abrir y cerrar de ojos, la Navidad ya estaba en todos lados. La nostalgia me atacó esa tarde tan pronto como el nombre de mi madre apareció en mi ordenador junto a una solicitud de videollamada y los familiares rostros de mis padres se mostraron en mi pantalla. Junto al rollito california que mi madre llamaba perro, por supuesto.
—Si, cariño. Tu padre ha estado sintiéndose un poco mal desde que comió mariscos ayer por la noche, pero nada que un buen analgésico no pueda calmar.
—¿Y qué tal el crucero?
—Maravilloso. Afortunadamente, aceptan mascotas de tamaño medio a pequeño, así que Sushi pudo acompañarnos esta vez.
Rodé los ojos al momento en que Mamá levantaba frente de la cámara al chihuahua, cuya horrenda cara ahora ocupaba toda mi pantalla.
—Ugh, quita eso de ahí.
—Alguien está celosa. —canturreó ella mientras besaba la cabeza de la mascota. Y así fue el resto de la videollamada, pero a medida en que comenzaron a despedirse de mí, más aumentaba la presión en mi pecho. Supongo que uno nunca termina de aceptar la soledad durante estas fechas porque es cuando más evidente se vuelve, por lo que tendemos volver hacia lo que nos resulta familiar para disipar esa nostalgia.
Tras ese pensamiento, no pude evitar pensar en Chanel. Me había dicho que su padre había estado comunicándose con ella durante los pasados días, puesto que acababan de depositarle dinero, pero que aún no había escuchado sobre su madre por lo que aparentemente seguía firme en su decisión de simplemente olvidarse de la existencia de su hija.
Una vez que terminé de hablar por videollamada, me calcé el suéter más navideño que encontré entre mi ropa y me dirigí directamente hacia la Sala Común del edificio ala este, donde podía respirarse la Navidad por todos lados. Habían encendido la chimenea hacía unos días atrás, cuando había empezado a nevar ininterrumpidamente y la temperatura había bajado considerablemente, y se había cambiando la disposición de los sillones, puesto que ahora formaban un circulo perfecto frente al fuego; en los televisores estaban pasando la típica programación navideña que se ve año tras año; en los altavoces se escuchaban villancicos o las canciones navideñas de algunos famosos y la nieve caía apenas perceptiblemente por la ventana a medida que el panorama se teñía de blanco.
—Hola Lydia. —sonreí al sentarme junto a la chica, quien miraba una película sobre un elfo que trataba de salvar las fiestas o algo así.
—¡Hey, Scarlett! Ha venido Wesley a buscarte hace un rato, dijo que Heather lo llamó por algo relacionado a un guión de teatro o algo por el estilo.
—Oh, cierto. En un rato la llamaré. Gracias por pasarme el mensaje.
—No hay problema, chica —dijo, moviendo la mano despreocupadamente—. Te perdiste también el aviso de Monroe, dijo que el "banquete" comenzará a las diez de la noche.
—Por suerte este año no hicieron aquello del amigo invisible —comenté, rodando los ojos—. No estoy diciendo que Rhonda no se haya esmerado para mi regalo, pero una engrapadora no es precisamente lo que esperas recibir para las fechas.
—Considérate afortunada. A mi me tocó uno de segundo que me regaló una remera que decía "Tocador de damas".
Solté una carcajada, negando un poco con la cabeza. En ese momento, sentí un peso a mi lado en el sillón. Al girarme, observé a la rubia porrista cruzarse de piernas con un sueter rojo con puntos blancos, un maquillaje de labios rojos perfectamente logrado y el cabello en una trenza que caía sobre su hombro.
—Menos mal que te veo, Chanel —exclamó Lydia, tocando el hombro de la otra—. Se me olvidó comentarte que ni hoy ni mañana estaremos en la radio, Monroe nos ha dejado el fin de semana para que disfrutemos las fiestas.
—Disfrutar las fiestas. —enfatizó ella, y la pude escuchar suspirar.
—Si, en cambio están pasando todas esas espantosas canciones navideñas...
I like big butts and I can not lie, you other brothers can't deny, that when a girl walks in with an itty bitty waist...
—¿Qué demon...? ¿Johnny? —pregunté, contestando mi móvil que ruidosamente exclamaba que le gustaban los traseros grandes.
—Aún no le has sacado el tono de llamada, ¿cierto? —rió desde el otro lado.
—Eres un idiota, Becker.
—También te extraño, Zanahoria. De hecho, daría lo que fuera para largarme de aquí, han llegado unos tíos de New York junto a su insoportable hija, que tiene ocho años y es insufriblemente caprichosa.
—Solamente quedan un par de días más, soldado, resiste. ¿Te has comunicado con los chicos?
—Solo con Summer. ¿Sabías que está festejando Navidad junto a Patrick? —preguntó en tono pícaro, y yo ahogué un grito.
—Estas bromeando.
—Te lo juro, Zanahoria. Sus padres se enteraron de que tenía novio, y al parecer nunca dejaron de estar en contacto con la madre de Patrick, así que anteayer llegaron a quedarse el fin de semana. ¿Por qué no puedo tener una familia así?
—Oh, Dios mío. ¡Eso es genial! No puedo creer que ella aún no me haya llamado para contármelo, me siento terriblemente ofendida.
—Tranquila, reina del drama, estoy seguro de que te llamará pronto. ¿Qué tal las cosas por allá con Cruella de Vil?
—En realidad, bastante bien. En un rato se organizará la fiesta de Navidad, e iremos junto a los chicos de Audiovisuales. Creo que se está volviendo amiga de Lydia Hale. —murmuré, ya que aunque me encontraba alejada frente a una ventana, no quería arriesgarme a que me atrapen en medio de un chismorreo.
—Tal vez, con todo esto del embarazo, esta volviéndose humana de nuevo.
—Oye, no es gracioso. —ño reprendí al escucharlo reír, pero una sonrisa se formó de inmediato en mi rostro.
—Scarlett, ¿vienes con nosotras? —preguntó Lydia, llamando mi atención luego de ponerse de pie. Asentí con la cabeza hacia ellas, quienes comenzaron a caminar en dirección a las escaleras.