Drama Queen

Capítulo 60: 28

Capítulo 60: 28

Riley Piper no era la típica chica mala de las novelas que te hacían la vida imposible por recuperar a su ex, a quien le habías "robado". No. Ella te hacía la vida imposible sólo porque osaste a tomar algo que era suyo. Y Nick, al parecer, era suyo.

—¿En qué piensas? Estás inusualmente callada.

Parpadee para salir de la ensoñación y observé a Nick, sentado en el suelo frente a mí, con la cabeza ligeramente ladeada. Llevábamos unos minutos en nuestro lugar de encuentro, el árbol donde estudiábamos Historia y, ocasionalmente, nos besábamos sin ser interrumpidos.

—En nada que valga la pena. —le sonreí.

—Creo que han pasado semanas desde que estamos verdaderamente solos. Y no me malinterpretes, adoro a los chicos, pero hay veces en que, simplemente... te quiero sólo para mí.

—Aquí me tienes, cariño. ¿Qué piensas hacer? —le dije, moviendo el hombro y elevando las cejas.

Él me dedicó una sonrisa coqueta y luego se estiró un poco, tomó mi brazo y tiró de mí hasta dejarme más cerca de sí. Esa simple acción hizo que mi respiración se trabara en mi pecho y fuera incapaz de hablar. Afortunadamente, no tuve que hacerlo, porque él se acercó lentamente y atrapó mi boca con la suya con fiereza.

Pasé mis brazos sobre su cuello, y él me tomó de la cintura haciendo que enrosque mis piernas en su cintura y me siente sobre sus piernas. Sentí como si nunca hubiésemos estado tan íntimamente unidos como en esos momentos y eso aceleró mi corazón desenfrenadamente.

Y nos besamos. Nuestras lenguas daban una batalla sin tregua, mis manos pasaban de su cuello y su rostro a su cabello, mientras que sus manos apretaban mi cintura o recorrían mi espalda.

Estaba hambrienta de sus besos, y quería prolongar el momento lo más posible.

—Dios, cuando te extrañé. —dijo con voz ronca, apoyando su frente a la mía.

Le di un corto beso en sus labios, y luego me abracé a él, descansando mi cabeza en su hombro mientras lo sentía acariciar mi cabello.

—Y yo a ti, Capitán. —le dije con la voz ahogada por su hombro, pero me oyó.

—Les he contado a mis padres que estamos juntos, y mi madre ha saltado sobre una pata durante un día entero —me explicó. Yo me separé de él y lo miré con interés, pero él llevó las manos a mi cintura y me pegó un poco más cerca de sí—. Te conocen porque cada año vuelan desde Boston para ver la obra musical, siempre reprochándome el por qué me negaba a compartir mis "talentos" con el mundo.

—¿Y qué te dijeron?

—Que van a venir este año para ver la obra, y que no pueden esperar a conocerte. Les he contado un poco sobre ti, y mamá está contentísima de saber que piensas ir a NYU, como yo.

—Exacto, pienso. —le dije desanimada, y él me miró con sorpresa.

—¿A qué te refieres?

—He soñado con esa universidad desde que supe que venían a reclutar gente a Ridgewell. Su programa de Arte es espectacular, y Nueva York es el foco de vida artístico del país. ¿Y si no entro? Tú ya entraste.

—Si, por la beca. Lo mío es sabido desde el año pasado, y conservaré la beca en tanto mantenga mis calificaciones y me desempeñe correctamente en el campo. Mis padres han arreglado que estudie ahí desde que me dejaron en este internado, y la única cosa que me hace ilusión al respecto es la idea de que tú estés ahí conmigo. Porque lo estarás, Scarlett. Eres talentosísima.

—¿De verdad lo crees?

—Por supuesto. Esa carta llegará, créeme.

Le dediqué una sonrisa, y luego nos separamos para tirarnos en el pasto, boca arriba, mirando a las pocas nubes en el cielo. Él jugaba con nuestras manos, uniéndolas y deshaciéndolas, en silencio. Y yo apreciaba ese silencio.

Era cómodo. Como si no hubiera necesidad de decir nada, porque el otro ya lo sabía. Porque Nick siempre lo sabía, de una forma u otra.

—No deberías preocuparte por ella —soltó de pronto. Lo miré confundida, y él me rodó los ojos—. Por Riley.

—Claro que lo hago, cariño. Ella se está metiendo con el teatro, y es algo que durante muchos años ha sido solamente mío.

—Lo se, pero debes tener en cuenta que sólo busca molestarte.

—Es por ti, ¿no es así? Porque ahora estamos juntos.

—Tal vez. Nunca logré entenderla realmente, en realidad. Era como si en ocasiones, cuando estábamos solos, fuese una persona normal y cariñosa, y luego, al segundo que estábamos con gente, se convertía en este monstruo manipulador de la nada.

—La quieres. —solté, pero sonó más a una afirmación que a una pregunta.

—Desde luego. Como se quiere a un amigo de la infancia con el que solías compartir tus días y ahora ya no se hablan, pero aún hay un respeto y cariño tácito, ¿me entiendes? Yo no... no la amo. Nunca lo hice. Creo que nunca he amado a nadie más que a mi familia. ¿Y tú?

—No sabría decirte, eres el primer novio que he tenido en mi vida.

Él se apoyó sobre sus codos y me miró con clara confusión en su rostro.

—¿Qué hay de Freddie?

—Nunca fuimos novios. Creo que era como si tuviésemos miedo a ponerle una etiqueta a nuestra relación, y creo que en mi interior siempre supe que no íbamos en serio.

—Pero él te gustaba.

—Claro. Así como tú me gustas, y como tú me gustabas en primer año, y en segundo año, y en tercer año...

Él elevó una ceja y pude ver cómo capté su atención.

—¿Yo te gusto desde hace años?

—Tú le gustas a todo el mundo, Nick. Eres un Dios Griego.

—¿Cómo dices? —preguntó confundido.

—Verás... en la población femenina de Ridgewell, tú y tus tres amigos son conocidos como los Dioses Griegos.

—¿De verdad? ¿Y cómo es que recién me voy enterando?

—No lo sé, quizás porque eres hombre —me encogí de hombros—. Ryan es el chico malo y sexy, Drake Murphy es el rompe-corazones, Chris Harries es el gracioso y tú... eres el inalcanzable.

Nick rió fuerte. Y con ganas. Tanto que a mí me contagió una sonrisa que no pude sacar de mi rostro.



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En el texto hay: humor, romance, drama amor

Editado: 22.01.2021

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