Capítulo 62: Fantasmas del pasado
Tenía las dos hojas frente a mí, pero por más que releía los diálogos, no podía retener absolutamente nada de lo de que estaba leyendo. Dirigí mi atención a mi derecha, donde Nick estaba leyendo sus hojas y murmurando sus líneas.
Al final, me di por vencida.
—¿Qué te preocupa? —me dijo, sin levantar la vista de la hoja.
—¿Cómo sabes que algo me preocupa?
—Porque te pones inquieta.
Me levanté del piso, donde llevaba un rato sentada, y prácticamente me tiré encima de Nick, quien apartó las hojas riendo y quejándose de que se habían arrugado completamente.
—Es sábado y nosotros estamos estudiando. ¿No podríamos hacer algo más divertido?
Él me acarició el cabello, y eso de inmediato me tranquilizó. Pasé mi mano por la cadena dorada atada a mi cuello, la misma que no me había quitado desde el comienzo de la semana cuando Nick me la regaló.
—¿No me vas a decir qué te preocupa?
Suspiré. Traté de evadir su pregunta sin éxito, porque sabía que no podía contarle qué ocurría.
—No me ocurre a mí. Es algo que tiene con Chanel. —le dije simplemente.
—¿Es por Leonard?
—¿Qué?
Me enderecé en mi lugar y lo miré sorprendida. ¿Cómo sabía eso?
—Todo el mundo sabe que es el padre del bebé. Se los dijo a los chicos —dijo, refiriéndose a sus compañeros de Fútbol Americano—, y de ahí se enteró todo el campus.
Yo negué ligeramente y me llevé las manos a la cabeza. ¿Es que nada podía permanecer privado en este lugar?
—Para ser honesto, me sorprende que haya sido un secreto durante tanto tiempo. Según el resto del mundo, nosotros estábamos saliendo antes de comenzar a salir realmente.
Lo comprendí. Esos rumores que se propagaron como fuego sólo porque había dejado de salir con Freddie y pasaba más tiempo con Nick.
—Lo que me preocupa, es lo mucho que me cuesta olvidarme del pasado —me sinceré. Él me abrazó por los hombros y yo apoyé mi cabeza en su pecho—. Siempre pienso que lo he dejado atrás, y luego vuelve a alcanzarme.
—Scarlett, mírame —dijo, con seriedad, y así lo hice—. No estás en el mismo lugar en el que estuviste antes, ¿comprendes? Ya no eres esa persona.
Asentí ligeramente con la cabeza, mientras procesaba lo que acababa de decirme. Era cierto, sabía que era cierto, desde luego, pero aún así, una parte de mi seguía en ese lugar oscuro y solitario en el que me había encerrado Leonard Jenkins.
Sentí los brazos de Nick abrazarme con fuerza contra su pecho, pero yo ya no podía contener mis lágrimas. Nicholas era mi lugar seguro en el mundo, y sabía que mientras esté en sus brazos, nada malo me ocurriría.
—Te quiero. —me murmuró, tras besar mi coronilla.
Mientras me encargaba de depurar todo lo que venía carcomiéndome desde hacía días, mi corazón volvió a latir. Gracias a Nick.
Porque me quería. Y Dios sabía que yo lo quería a él.
***
—Necesitaba aire fresco. —suspiré, mientras estiraba mis piernas en el pasto.
Era domingo a la tarde, y estábamos todos sentados en el parque de la Estatua. Johnny se devoraba a lo bestia un paquete de papitas, Freddie estaba acostado boca arriba leyendo un libro, Patrick estaba sentado con Summer recostada sobre sus piernas y yo me limitaba a repasar las dos hojas de guión que no había podido leer el día anterior.
Muchas veces hacíamos cosas así: salir a hacer nada, juntos. Que era mucho más divertido que hacer nada solo, definitivamente.
—Oye, ¿qué lees? —preguntó Johnny a Freddie.
Éste, a pesar de haberlo oído, lo miró de reojo y siguió leyendo. Se veía claramente que estaba leyendo Stephen King.
—No me ignores —dijo, y le tiró una de las papitas que estaba comiendo—. Oye, Freds, me aburro. ¿Puedes leerme?
Freddie no hizo más que gruñir, lo que provocó que le llovieran una lluvia de papas del insoportable de Johnny. A los minutos, el castaño estaba prácticamente encima del otro golpeándole el estómago y los brazos. Par de salvajes.
—Su pelea se escucha desde el otro extremo del campus. —dijo Lydia Hale riendo mientras se acercaba a nosotros.
Eso no logró que parasen de pelear ni de asomo, pero yo dejé de prestarles atención para enfocarme en la chica a mi lado.
—¿Cómo vas? —me preguntó, señalando a las hojas en el pasto.
—Estoy tomándomelo con calma. Tenemos meses para aprendernos el guión, así que no me preocupa.
—Yo me preocuparía por Riley. Escuché que logró meterse en la obra —negó con la cabeza—. Esa chica está mal del coco. Necesita que alguien le acomode las ideas.
—¿De vuelta? —preguntó Patrick, haciendo alusión a aquel episodio en los casilleros.
Rodé los ojos y luego amagué a pegarle, pero él se escudó en mi mejor amiga y ambos comenzaron a reír.
—¡Te dije que me leas! —gritó Johnny, que ahora había logrado doblegar al castaño y era él quien le golpeaba el estómago.
—¡Aprende a leer!
El alboroto que causaron me distrajo lo suficiente como para no notar que Nick se encontraba a mi lado y, junto a él, Chanel.
—Me ha traído el caballero en la brillante armadura —bromeó la rubia, golpeando suavemente el hombro de mi novio—. Yo que tú lo cuido, Scarlett. Es de los buenos.
Tras guiñarme el ojo, fue a sentarse al otro lado del círculo, junto a Johnny y Freddie, que habían dejado de pelear y estaban riéndose como niños.
Le dirigí una mirada interrogativa a Nick, pero él me respondió con una sonrisa para luego pasar su brazo sobre mis hombros. Me acerqué y le di un corto beso en el cuello.
—¡Oye, no! —gritó Johnny, mirándome fijamente.
—¿Discúlpame?
—Ya te dije lo que quieren los hombres, Scarlett. Tu tesorito. —dijo, haciendo una caja con las manos para abrirla y cerrarla simultáneamente.
A pesar de que debería haberme enojado por hacerme pasar vergüenza, estallé en carcajadas, arrastrando en mi risa a todos los presentes. Johnny era todo un personaje.