Drama Queen

Capítulo 68: Hopelessly devoted

Capítulo 68: Hopelessly devoted

Faltaban dos días para el sabado, cuando se jugaría el ansiado partido contra los Tiburones, y finalmente me sentía como yo misma de nuevo. Eso no significaba que dolía menos, pero volvía a volcarme a lo que me sanaba. Volví al teatro.

El guión había sido estudiado al derecho y al revés. Las canciones sonaban cada vez mejor, y los bailes eran cada vez más limpios. Las cosas estaban encaminándose, de alguna forma, y el final de los ensayos se estaba acercando.

—Voy a necesitar que vuelvas a cantar, Scarlett. Falta una semana, y no hay lugar para fallas.

El escenario había sido, en su mayoría, finalizado. Y era tan espectacular que dejaba sin aliento. Ahora, estaba parada en frente de lo que simulaba ser una casa, con un vestido que era un camisón blanco que estaba siendo ajustado en esos momentos.

Acepté, y me coloqué en mi posición. En los asientos, discutiendo sus lineas junto a alguno de los chicos, estaba Nick Rogers.

No estaba lista para cantar esa canción, en especial porque sabía que cada palabra era condenadamente cierta.

La musica sonó, y yo inicié.

"Guess mine it's not the first heart broken. My eyes are not the first to cry. I'm not the first to know there's just no getting over you."

Cada palabra pinchaba, y ver a Nick observandome a pocos metros no ayudaba. Pero nada de eso importaba, porque yo no era Scarlett Evergreen. Era Sandy Olson, y le cantaba al idiota de Danny Zuko, que había roto mi maldito corazón.

"But now there's no way to hide, since you pushed my love aside. I'm outta my head hopelessly devoted to you. Hopelessly devoted to you"

Y la canción finalizó, y los aplausos de mis compañeros se hicieron presentes. Pero no alcancé a oír más nada porque me estaba marchando de ahí, con lágrimas en mis ojos y Heather Richards llamándome a lo lejos.

Así que me encerré en el baño y lloré. Lloré lo que parecieron horas. Días.

—Cariño, ¿qué ocurre? Eso fue hermoso —me dijo la voz de Heather, del otro lado de la puerta del baño, pero no me moví—. Es por Nick, ¿no es así?

Silencio, y luego prosiguió.

—Lo se, lo noté. Hay que ser un ciego para no notar la forma en que se miran. ¿Qué ocurrió que sea tan malo como para que no puedan perdonarse?

—Yo le mentí —dije, mi voz ahogada por el llanto—. Le oculté cosas, y él debía saberlo, él...

—Ábreme, por favor. —dijo la voz suave de Heather cuando no pude hablar más, y dudé.

Llevaba demasiado tiempo encerrandome en mí misma. La gente que me rodeaba significaba el mundo para mí, y llevaba días enteros evitandolos. Y quizás, eso era aún peor.

—Cariño.

Abrí la puerta del baño y la mujer me apretó en un abrazo tan pronto como salí de allí dentro. Una vez que saqué todo lo que tenía dentro, respiré lentamente y dejé que me lavara la cara como a una niña.

—¿Crees que podrás hacerlo? —me preguntó, preocupada.

—¿A la obra? —contesté, sorprendida— Heather, puedo hacerla dormida.

Era una exageración, pero era cierto. Ni siquiera Nick Rogers iba a interponerse en mi camino de Grease, y eso era algo que sabía perfectamente.

—Tengo algo que contarte. —confesó.

La miré con curiosidad. Heather rara vez compartía lo que le ocurría, así que simplemente me quedé expectante a que hablara.

—Estoy comienzando a salir con Frank. Con el director Monroe.

Abrí la boca y dejé escapar un grito que ella trató de enmudecer luego poniendome su mano encima.

—Estás bromeando.

—No, llevamos unas semanas saliendo en citas y creo que tiene futuro. Técnicamente, no va contra el reglamento que dos profesores salgan, así que creo que veré a donde me lleva.

—¿Puedo ser la madrina de la boda?

Ella me golpeó apenas el brazo, pero yo estaba riendo con ganas. Por primera vez en semanas. Heather me habia dejado sin palabras.

—¿Y Kendall? —pregunté por su novio, que era cocinero en su ciudad.

—Rompimos cuando volví para las fiestas. Al parecer, encontró consuelo en brazos de mi amiga Madeleine. Intentó echarme la culpa diciendo que era porque me extrañaba, que no comprendía lo difícil que era estar lejos. ¡Como si yo no supiera lo que era tener una relación a distancia!

Que cerdo.

—Sabía que mi vida te subiría el ánimo. Es tan patética que haría reír hasta al Papa.

Eso no era cierto, pero si era cierto que logró sacarme una sonrisa. Agradecía a la vida tener gente de tanto apoyo.

***

Habían pasado un par de horas, y ya era de noche. Acababa de volver del comedor completamente sola cuando recibí una llamada de Johnny. Quería hablar.

—Vine tan rápido como pude —dije, jadeando al subir las escaleras con rápidez. Él me sonrió y me dejó entrar en su habitación—. ¿Y Patrick?

—Creo que con Summer. Estaba terminando de pintar unos casilleros y exigió la ayuda de Patrick. Ya sabes cómo es.

Reí y me senté en el suelo, al lado de mi amigo.

—Primero que nada, quiero hablarte por ti. Me preocupas, Zanahoria. ¿Quieres contarme lo que sucedió con Nick?

Y así lo hice. Lenta y detalladamente, remontándome a esa fiesta de bienvenida que parecía perseguirme con los errores cometidos esa noche. Johnny se enfurecía cada vez que avanzaba con la historia, asegurándome romperle los dientes al imbécil de Drake Murphy. Y yo compartía su opinión.

Una vez que terminé, estaba llorando. Johnny me abrazaba por los hombros y me acariciaba el brazo dandome apoyo.

—¿Y si lo perdí?

—No lo harás, bebé.

—Eso no lo sabes.

—¡Claro que si! Ustedes estan hechos el uno para el otro, cualquiera se da cuenta de eso.

—No lo entiendes —negué con la cabeza—. La jodí en serio. Él no va a perdonarme.

—Si no lo hace, es un idiota que no sabe lo que se pierde. Tú no hiciste nada malo, ¿me escuchas? Sólo se enojó porque descubrió que su mejor amigo es un hijo de puta.

No le di más vueltas al asunto, y esperé a que él me contara lo que quería hablarme.



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En el texto hay: humor, romance, drama amor

Editado: 22.01.2021

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