Drama Queen

Capítulo 85: Prom Queen

Capítulo 85: Prom Queen

Las palabras hicieron eco en mi cabeza, pero sabía que estaban vacías como la misma Riley.

—¿Disfrutas de mis sobras, Evergreen?

—¿Por qué no lo dejas ir, Riley? —le dije, cruzándome de brazos, mirándola con el ceño fruncido.

La morena tenía el cabello atado en un alto rodete, acompañado con un vestido azul eléctrico con piedras por debajo del busto y dos tiras gruesas en los costados. Me miraba con una sonrisa malvada en el rostro mientras que Drake Murphy nos observaba incómodo a su lado.

—Voy a dejarlo ir cuando yo quiera, mocosa.

—Me das lástima, ¿sabes? —gruñí, avanzando dos pasos hacia delante. Ella se quedó en su lugar, en la exacta posición— Me golpeaste, intentaste sabotearme en la obra múltiples veces, repartiste rumores asquerosos sobre mí y sobre Chanel y trajiste al maldito Leonard Jenkins hasta aquí sólo para molestarnos. ¿Tu vida es realmente tan miserable que necesitas hacer todas esas mierdas para sentirte un poco mejor contigo misma?

La porrista me observó titubeante, y abrió la boca un par de veces para decir algo. Honestamente, estaba harta: harta de estas matonerías al estilo "película adolescente americana", harta de gente como Riley que creía que podía hacer cosas viles y salirse con la suya sólo por tener unos cuantos miles de dólares en su cuenta bancaria.

—Te aguanté todo el año, porque no me quedaba de otra —le dije, quedando justo enfrente de su rostro—, pero te juro que si arruinas esta noche para cualquiera de nosotros, esas fotos desnuda que enviaste a los jugadores de futbol verán la luz antes de que elijan a la reina.

Ok, lo sé. Eso estuvo mal. Ni siquiera tenía en mi posición esas fotografías, sino que lo había oído por Johnny hace algunos meses atrás. De hecho, eso tuvo lugar poco tiempo después de que la "expulsaran" de Ridgewell, pero nunca quise darle demasiada importancia a su persona.

De cualquier manera, si eso servía para que se calmara, me bastaba.

—Perra. —Siseó ella.

—Deja que te explique, Riley. Estan las perras como yo, y luego las perras vulgares que consiguen reconocimiento por acostarse con jugadores y enviar fotos desnuda, como tú. No te confundas.

A los segundos de que ella se dio media vuelta y se alejó de nosotros echando humo, me di cuenta de que habíamos armando una escena tremenda y que todo el mundo nos observaba dispuestos a escuchar algo de la conversación. Unos pocos metros a mi derecha estaba Chanel, que me daba una sonrisa aprobatoria desde la lejanía, y le sonreí de vuelta antes de volver a centrar mi atención en mi novio.

—Lo lamento, Capi. —Dije, torciendo la boca, sabiendo que probablemente quedé como un monstruo frente a él. De nuevo.

Mi padre solía decir que mi fuerte temperamento era un don. En ocasiones, era difícil verlo de esa manera. Como ahora, claramente.

Pero Nick, a diferencia de cualquier cosa que pudiera pensar, me tomó por el rostro y me plantó un beso tan largo como nos fue posible antes de quedar sin respiración.

—¿Quiéres ponche, muñeca? —me respondió él, cediéndome su brazo para caminar en el ahora repleto gimnasio de Ridgewell.

Tomé su brazo en forma de respuesta y comenzamos a avanzar entre la multitud. En pocos minutos, el lugar estaba lleno de chicos que bailaban animadamente "Take on me" de A-ha.

Pude vislumbrar que también había todo tipo de juegos en el enorme gimnasio, la mayoría para ganar exóticos peluches a cambio de tumbar los imposibles obstáculos. Johnny estaba determinado a ganarle a Chanel un peluche de conejito blanco con moños rosados en las orejas, por lo que esta era la tercera vez que intentaba tumbar las cinco latas.

—No va a lograrlo. —Comentó Nick divertido mientras bebía de su vaso de ponche.

—Yo digo que sí. Johnny Becker es un chico perseverante. —Contraataqué, cruzándome de brazos.

Él me codeó ligeramente y me hizo una seña para que agarre el vasito que me ofrecía, y así lo hice. Esta vez, estaba absolutamente limpio, sin ninguna bebida alcoholica dentro. Eso no duraría mucho, desde luego, y esta noche era una que pensaba recordar por siempre, por lo que no planeaba beber más de lo normal.

—¡Qué bello vestido! —Gritaron a mi lado, y por poco no me tiro el vaso encima de mi atuendo. Miré hacia la dirección de donde venía la voz, y por poco me atraganté al ver a Sue McGregor hablándome directamente a mí.

¿Qué? ¿Desde cuando ella intenta darme cumplidos?

—Estas muy bonita, Sue.

—Gracias —contestó ella, abriendo un poco la falda de su vestido negro para que lo vea mejor—. Igual tú, Scarlett.

Le dirigí la sonrisa más sincera que podía producir, pero al parecer apenas si había producido una mueca. Freddie se ubicó al lado de Nick y comenzaron a hablar del baile, mientras que yo fui arrastrada por Sue hasta quedar enfrente de la caja de los reyes del baile, con las papeletas en blanco a rellenar y varias lapiceras para que las usemos todos.

Tomé dos papeles y escribí los nombres sin siquiera pensarlo. Sue me miró cómplice y metió ambos papeles en sus respectivas cajas, y esperó a que yo hiciera lo propio.

—No le digas a nadie, pero te voté a ti. —Me dijo, en confidencia. Me tuve que morder la lengua para evitar preguntar qué rayos le ocurría y porqué estaba actuando tan amable conmigo, pero supongo que tenía que ver con que era el fin del año y no quería dejar cabos sueltos.

Sabía que yo no pensaba dejar cosas sin terminar antes de graduarme de Ridgewell.

—Me encantaría ser la reina, pero por supuesto que nadie me va a votar —continuó, y yo la dejé monologar mientras observaba a Summer venir en nuestra dirección con un algodón de azucar que estaba segura que era su segundo o tercero—. Los del club de Debate no somos los más populares.

—No necesitas ser popular para ser la reina. —Acoté, sólo por hablar.

—No, pero la gente apenas si me reconoce por salir con Freddie, que sí es popular.



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En el texto hay: humor, romance, drama amor

Editado: 22.01.2021

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