Drawn | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 2

DAHLIA

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Un día muy normal con muchos deberes y obligaciones que hacer. Al menos, ya terminó las sesiones de exposiciones. Bebo otro trago de jugo de durazno y espero entusiasmada a que llegue Leon. Mi novio de años. Ya he recibido una llamada, diciendo que demorará por estar estudiando en grupo. Busco mi libro y empiezo a leer. Amo las historias de romance y fantasía. Desde adolescente, me he sumergido en ello.

Claro, siempre que tenga tiempo libre.

—¿Te has enterado? Parece que los hermanos Klein, vienen de repente a las facultades.

—¿Crees que tengan novia? Sabemos que el presidente, sigue esperando a esa chica universitaria que se fue al exterior.

Rumores. Siempre hay muchos de ellos en cada rincón de esta universidad.

Los hermanos Klein o D, son conocidos por formar parte de la familia poderosa. Es debido a Group Klein. Ya va un tiempo de saber los rumores que el ceo, tuvo un amorío con uno de sus empleados. Por eso, terminó con su novia universitaria. Solo conozco a algunos de ellos.

Tampoco me interesa saber la vida de los famosos.

Volteo la página del libro. Las chicas que estaban soltando los rumores, se alejan. ¿Locas por los hermanos Klein? Todas están.

—¿Los cuatro reinos? —pregunta una vocecilla masculina enfrente de mí. Enseguida, anclo mis ojos sobre la persona que está de pie. Es un chico de alto, su cabello es oscuro y algo rebelde. Ataviado de una camisa blanca con una gabardina abierta de color negro. Unos pantalones juveniles que le hace ver joven. En su rostro, tiene dibujada una sonrisa muy agradable.

Total: parece un actor.

—Oh, sí. Es uno de mis libros favoritos.

—He leído algunos libros de su autoría. Es una autora que escribe fantasía paranormal y romance.

¿Alguien que le gusta lo mismo que yo?

—No pensé que había personas que les guste lo mismo que yo —declaro alegre—. ¿Puedo preguntar cuál libro es tu favorito de esa autora?

Sonríe, mostrando su hilera de dientes perfectos.

—“La sede negra”. Un libro que tiene de todo un poco.

¡Increíble! ¡También es mi libro favorito!

—Lawrence es un cambiaformas….

—Que se enamora de la protagonista, pero ella, está buscando a su primo que ha secuestrado la sede negra —completa, llevándome una risilla de emoción—. Ambos nos gusta lo mismo.

—Sí. Es raro encontrar a alguien que le guste lo mismo que yo —declaro con sinceridad—. Lo siento. No dije mi nombre. Soy Dahlia. Estudiante de arquitectura. Tengo veintidós años.

El desconocido guapo, hace una expresión algo triste. ¿O es mi impresión?

—Mi nombre es Draian. Soy de la facultad de administración de empresas —Saluda, volviendo a tener la expresión risueña del comienzo—. Es un gusto de conocer a una señorita que le gusta la lectura.

¿Señorita?

Esa palabra hace que soltara una risotada.

—Un alago de señorita —digo sonriendo—. También es un gusto de conocerlo, príncipe.

—¿Príncipe? —inquiere. Ríe—. Es la primera vez que una chica me llama así.

—Solo devuelvo lo que me dijiste —alego, viendo el mensaje de mi celular. Leon espera afuera de la universidad. Decido levantarme de ahí. Guardo el libro en mi mochila—. Debo de irme. Mi novio está esperándome.

—Oh.

—¿Siempre estás por aquí? —pregunto—. A la próxima, podemos almorzar juntos.

—Claro que sí. Siempre vengo a almorzar por acá —dice, sin quitar esa sonrisa perfecta de su rostro atractivo—. Nos vemos de nuevo, Dahlia.

—Hasta luego, Draian.

Me alejé de ahí, directo donde está Leon, llevando conmigo la imagen de un chico amable y atractivo. Es la primera vez que encontré a alguien de mis mismos gustos.

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Tenemos varios años de estar juntos. Sabemos mucho del uno al otro. Sin embargo, parece que aún falta para conocernos. Echo un vistazo otra vez a la dirección de Leon. De nuevo, está con su celular escribiendo. Se puede decir que nuestra relación se ha enfriado. Han desaparecido muchos detalles románticos.

Quizás, sea normal por ser una relación larga.

—Los odio.

—¿A quién odias? —pregunto.

—A esos estúpidos Klein. Siempre salen en todo. Como si fueran reyes o algo por el estilo —espeta con desdén. Deja su celular boca abajo sobre la mesa—. Hartan con sus rumores.

Sí. Siempre salen rumores de los Klein. Tanto en la televisión y revistas. No tengo nada en contra de ellos. Ni siquiera he visto sus caras. Solo del presidente.

—No me interesan —comento sonriendo—. Deberías ignorarlos y ya. Vivir tu vida en paz.

—Siempre has sido así, Dahlia. Tranquila, sin nada de furor en tu vida.




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