Drawn | Serie: Sangre de dragón

CAPÍTULO 4

DRAWN

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Bebo un poco de gaseosa y paso una página del libro que he comprado recién. Espero a que Racheal venga. Tenemos una cita al aire libre. Una de las tantas que tengo que hacer luego de terminar las clases. En eso acordamos. Desde que nos comprometimos, hemos pasado tiempo juntos para socializar mejor con la esperanza de tener sentimientos románticos.

Algo que la vida no ha cumplido.

Siempre pedí a los cielos que ella fuera mi vínculo; sin embargo, no se ha cumplido.

—Buenas tardes, Drawn. —Saluda Racheal apareciendo por detrás de mí. Carga su atuendo empresario elegante con sus tacos de siempre, luciendo muy hermosa para cualquier ojo masculino—. Pensé que ibas a llegar tarde.

—Esta vez, llegué puntual.

Sí. Casi siempre llego tarde para nuestras citas, pero no falto. O solo que haya pasado algo.

—Es un privilegio ver a mi prometido llegar antes que yo —dice, sentándose enfrente de mí. Coloca su cartera a un lado de ella y fija sus hermosos ojos celestes en mí—. ¿Qué podemos hacer hoy?

—¿Quieres que empiece con palabras dulces?

Entre nosotros, hemos decidido hacer cosas de pareja. Así, podemos intentar que haya emociones en nosotros.

Sigo sin sentir nada al decirle cosas dulces.

—No tengo ganas de ello —objeta, mirándome sin expresión en el rostro. Aunque en su mirada se ve conflicto y su alrededor hay una aura oscura—. ¿Por qué siempre debes mirarme así?

Sonrío.

—Estoy atento a los movimientos de mi prometida —contesto, extendiendo la mano y tomando la suya—. ¿Pasó algo?

Ella no dice nada.

Su aura oscura se vuelve gris con pizca rosa.

¿Rosa? Simpatía. He observado siempre eso en ella. Mejor dicho, desde hace un tiempo atrás. No está mal que tenga esa emoción conmigo. Más bien, es una buena noticia.

Yo también me siento de esa manera con ella.

—Problemas. Nada que no tenga solución.

Sí. Así es Racheal James. Una mujer que no dice sus problemas. Siempre ha preferido resolverlos por ella misma.

—Muy pronto nos casaremos.

—Eso lo sé.

—Quisiera saber más de ti. Así, podré ayudarte —aclaro sin dejar de sonreír—. ¿Está mal eso?

El aura rosa se vuelve acentuada.

Rosa brillante.

Un dolor agudo pincha mi pecho. Suelto sus manos y bebo gaseosa. Esto pasa de repente, pero hace poco, se ha repetido mucho. Cuando sucede, la incomodidad se planta en mi corazón.

—De nuevo.

—¿Qué?

Ella quita su mirada cálida.

—Olvídalo. No es nada. —Se levanta y viene hacia mí, sentándose a mi lado. Ambos nos miramos fijo. Una de sus manos se extiende yendo a mi rostro. Con las puntas de sus dedos acaricia mi piel. Su mirada celestina es un embrujo, por el cual, no puedo huir de ello—. Te besaré, Drawn.

Sonrío y me acerco a su rostro.

—Bien.

—¿Largo o corto?

—Corto. Hay público directo —susurro casi en sus labios—. Luego podemos besarnos muy largo.

—Sí.

Unimos nuestros labios, formando un beso sin malicia.

Así es nuestra relación de años.

Una relación normal. No obstante, no he sentido esas sensaciones que un enamorado debe tener. Mi corazón no late dentro de mi pecho, ni nada por el estilo. ¿Cómo debo sentirme?

Draian.

Todo mi cuerpo se tensa y me separo con rapidez de Racheal, dejándola con la incertidumbre encima de ella.

—Oh, sí. Recordé algo —digo, tratando de sonreír—. ¿Podemos dejarlo para otro día?

—Claro que sí, Drawn Klein.

Mi nombre con apellido. Así solo lo dice cuando está molesta.

—Lo lamento. Te recompensaré con un viaje o comida —digo incómodo. Aún su voz resuena en mi cabeza—. Estamos hablando, Racheal.

Con esas palabras, escapo, dejándola atrás.

Observo el reloj de mi muñeca y aprecio la hora. Perfecta para el almuerzo. Voy directo hasta mi auto estacionado a un lado de la cafetería y entro, quedando sentado en el asiento del piloto.

Escuché la voz de Dahlia en mi cabeza.

Mi cabeza la trajo cuando estaba con mi prometida. ¿Será porque siempre la veo a esta hora? Al momento de escuchar la voz de otra mujer, la culpa se estaciona en mi pecho. 

—¿Qué está sucediéndome? —pregunto en un susurro.

Arrimo mi frente al volante y lo aprieto con mis manos.

Será problemático seguir encontrándome con Dahlia. Pero, una parte de mí es egoísta y quiere continuar sintiendo esa emoción que sucede solo cuando estoy a su lado. El sonido de mi celular, indica un mensaje. Lo abro y leo dentro de él. Todo mi ser, sale disparado.




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