Dream of gods

CAPÍTULO 4


El Imperio Infinito es un lugar peligroso, pero su poder se ha visto seriamente menguado. Antaño, gobernaban prácticamente todo el plano de Ralia, pero en la actualidad, numerosos estados guerrean contra las legiones imperiales. Otros, más sabios, escogieron la vía de la diplomacia. Ciudades estado como Sanovar se han visto enormemente beneficiadas de un vasallaje meramente formal.

Esta situación atrae a multitud de personas, todas diferentes. ¿Cómo será la mujer a la que vamos a buscar? Aquí podemos encontrar algunos de los mejores luchadores del plano. Nobles, hechiceros y sacerdotes buscan aprovechar las oportunidades que ofrecen una legislación laxa y un poder político enfrentado con una potencia en decadencia. Si tengo tiempo, debería entrevistar a alguno de ellos.

Diario de Epicuro

 

Aparecieron en mitad de una llanura, toda cubierta de plantas finas y amarillas. A Momo le costaba recordar el nombre de todas esas plantas que crecían en la superficie. Bueno, no es que le costara, es que no le importaba conocerlos.

– Un campo de trigo –dijo Epicuro, mientras anotaba algo en su cuaderno–. A lo lejos veo cebada y alfalfa. Y esos arbolillos en aquella colina parecen olivos. Este debe ser un país donde prosperan las ciudades, seguro.

El sol estaba en su punto más alto. Momo no pudo evitar entrecerrar los ojos y agachar las orejas al sentir su abrasadora mirada sobre la poca piel que llevaba al aire. Jamás se acostumbraría. Tenía doce años la primera vez que lo vio, y ya entonces supo que no se iban a llevar bien. No le extrañaba que a su gente le gustara tanto vivir bajo tierra.

– ¿Y a dónde hemos ido a parar esta vez? –preguntó, mirando alternativamente a Dorian y al mago.

Dorian, que tenía una carta en la mano, se puso a ojearla. Tardó un rato en responder.

– Epicuro, ¿puedes leer esta carta y darme tu opinión?

El mago tomó la carta de manos de Dorian y leyó en voz alta:

– A Dorian, o a quien quiera que esté leyendo esto. Podrás encontrarme en la ciudad de Sanovar, en el plano de Ralia. En teoría pertenece al Imperio Infinito, pero que es autónoma en todo salvo el nombre. El plano de Ralia debería ser relativamente tranquilo en esos años, no será hasta que asesinen al Emperador Ambrosius que se desatará una guerra, y si me voy con vosotros quizá no llegue a ocurrir. Y en Ralia no abundan los monstruos ni las razas inherentemente malvadas.

>> Contactar conmigo será un poco más difícil que llegar a Sanovar. Trabajo para el gremio de asesinos de la ciudad. Pero ojo, preguntar directamente por el gremio o por mí solo os llevaría a encontraros un par de cuchillos clavados en la espalda. Mis socios del momento son algo más que un poquito paranoicos, y yo el triple que ellos. En su lugar, que uno vaya solo a la taberna del Gallo Cantor y pida el especial de la casa. Le dirán a dónde ir a continuación. Una vez allí (siempre solo), tiene que pedir los servicios de una mujer, joven y de pelo castaño, y mencionar que el dinero no será un problema. Yo iré a buscaros.

>> Dorian, si eres tú, ten cuidado. He cambiado mucho desde esa época. Te habrán hablado de mí, y sabrás que ahora dirijo al grupo. Pero la Leras que te vas a encontrar es muy diferente, pues algunos acontecimientos están aún muy recientes en su memoria. Ten mucho cuidado. No dudará en cortarte el cuello si sospecha que la estás amenazando, y si piensa que la intentas manipular solo conseguirás que no crea una palabra tuya. Lo mejor es que seas franco y directo. Bueno, y que hables lo menos posible. Creo que yo soy la única que podría llegar hasta ella, así que muéstrale esta carta.

El mago le dio la vuelta a la carta, pero no leyó nada más. Volvió a darle la vuelta y volvió a leer, esta vez en silencio.

“Esos empollones solo sirven para esas sopas de letras. Pero a la hora de la verdad, no sirven de nada. Hay que seguir el instinto de una.” Ella sabía escribir, le habían obligado de pequeña. Y tenía sentimientos encontrados respecto a eso. Escribir era una pérdida de tiempo, tiempo que se podía aprovechar para otras muchas cosas. Para vivir la vida, en general. Solo lo practicaba cuando encontraba algún libro que hablara sobre los infinitos planos del universo. Esa era su pasión. Y en algunas otras ocasiones podía llegar a ser útil. Como en aquellas ruinas en las que estuvo cuando empezó a trabajar para Jace. “¿Entonces este es el plano de Ralia? Que decepción, es un plano muy aburrido.”

Mientras recordaba viejas aventuras y esperaba, estudió a la elfa que les acompañaba desde hacía unas horas. De pequeña, los mayores del clan le habían enseñado que todos los habitantes de la superficie eran unos monstruos, que tenía que tener cuidado con ellos. Pero Momo nunca les había hecho caso. Gracias a eso, tenía una vida divertida. Y la elfa parecía interesante.

Dunedai miraba a un lado y a otro, como buscando algo que no encontraba. A Momo no le costaba mucho imaginar que buscaba árboles. Podía entenderla, sus primeras excursiones a la superficie habían acabado con ella corriendo en busca de la seguridad de un espacio cerrado a su alrededor. Tener tanto aire por encima y a los lados de una era antinatural.



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En el texto hay: drama, aventura, magia

Editado: 17.05.2019

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