Dream of gods

CAPÍTULO 6


Entre los jóvenes nobles de Trincal es común las pruebas de valor. La más famosa es ir a la mansión de la bruja en las noches de luna llena. Tras pasar varias noches seguidas en esta mansión he averiguado que no es más que una casa abandonada hace cientos de años, sin más residentes que los ocasionales maleantes que desean llevar a cabo sus negocios lejos de los ojos de la ley.

Sin embargo, la leyenda del espíritu de la vieja es renovada cada cierto tiempo, sobretodo cuando algún joven valiente entra en la mansión para no volver. El último caso fue el del noble Slarum Loroma, que fue visto por última vez  una noche subiendo la colina dirección a la mansión.

Leyendas urbanas del reino de Trincal.

Máxilom Snolver

 

Epicuro se despertó totalmente despejado ya que había descansado seis horas, más que suficiente para un semielfo como él. Debido a que siempre estaba activo tan temprano, acostumbraba a preparar el desayuno al maestro Demóstenes. Éste era bastante sibarita, por lo que Epicuro consideraba que su habilidad en la cocina era excelente.

“Seguro que los demás agradecen una comida en condiciones para comenzar la jornada. La cena fue cada uno en su cuarto. Un buen desayuno servirá para incrementar la noción de grupo entre todos. Y quizá así Slarum relaje un poco su agrio carácter.”

Se dirigió a la cocina. Ya sabía que no estaba especialmente bien equipada, pero podría ser peor. Disponía de una buena chimenea, que podía emplearse tanto para colocar una olla y una sartén como a modo de horno. La despensa, en cambio, estaba más bien vacía,  tendría que devanarse los sesos hasta que se le ocurriera qué podría hacer.

“Lo primero es lo primero.” Como aún tenía agua de la noche anterior, se puso a fregar la sartén. Una vez que estuvo limpia, la secó, y antes de colocarla en la chimenea preparó el combustible. Cuando hubo apilado la madera de manera que la velocidad de combustión fuera óptima, colocó la sartén y volvió a su cuarto a por su libro de cocina.

Consultó el índice, buscando inspiración. Recorrió muchas entradas hasta que vio una que podría preparar con los medios a su disposición. Siguió examinando en busca de más recetas. Cuando llegó al final, había apuntado cuatro en una pequeña hoja. Con ella en la mano, abrió su mochila para sacar una de sus pertenencias más preciadas, su colección personal de hierbas y especias.



 

Dorian se despertó al escuchar un ruido metálico. Como veterano luchador que era, se echó rápidamente al suelo y buscó su arma con la mano.Entonces escuchó a Momo gritando algo con una voz muy alegre, y se relajó. Nadie les atacaba. Sin embargo, estaba orgulloso de su reacción. Algún día podría representar la diferencia entre la vida y la muerte.

Se aseó un poco y salió al salón. Allí se encontró a Dunedai, Momo y Epicuro poniendo la mesa. En el centro había una fuente con pan frito untado con lo que parecía mantequilla y hierbas. En un bol había tomate mezclado con aceite y más hierbas. Había también huevos revueltos, lonchas de tocino y verduras asadas. Se puso a salivar inmediatamente.

– Vaya sorpresa. ¿Quién se ha tomado la molestia de prepararlo?

– He sido yo –respondió Epicuro–. Pensé que un pequeño refrigerio nos gustaría a todos.

Dorian no se lo pensó dos veces, ya que com aventurero rara vez tenía tiempo para degustar comida tan elaborada. Cogió una loncha de tocino y una rebanada de pan, puso una encima de otra para preparar una tosta, y se la llevó a la boca.

– Está delicioso, Epicuro. Muchas gracias por prepararlo.

El mago se encogió de hombros.

– De nada. La cocina y la alquimia se parecen bastante. Sólo hay que emplear los ingredientes adecuados de la manera correcta, y el resultado siempre es el mismo.

Dorian se volvió hacia sus otras dos compañeras para ver qué opinaban. No tuvo que esperar la respuesta, ninguna de las dos podía hablar ya que tenían la boca y las manos ocupadas.

En ese momento entró Leras. Venía ya equipada con su armadura de cuero endurecido y todas sus armas encima, además de una pequeña mochila. Habría estado patrullando alrededor de la casa otra vez. “Con ella por aquí no necesitaremos hacer guardias. Pero se toma en serio lo de proteger a Slar. Me gusta.”

– Dorian, ¿hay algún pueblo o ciudad por aquí cerca? No he visto caminos, pero nunca se sabe. No me gustaría que tuviéramos visitas inesperadas.

– No, qué va, el pueblo más cercano está a tres días a caballo. Por eso dejamos a Slar aquí antes de ir a buscaros.

La mujer asintió. Miró en dirección a la mesa, pero no hizo ademán de sentarse.

– Leras, ¿no te unes a nosotros? –preguntó Dorian.

– Ahora, en un momento –respondió ella.



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En el texto hay: drama, aventura, magia

Editado: 17.05.2019

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