Dream on (starker fanfic)

Unica Parte

Tony sabía que su madre lo retaría una vez que la viera, pero él deseaba conservarla. En aquel lugar pocas veces conseguía encontrar mascotas, pero ahora que ella lo había encontrado a él, no había forma de que la dejara irse.

Una casa. Tony debía, primero que nada, hallarle un lugar donde dormir. Saltó de su cama sujetando cuidadosamente a su nueva amiga, firmemente escondida entre sus pequeños dedos, y correteo por su cuarto examinando cada superficie. 

Tenía una misión: Debía que encontrar un buen hogar para su amiguita. Obviamente uno oscuro, porque él sabía que sus hermanitas siempre estaban en la oscuridad; No muy frío, porque no les gustaba, ya lo había notado y aparte él no quería que ella pasase frío. Pero por sobre todas las comodidades, sabía Tony, debía encontrar un lugar en donde no se perdiera perder.

Escudriñó en cada lugar, pero al rato se dio cuenta de que todo parecía muy peligroso. Su cajón de juguetes era muy grande y podía caersele algo encima, en especial porque nunca lo usaba. Todos sus juguetes eran aburridos, pero Jarvis siempre intentaba convencerlo de que los usara y para eso cada mañana los desparramaba por el piso hasta que el los arrojaba dentro harto de esquivarlos. Bajo su cama era oscuro y amplio, pero hacía frío. El escritorio era muy alto y todos los libros que robaba a diario y guardaba en la biblioteca también se podrían caer sobre ella y lastimarla. Su armario, ultimo lugar en su amplia lista, siempre era revisado por su madre, así que ahí tampoco podía ser. 

Tony soltó un pequeño bufido y frunció el ceño molesto cuando se dio cuenta, muy indignado, que no iba a poder esconderla bien. Sus labios se fruncieron y aceptó la triste realidad con mucha mala gana. 

—Vamos a tener que hablar con mamá —le explicó con tristeza a su pequeña amiga. 

No había conseguido ni un día entero con ella y ya iba a tener que enseñársela a su madre. No es que ella fuera muy permisiva, pero si le hubiera podido enseñar algunos trucos como los que veía que los perros hacían en la tele, podría ser que ella lo ayudara a esconder su secreto de su padre. 

Antes de salir del cuarto Tony reparó unos segundos en su reflejo y revisó rápidamente su imagen. Ella siempre lo retaba mucho cuando salía desaliñado, así que debía encargarse de no ponerla de mal humor desde el inicio. La remera le molestaba un poco, odiaba el cuello alto, pero estaba limpia y poco arrugada. Lamentablemente, los zapatos no estaban del todo limpios, así que tuvo que arreglarselas para dejarlos brillantes antes de abrir la puerta. Ya que le iba a pedir que le dejara conservar a su nueva mascota, no iba a buscarse un problema mayor del que venía solo por no querer sacar la mugre de sus pies. 

Tony tenía cuatro años, pero sabía mucho sobre sus padres como para no saber que debía hacer si quería salirse con la suya. 

—Tu ahora tienes que poner carita de pena. ¿Si? —le susurró a su mano, planeando todo un discurso mental sobre cómo no podían abandonarla por ahí, con todos los riesgos que eso implicaba. 

Caminó lentamente desde su cuarto a la cocina, explicándole a su nueva amiga que ya iba a poder conseguirle una casa a su medida una vez que su mamá accediera a que la adoptara. Tony fue pensando en que cara poner exactamente, de que forma hablar y como poner en alto su mentón y fruncir los labios en un pequeño puchero.

Tan concentrado iba Tony en contarle a su amiga esas cosas, que hasta que no llego a la puerta de la cocina, no fue consciente de que había alguien más con su mamá. Frenó los pies a unos pasos de la puerta cuando escuchó la voz de su padre flotar en el aire. 

Tony miró sus manos y con un dolor repentino en su panza, se echó a llorar. Apretó las manos contra su pecho y quiso pedirle perdón antes de dejar a su amiga escapar, pero las manos de su madre fueron más rápidas y lo sujetaron debajo de los brazos alzándolo antes de que pudiera dejarla en libertad. 

—Tony... —le susurró ella dejando un beso en su frente y pese a que intentó escaparse de su agarre, más fuerte lo apretó— ¿Qué pasa, bebé? —murmuró con su dulce tono meciéndolo con cariño. 

Sin dejar de llorar y quejarse, Tony siguió negando pero su canturreo insistente le hizo saber que no habría escapatoria y que iba a tener que contarle.

—Y-yo qu-quie-ro mi nu-nueva ma-mascota —sollozó amargamente, escondiendo la cara en la curva de su cuello. 

Con su padre allí, su única oportunidad se había esfumado y eso dolía. Siempre estaba solo, no tenía amigos, Jarvis no estaba siempre disponible para sus juegos y su madre podía intentarlo, pero tampoco tenía mucho tiempo ya que salía siempre a esas reuniones con su padre. 

—¿Mascota? —preguntó Howard arrancándole una nueva ola de sollozos— ¿María de qué está hablando ahora? —preguntó con ese tono que sólo usaba cuando él estaba cerca. 

—No lo sé —respondió su madre girándolos hasta quedar frente a su padre— Tony, deja de llorar y dime que tienes. 

Tony, que solo hipaba entre sus brazos, escondió el rostro en el seguro cuello de ella y guardó las manos entre los dos. Procuraba no aplastarla y dejarle aire, así que como debía mantener los dedos ligeramente separados, la alejó cuanto pudo de los ojos de su padre.

—Mía —sollozo y poniendo cuidado de no apretar las manos que temblaban, las alzó un poco— Yo-yo la vi —le empezó a explicar entre pequeños y molestos hipidos— Pe-pero no grite. —aclaró. 

Quizás si demostraba que fue valiente como en las historias del amigo de su padre, dejaran que se la quedara como recompensa.

—Y-y ella vino sol-sola a la cama —se tragó un sollozo que quería salir y siguió hablando rápidamente. Su madre sólo lo miraba a él y puede tuviera una posibilidad después de todo— Y-y-y se acercó hasta mí —le dijo feliz— Y-y yo le dije que se quedara muy, muy quieta y me hizo caso —añadió exaltado recordando como su amiga había obedecido su tímida y casi asustada orden— Y... yo me la quiero quedar, pero tengo que darle una buena casa, bajo la cama no es un buen lugar —le explicó haciendo un puchero. 




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