De nuevo esa sala de juntas, de nuevo mis tacones pisando esa alfombra azul marino que combina con mi traje sastre del mismo color, mis manos sobre mi regazo, mis codos en los descansabrazos y mi mente en otra parte, repitiendo una y otra vez esta serie de eventos desafortunados que me han traído hasta aquí. En el resto de la mesa se encuentran sentados Elias Koskov, quien no deja de ver su celular mientras Rene Glozz me dedica miradas fugaces cargadas de incertidumbre y frente a ellos el imbécil de Müller que gira constantemente su bastón, siento que la punta de este terminará haciendo un hoyo en la alfombra, claramente ya no lo necesita, pero parece que le gusta sentirse víctima; a su lado está la psicóloga, la Dra. Beatrice que permanece estoica con una mascada de seda cubriendo su largo cuello mientras sus manos descansan sobre el folder, supongo que es el reporte que dice como esta mi condición mental, me pregunto qué tanto habrá escrito sobre mí, ¿inestable? ¿Violenta? ¿Poco apta para seguir en servicio? De nuevo esa angustia empieza a crecer en mi corazón, pensando en todas las posibilidades ante las que me encuentro, aunque ya tomé una decisión no puedo evitar sentir esa presión en el corazón, el temor a lo que puede venir.
Del otro lado de la mesa se encuentra el juez, quien sigue revisando papeles, los lee y los relee para pasarlos hacia atrás y después regresarlos como si se le hubiera olvidado ver algo. Intento respirar tranquilamente, pero no funciona, no puedo, siento que el aire se está viciando, que no se mueve en este lugar y poco a poco las paredes se reducen, la ansiedad se apodera de mí, sin embargo me mantengo firme, intento poner el rostro más tranquilo que puedo.
—Bien… Como sabrá agente Cárter… el audio jamás fue encontrado, tememos que durante la revuelta haya desaparecido, no necesariamente a manos de algún policía o compañero del agente Müller, ¿eso queda claro?— Me ve por encima de sus gafas y siento la mirada de todos en mí.
—Sí, señor— respondo lo suficientemente alto para que me escuchen y bajo la mirada hacia la mesa, no quiero ni ver a Müller, de seguro tiene una gran sonrisa llena de satisfacción.
—Bien, dado que la evidencia principal de lo ocurrido en ese lugar no ha sido encontrada, bueno solo nos quedamos con los hechos y la palabra de ambos. Antes de que tomen una resolución, Dra. Beatrice Rossi me puede hacer el favor de explicarme el análisis de ambas partes sobre lo ocurrido, ¿tiene su reporte listo?
—Así es su señoría— responde la psicóloga y mi estómago se hace pequeño, siento ganas de vomitar, por eso es que no comí en la mañana, por mucho que Lexy me insistió, simplemente sabía que me pondría así, tengo ganas de morderme las uñas, pero mantengo mis manos agarradas sobre mi regazo, un nudo en la garganta se empieza a formar y evita que el aire pueda entrar y salir con facilidad. —El agente Müller tiene problemas de autoridad, no acepta las ordenes de los demás, pero su carácter es afable, con facilidad puede acceder a las peticiones siempre y cuando le sean explicadas de forma amena sin exigencia— me muero por poner una cara falsa de sorpresa, claramente ese maldito no es accesible, es un puto egoísta, vanidoso, cabrón, aunque le hubiera pedido las cosas con dulzura me hubiera estado jodiendo de todas formas. Veo a Müller con su patética mascara de víctima, asiente con la cabeza y finge estar apenado. —En caso de la agente Cárter, tiene un temperamento muy brioso, agresivo, explosivo, su sentido de la responsabilidad es bastante marcado y busca cumplir con su objetivo, creo que aquí el problema se reduce a como se piden las cosas o como se toman las ordenes, considero que la culpa es repartida y ambos son agentes igual de culpables, pero si la agente Cárter no se hubiera comportado con prepotencia y altanería tal vez las cosas hubieran sido diferentes— mi mandíbula se desencaja totalmente, esta doctora ¿está consciente de que no nos pedimos las cosas a besos en la policía y mucho menos en la milicia?
—¿Perdón?— La veo ofendida, pongo mis manos sobre la mesa y no puedo evitar fruncir el ceño y apretar los dientes.
—Agente Cárter, guarde la compostura…— me pide el juez sin siquiera levantar su mirada de los papeles—…Dra. Rossi, entonces… su tuviera que recaer la responsabilidad en solo uno, ¿Quién sería?
—Claramente la agente Cárter— responde la psicóloga sin chistar, mi boca se abre completamente, sorprendida por sus palabras mientras Müller sonríe.
—Bien, gracias…—respira profundamente el juez y pone sus papeles en la mesa —…agente Cárter, ¿está consciente de lo que está pasando?
—Me temo que sí— respondo con el coraje atorado en la garganta. No debo de llorar, no debo de hacerlo, debo de mantenerme con la frente en alto.
—Si usted decide llevar esto ante el tribunal, lamento decirle que tiene muchas cosas en contra, casi todos los que estuvieron en esa misión aseguran que usted fue quien no fue clara en las ordenes, que los recibió con altanería y que todo se salió de control por usted, la psicóloga confirma que tiene un serio problema… aun así ¿desea llevar a cabo el juicio?
—¿Puedo decir algo?— Pregunta Müller levantando la mano como si estuviera en el salón de primaria, el juez asiente y entonces aparenta solemnidad —creo que suficiente castigo con haber perdido a Emerich, no le veo sentido llevar esto más lejos, agente. Me parece que asuntos internos ya se ha encargado de ofrecerle una salida más fácil— su mirada finge benevolencia y sus labios pelean por no mostrar una sonrisa llena de victoria. —Yo no tendría problema con ignorar todo esto y que usted se tome unas vacaciones para poner en orden sus ideas.
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Editado: 19.05.2021