—Nadia era… querida por todos, no entiendo cómo es que alguien le pudo hacer algo así— es lo primero que dice la madre de la primera víctima una vez que nos invita a pasar al comedor de la casa.
Veo cada detalle del lugar, no es muy ostentoso, no tienen personas de servicio, tampoco los padres parecieran alardear de dinero, son personas bastante sencillas. Me siento frente a la madre que ha ocultado su rostro entre sus manos mientras llora desconsoladamente por su hija muerta, el padre se mantiene de pie a su lado, acariciando su espalda con ternura intentando consolarla.
—¿Cuándo fue la última vez que la vieron?— pregunta Novak, su pregunta es fría, pareciera no sentir ni un gramo de empatía por ellos.
—Ella dijo que iría a casa de una de sus amigas para estudiar, tenía miedo de no aprobar su examen de admisión para la universidad— responde el padre con la voz quebrada.
—¿Llegó a la casa de esa amiga?— Pregunto tratando de que el tono de mi voz sea más afable.
—No… no llegó… ella iba a pasar la noche en esa casa, a la mañana siguiente no regresó, pasaba el tiempo y no recibíamos noticias de ella, decidí llamar a su amiga y entonces ella me comentó que nunca llegó a su casa— de nuevo la madre responde con la voz entre cortada y vuelve a llorar de forma desconsolada.
—La buscamos en todos lados, en cualquier lugar que ella solía visitar, pero… nunca la hayamos, cuando nos comentaron del cuerpo que habían encontrado… — deja las palabras en el aire, el padre no es capaz de continuar, el dolor atenaza su garganta y veo como las palabras no salen.
—¿Había alguien que no quisiera a su hija? ¿Algún compañero con el que tuviera problemas? ¿Alguna amenaza?— Pregunta de Novak con los brazos cruzados y sin dejar de ver a los padres.
—Todo mundo la quería, tenía muchos amigos, nosotros la amábamos… ella no tenía novio, pero no hacía falta, ella era muy feliz con el ritmo de vida que tenía, no había alguien a quien no le cayera bien, simplemente no tenía enemigos— responde de nuevo la mamá tomando una servilleta de la mesa y limpiando sus lágrimas.
—¿Podemos revisar su cuarto?— Pregunta de nuevo Novak y ambos padres, después de verse por un momento a los ojos asienten con la cabeza.
Tanto la madre como yo nos levantamos de la mesa; seguimos a los padres hacia unas escalera que llevan hacia un pasillo en el primer piso, la primer puerta parece ser el cuarto de la chica, es blanca y tiene unas flores rosas y moradas pintadas, la madre abre el cuarto y nos invitan a pasar, pero ellos prefieren mantenerse al margen.
—Lo que necesiten, por favor no duden en pedirlo, estaremos en la cocina— dice el padre abrazando a su esposa mientras la dirige escaleras abajo.
Mientras los veo partir con el alma hecha pedazos, Novak no pierde el tiempo y se pone a revisar las cosas, levanta pequeños post-it con una pluma de un pizarrón de caucho que tiene notas regadas en su totalidad. Suspiro profundamente y me pongo a ver a mi alrededor. La cama tendida, un edredón rosa cubriéndola, dos mesas de noche, una a cada lado, son blancas y arriba tienen cosas demasiado infantiles, un reloj despertador de elefante, una lámpara en forma de flor, parece la habitación de una niña, no de una mujer. En el techo y en las paredes posters de bandas juveniles, chicos con peinados de moda y vestidos de forma jovial, apuesto lo que sea a que son mucho más grandes de lo que aparentan. Su ropa está acomodada en un pequeño closet, en ganchos blancos y rosas salteados, aparentemente le gustaba tener cierto equilibrio en las cosas, en los colores, que todo fuera simétrico, tal vez algún problema obsesivo compulsivo que apenas se desarrollaba.
Mi primer impulso es levantar el colchón, siempre hay algo debajo del colchón; encuentro un pequeño diario, al igual que todo en la habitación, es color rosa, con pequeñas flores de plástico que asemejan a margaritas pegadas en la portada, tiene un pequeño candado. Voltea Novak y me ve con curiosidad, le acerco la pequeña libreta y saca una bolsa de evidencia para guardarla. Regreso el colchón a su lugar y sigo mi camino, abro los cajones y busco con cuidado de no revolver mucho sus cosas, supongo que a sus padres no les gustaría ver la habitación revuelta de forma brusca después de todo lo que ha pasado. Encuentro un post-it en cerca de la lámpara de noche, tiene un nombre y un número.
—Celia— pronuncio el nombre y veo un pequeño corazón dibujado con pluma. De nueva cuenta Novak me acerca otra bolsa y meto ahí el papel, de seguro es alguna amiga importante.
Seguimos buscando, recorriendo cada atuendo colgado en su closet, revisando sus libretas, abriendo las pequeñas cajas donde guarda sus collares, aretes y anillos, cajones con maquillaje y muchas cosas más, no es que podamos encontrar mucho. De pronto hago un alto, me siento perdida, como si sintiera que algo estoy pasando por alto, cuando volteo hacia la puerta veo a un pequeño niño rubio asomado, apenas se ven sus ojos, nos ven con tristeza y algo de rencor, como los invasores que somos. Cuando se percata de que lo descubrí se asombra y de inmediato, sin decir más se echa a correr, tanto Novak como yo nos vemos y no puedo controlar las ganas de correr tras él. Salgo al pasillo y está vacío, pero la siguiente puerta se cierra de forma estrepitosa y entiendo que ahí se escondió. Camino hacia ella, es blanca igual que la anterior, pero esta tiene cinta amarilla de “prohibido el paso” y letreros grandes y rojos con la palabra “Stop” dándole un aire más rudo que la puerta de su hermana. Toco un par de veces, pero nadie abre, intento abrir la perilla, pero está no gira.
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Editado: 19.05.2021