El despacho de la doctora Rossi es un caos, papeles tirados, sangre por todos lados, los sillones donde acostumbrábamos sentarnos están desacomodados, uno incluso totalmente volteado. Puedo recordar que ella fue la última que me dijo completamente segura que Aiden no era el asesino, lo sabía bien, pero ¿por qué? ¿Sabía algo que los demás no?
Tanto Akos como yo nos dedicamos a inspeccionar todo, de igual forma hay otros detectives aquí, tomando fotos, poniendo luz negra en la alfombra buscando pistas. Veo el espejo que tenía la doctora, grande y ovalado, perfecto para verte de cuerpo completo, siempre lo tenía olvidado a lado del librero, supongo que lo utilizaba para que sus pacientes se vieran más que para ella.
Reviso cada rincón, trato de no estorbarle a los demás mientras toman fotos y recogen huellas, solo hay sangre por todos lados, pero no encuentro un motivo por el cual ella fuera la siguiente víctima, ¿será por lo mismo? ¿Por qué ella sabía que Aiden no era el asesino? ¿Sabía quién sí lo era? Paso la mirada por cada libro en el librero, todos organizados por color y tamaño, desde el más grande y grueso al más delgado, si de algo hacía gala la doctora era de su exagerado control sobre el orden, cada cosa tenía un lugar y no podía estar de otra forma.
Me doy cuenta de algo en particular, un libro que desentona con los demás, pequeño entre los grandes y voluminosos, de pasta verde mientras todos son rojos, no puedo evitar tomarlo con curiosidad y revisar la cubierta.
—“Más allá del bien y del mal” De Friedrich Nietzsche— suspiro y siento como Akos se acerca y se asoma por encima de mi hombro para ver la portada —“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”— volteo hacia Akos que parece confundido, como si le hubiera hablado en chino— lo dijo Nietzsche… tenía un bigote genial— me da gracia su rostro compungido.
—¿Nietzsche? U la lá — toma el libro y lo ve de un lado y de otro.
—Tenía buenas frases…grandes moralejas… “¿Es el hombre un fallo de Dios, o Dios un fallo del hombre?”— Camino por el lugar viendo todo a mí alrededor, de nuevo regresando a la cruda realidad.
—¿Cuál es tu frase favorita?— Escucho a Akos y mi mente plasma la única que a veces llega a mi mente para atormentarme.
—“La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”— algo estruja mi corazón, volteo hacia Akos y parece también sorprendido —pero… ¿acaso nosotros no vivimos de eso, de creer que encontraremos al asesino, que las cosas se detendrán? ¿Por eso es que vivimos atormentados?
—Ah… pues… yo solo sé que se acabaron las bolsas para las evidencias— levanta los hombros y cambia mi faceta melancólica como si solo se tratara de pasar la hoja.
—Claro… claro— sonrío y muevo la cabeza mientras tomo el libro de sus manos.
—En verdad, esto… es excesivo, hay pedazos de cerebro por todos lados ¿Cómo es posible?— Veo el rostro de Akos algo pálido, parece que trabajar con vísceras no es su fuerte —iré por más bolsas ¿quieres algo?
—Jajajajaja no, muchas gracias— le sonrío mientras sigo caminando con el libro entre mis guantes de algodón.
Pienso en dejarlo de nuevo donde lo encontré, me planto frente al librero y lo hojeo rápidamente antes de entregarlo, algo me causa curiosidad, hay hojas en blanco y las que están escritas no son impresas, parece más una libreta que un libro, frunzo el ceño y volteo a mi alrededor intentando percatarme si alguien me ha descubierto, pero todos siguen absortos en su labor. Sigo caminando por el recinto mientras abro el libro y empiezo a buscar algo que llame mi atención, me voy hasta el final de la libreta y una frase me deja consternada. “El no sé comería el hígado, bien dijo que de seguro estaría cirrótico, ¿Qué se puede esperar de una cantinera? Claramente él no es el asesino, pero… ¿cómo explicarlo sin poner la soga alrededor de mi cuello?”
Cierro el libro como si esas palabras me hubieran asustado más que ver un monstruo a mitad del bosque, de nuevo mi mirada se mueve por la habitación, nadie está prestándome atención, pero me siento como si estuviera rodeada y a punto de ser descubierta. Entra Akos y me ve con el libro, pone los ojos en blanco y sonríe.
—Ya deja eso, no es momento de hablar de filosofía— pone las bolsas sobre el escritorio y de inmediato tomo una.
—La filosofía te ayuda a comprender la vida, nuestra existencia... nunca la dejes de lado— le sonrío mientras meto el libro en la bolsa y lo sacudo frente a él. —Llevaré estas muestras al laboratorio para que las analicen de inmediato, no hay tiempo que perder, mientras busca algo que sea relevante, revisa los libros, tal vez encuentres evidencia— le digo mientras tomo todas las bolsas y salgo del despacho de la doctora dejando a Akos confundido por mi petición.
Con forme camino intento parecer tranquila, veo las cámaras de seguridad a mi alrededor y llego al laboratorio donde dejo las cosas que sé que les corresponde analizar, me quedo con algunos papeles y sobre todo el libro. Veo en todas direcciones de nuevo y trato de pensar en el mejor lugar para leerlo, de inmediato se viene a mi cabeza la oficina de Novak así que me pongo en marcha mientras termino de quitarme los guantes de algodón. Me siento nerviosa, aun así nadie posa su mirada en mí, entro a la oficina y cierro la puerta poniendo el seguro, camino hacia el escritorio y me siento para de inmediato sacar el libro y empezar a hojearlo.
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Editado: 19.05.2021