Drink Me: Bebeme

Capítulo 17:

Me acerco lo suficiente para poder entregarle el folder a Aiden, lo tomo de la orilla y lo acerco a su reja sin quitarle la mirada de encima, él lo toma del mismo borde y antes de que pueda soltarlo, siento como uno de sus dedos roza con el mío, es apenas algo insignificante, un pequeño y sutil contacto, es tan diminuto que creo que ni siquiera él se percató de eso, pero dentro de mí hay toda una revolución, mi corazón se acelera, mi estómago se hace pequeño y mis pulmones parecen haber colapsado. Levanto mi mirada hacia él tratando de ver en su rostro si se percató de lo ocurrido o lo dejó pasar como si nada; por su sonrisa arrogante y su mirada afilada creo que lo hizo adrede.

Empieza a caminar por la celda mientras revisa el reporte, lo ve una y otra vez, pasa sus dedos por las imágenes y revisa cada punto en silencio mientras yo me cruzo de brazos y lo veo caminando por su reducida celda. A veces frunce el ceño, otras, sonríe, deja en la cama lo que corresponde a Celia Molina y cuando pasa al reporte de la doctora Rossi parece molesto, frunce el ceño y por unos segundos pareciera afectado, pero rápidamente recupera la compostura, aunque en realidad nunca la perdió.

—Vaya… —suspira y deja el reporte de la Dra. Rossi en la cama junto con el de Celia —…¿Tu dónde estabas, Cárter?— Me pregunta volteando hacia mí con curiosidad.

—No insinuarás que soy una de las sospechosas— pongo mis manos en mi cintura y parece que mi broma sutil no le hace gracia —estaba en mi casa, con Akos.

—Ah… el agente latino, ese pobre idiota enamorado de ti, claro tenía que regresar, no te iba a dejar morir sola.

—Ese no es el punto— me acerco un poco más rozando con la punta de mis zapatos la línea amarilla —¿Quién hizo esto? ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Por qué ellas?

—Celia Molina de seguro vio algo que no tuvo que ver… ¿recuerdas a las amigas de Goldverg y Boulton?

—Claro… las mataste y les arrancaste los ojos— le digo recordando esas escenas tan escalofriantes. —Celia nos entregó un celular, con él le había tomado foto al hombre que pretendía a su amiga antes de que esta desapareciera y la encontraran muerta… lamentablemente el teléfono cayó en cerveza y lo dejó inservible— levanto los hombros algo frustrada.

—La pregunta es ¿Por qué no silenciarla antes? ¿Por qué esperar hasta que les ofreció el teléfono?— Se recarga en las rejas de su celda y me ve fijamente.

—Ella había salido de viaje con sus padres, apenas había regresado.

—Puede ser un motivo.

—¿Puede haber otro?

—Puede haber muchos, agente…

—¿Cómo cuál?— Siento mis pies sobre la línea amarilla, aunque no la pueda ver sé que estoy sobre ella, más cerca de la celda, más cerca de Aiden, este solo sonríe y da media vuelta alejándose —Aiden— intento llamar su atención, pero no voltea.

—Dime, Cárter… alguien como tú, tan huraña y ajena a la sociedad… ¿admiras a alguien? — Pregunta ignorando todo lo anterior.

—¿Qué? No me has respondido, tampoco has hablado de la Dra. Rossi…

—Te hice una pregunta, Cárter… respóndela o vete— pone sus manos a la espalda sin voltear a verme.

—Si…

—¿Quién?

—Mi padre…

—¿Por qué?— Esa pregunta me deja pensando, tardo en responder y no por que no tenga nada que decir, al contrario, es demasiado lo que podría decir de él que admiro, pero es algo personal, es de esos pequeños tesoros que guardo en el corazón y que de cierta manera siento que al decirlos se desgastan.

—Cárter… tienes una caja de pandora ahí, oculta en ti, todos tus recuerdo los guardas recelosa en ella, temes exponerlos, temes que alguien más acceda a ellos, pero a veces soltarlos te liberará— voltea hacia mí y me descubro abrazándome a mí misma, como si esa fuera la mejor forma de no soltarlos.

— Yo… lo admiro por su fuerza, su inteligencia y su voluntad… era un hombre inquebrantable, jamás aceptó un soborno, jamás dejó de hacer su trabajo… él amaba hacer lo correcto y mucha gente lo apreciaba por eso…

—¿Querías ser como él?— Se acerca de nuevo a la reja y su mirada parece querer convencerme de que siga hablando, mientras yo sufro por hacerlo.

—Desde pequeña… lo veía y sabía que mi camino era ser como él, tenía el ejemplo de mi prima, una soldado, pero había algo turbio en ella que no me permitía del todo adorarla, en cambio mi padre… él era… comprometido con todo lo que hacía, siempre buscaba hacer las cosas bien, fuera mucho o poco, trataba de ser excelente en todo y no solo eso, ayudar a los demás a veces a costa de él mismo… siempre quería hacer lo correcto— no puedo evitar sonreír al evocar su imagen, siempre fue un padre cariñoso, tierno, tenía un temperamento fuerte, pero aun así era protector con su familia, responsable —siempre fue un hombre que prefería quitarse el pan de la boca antes de que su hija o su esposa pasaran hambre, siempre luchando, siempre buscando que más hacer por nosotras y para nosotras— bajo la mirada y no puedo evitar sentirme melancólica al recordarlo.

—Un hombre comprometido con la mujer que amaba y el fruto de esa unión, tu, pequeña Cárter… admirable.

—Recuerdo cuando era muy pequeña… él había ido a la tienda a comprar unas cosas para la comida, solía fumar en ese entonces y lamentablemente tenía problemas en su trabajo, un amigo lo había traicionado y lo habían suspendido, reduciendo su salario hasta que las cosas se arreglaran… no teníamos carencias, pero tampoco es que pudiéramos estar gastando en cualquier cosa que no fuera indispensable…— aprieto mis labios y puedo verme a mí misma a esa edad, me llevaba de la mano y recuerdo que veía mis pasos, mientras yo tenía que dar dos o tres él solo daba uno —…cuando llegamos a la tienda yo estaba pegada a la vitrina donde exponían los dulces… había un abarra de chocolate que se veía enorme y podía saborearla tan solo con verla; nunca fui una niña que pidiera mucho, pero ese día moría por comerme ese chocolate, así que fui con mi papá, lo jale de la mano y le pedí la barra, él sonrió y la tomó al mismo tiempo que agarraba una cajetilla de cigarros, esto era lo único que le ayudaba con el estrés… por un momento vio ambos, el chocolate y la cajetilla, después metió su mano al bolsillo y lo vi contar monedas, en mi corazón sabía que tal vez no obtendría ese chocolate y me estaba preparando para decirle que no había problema, que lo entendía, que sería en otro momento, cuando la señora le dijo el total, mi padre sin decirme nada regresó la cajetilla de cigarros y pagó la cuenta, tomó las cosas, las metió en la bolsa y me dijo que hasta que terminara la comida me daría mi chocolate… me quedé sin palabras, no entendía por que había preferido mi chocolate en vez de sus cigarros hasta que llegamos a la casa y entonces le pregunté, solo sonrió, sacudió mi cabello y me dijo que su vicio no podía ser más importante que un gusto para su hija, que valía más la pena verme comiendo ese chocolate a que él se fumara sus cigarros…— levanto la mirada hacia Aiden y noto que me está prestando toda la atención, sin miradas burlonas, sin sonrisas irónicas, pareciera enternecido por mi anécdota. —Perdón… creo que… eso era innecesario.




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