Los árboles se mueven de un lado a otro y una ráfaga de viento choca con mi cuerpo y me hace estremecer. Mis manos se colocan de un morado pálido y y hago una mueca, esto no debe ir más peor. Joder...
Miro el cielo y las nubes grices se empiezan a juntar. El sol está oculto y la lluvia se aproxima.
"Si no te apuras, te regañaran y quedarás toda empapada"
Habla una vocecita en mi cabeza. Guardo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y apresuró el paso. Paso por una villa y veo las casas que tiene chimenea y sale humo de estas. Quisiera estar en mi casita calentita junto a mi chimenea comiendo pingüinos.
Paso por una plaza y veo los árboles; cuanto me gustan los árboles. Por mi tendría un jardín repleto de sauces, son mis árboles favoritos. Veo a un chico jugando con un perro de color negro y me asombro de que raza es. Es un Gran Danés negro entero.
El año pasado le pedí uno a mi padre, pero me dijo que no, ya que son unos de los perros mas peligrosos del mundo junto con los Pitbull, por lo que busque el Google, el Gran Danés es una raza alemana y que fueron usados por los romanos para las guerras. Así que sí, es una raza peligrosa, pero a mí me gustan y un día de estos me lo compare. Son caros, pero tengo buena situación económica, en eso no tengo problema, el problema aquí es mi padre.
Sonrió al ver al chico abrazar al perro y este se sube arriba de el y lo bota. Sigo mi camino y llego a un paso de sebra. Paro y miro para ambos lados ya que no quiero morir tan joven. Cruzo la calle y otra ráfaga de viento hace que el gorro de mi cabeza se vuelve. Lo agarro más que rápido y me lo vuelvo a colocar. Todos mi bellos se erizan y me estremezco.
Veo a un gato urgeando en la basura y mi corazón se encoje. Pobrecito, maldigo a la persona que lo voto en la calle. Los animales no merecen ese trato, ellos merecen que los quieran y que los amen.
El gato se da cuenta de mi mirada y me da una mirada rápida para luego salir corriendo y desaparecer por unas de las casas.
Suspiró y miro el camino por donde voy. No valla hacer que tropiese y me saque la mugre por andar viendo a un gato.
Saco mi celular del bolsillo de mi chaqueta y me faltan treinta minutos para llegar a la terapia. Lo guardo y camino a un más rápido.
Veo como el pavimento se empieza a mojar y miro el cielo rápidamente. Una gota de agua cae en mi frente y párpado varias veces.
—Mierda... —gruño por lo bajo y empiezo a trotar.
"Apura...que me voy a mojar por tu culpa..."
Nuevamente escucho esa voz y niego.
Creo que estoy loca al escuchar una voz en mi cabeza o es mi "Subconciencia"
Veo el edificio a seis casas más allá y sé que estoy serca. Mi chaqueta se empieza a mojar con gotitas de agua y me asusto. No es que no me guste la lluvia, no, más bien amo la lluvia y amo los días así, pero este no es momento para que llueve, no ahora.
Llego y me refugio bajo techo. Respiró más aliviada y me sacudo. Respiro profundamente y abro una enorme puerta de cristal. La resección tiene un agradable olor y se nota que está puesta la calefacción y eso me coloca de buen humor.
—Justo a timpo —miro por donde proviene esa voz y sonrio.
—Talya— ella me devuelve la sonrisa.
—Llegas justo a tiempo, te está esperando, recuerda comportarte. —asiento sonriente.
Me quito la chaqueta y la cuelgo en el perchero que está en la entrada. Camino al ascensor y aprieto el botón verde. Las puertas se abren y me adentro. Aprieto el botón número 3 y las puertas se cierran.
Ya en el pasillo camino y una de las puertas se abren saliendo un chico muy guapo y alto de esta. Me sonríe con picardía y le devuelvo la sonrisa.
—Pense que no vendrías, mi corazón se empezaba a desquebrajar— coloca su mano en su corazón dramáticamente y yo suelto una carcajada.
—Yo igual te estrañé. Luego hablamos, voy tarde. — paso por al lado suyo.
Asiente y sigo mi camino.
Llego a la puerta número 8 y respiro profundo. Coloco mi mano en el pomo y lo giro para que la puerta se habrá. Entro y un olor a frutilla llega a mis fosas nasales. Ese olor me agrada.
—Buenas tardes Mela. —encuentro a mi psicóloga sentada al frente de un sillón negro largo y tiene una libreta entre sus manos.
—Buenas tardes señorita Hanna, he llegado justo a tiempo y eso es lo que vale. —da un asentimiento de cabeza y señala con la cabeza el sillón y camino al sillón para sentarme.
Me siento.
—¿Cómo has estado? —pregunta con una sonrisa.
Respiro profundo y me recuesto en el sillón para quedar boca arriba.
—¿Verdad o mentira? —pregunto mirando el techo y jugó con mis dedos.
—Sabes que quiero la verdad, así que pregunto de nuevo; ¿Cómo has estado?—
Respiro profundo y me armo de valor.
—Mal, muy mal. Me han cambiado de colegio, otra vez, ya sabe, por el bullying y eso. —anota algo en su libreta y asiente.
—¿Cómo vas con tus amigos? —sonrio sin pensarlo.
—De maravilla, cada vez nuestra relación es más fuerte y más unida, los quiero.
—¿Y con tu padre? —suspiro.
—Como siempre, no pasa en el casa ya que pasa de viaje y las veces que lo veo es para... —callo.
Juego con mis dedos nerviosa, aunque mi psicóloga ya lo sabe. Igual me da cosa decir.
—Para inyectarte. —termina por mi asiento. —¿Y por qué tus compañeros te hacían bullying? —su pregunta me toma desprevenida y la miro.
—Por...porque pensaban que estaba loca y creo que tiene razón. Tal vez de verdad estoy loca y esas escenas no dejan de reproducirse en mi cabeza y aveces tengo crisis de pánico. —asiente lentamente y anota en la libreta.
—¿Y desde cuando tienes esos episodios? —pregunta intrigada.
Es mi psicóloga y tengo que contarle todo. Ni siquiera mis mejores amigos lo saben, solo mi padre y yo, pero es hora de decírselo a mi psicóloga.
—Desde...desde que mate a mi madre...