CAPÍTULO 10

SAE:

Pasaron las primeras horas con normalidad. Ya en receso, Yuri y yo fuimos por algo de alimentos y  caminar un poco por los patios traseros. Estamos caminando y hablando de cualquier cosa.

-Sae, quiero ir a los servicios.

-Ok, vamos -dije desganada- aunque no quiero caminar más.

-No, mejor quédate porque te estás quejando todo el tiempo. Te conozco. Ya vuelvo -dijo.

-No exageres. Últimamente, cada cosa que hago o digo solo recibo reproches de ti -dije.

Me sentí aliviada de no ir con ella. Los baños están distantes, pero tampoco quería quedarme sola o eso creía. 

-Hola, Sae -siento que me abrazan por la espalda. Por su perfume era imposible de no reconocerlo, Jungkook. Este chico quiere que lo golpee nuevamente. Qué manera de asustarme siempre.

-Me sofocas. Quítate -me aparté. Aún no me acostumbro a sus repentinos abrazos- ¿Quieres que te golpee otra vez? 

-¡Qué genio! ¿Qué haces aquí y sola? -interrogó.

-Espero a mi amiga. Ya está por llegar.

-¿Yuri? -asentí- Entonces, te acompaño, mientras ella regresa.

-Ok, gracias.

-Dime, ¿soñabas cuando dormías?

-Oh, sí. Fue muy doloroso y conmovedor. Cuando desperté, parecía que era verdad lo que sucedía. Mira...

Yuri interrumpió cuando me disponía a narrarle mi sueño.

-¡No puede ser, Sae! Uno se va por un momento y ya te veo con otro chico -mira a Jungkook de pies a cabeza. Como nunca, vi desencajado su rostro. 

Ella me había advertido que no le gustaba verme con él. A veces, se comporta rara.

- ¡Vámonos! -decía, mientras me llevaba casi arrastrándome.

-¡Bye, kook! -dije.

Estaba incómoda por la actitud de Yuri. Él no tiene ni la apariencia de un abusador para que actúe así. Ese incidente me dejó apenada y decepcionada, pues ella es mi mejor amiga y la quiero mucho. La conozco desde que tengo uso de razón. Siempre hemos sido fieles confidentes de tantas travesuras y aventuras infantiles. 

JUNGKOOK:

Pasaron las horas y llegó el receso. Como de costumbre, mis amigos y yo íbamos a los patios posteriores. Esta vez decidieron una partida de básquet. Por mi parte, les dije que no participaría y se vacilaron de ser aguafiestas.

Me senté sólo a escuchar música. Pasaron unos minutos y los chicos sí que disfrutaban su juego. Yo me divertía observándolos desde una de las tribunas. Giré la mirada y  me percaté de una chica. No la veía muy bien por la distancia. Decidí caminar un poco dirigiéndome hacia ella. Me acerqué y era Sae. La abrasé y olía muy bien, no me había percatado de su fragancia cuando estuvo en el auto. Creo que he adoptado una sana travesura y, al parecer, no le gusta y se molesta, pero aún así, me gusta más hacerlo.

No pasó mucho tiempo y su amiga llegó. Ella no muestra una actitud agradable conmigo. Uff... creo que le caigo gordo. Ya estoy acostumbrado a eso. Es raro, actúa como si quisiera que me aleje de ella. Es muy extraño. 

SAE:

-¡Eres una grosera! Ya no me gusta tu comportamiento hacia él.

-Sae, seré directa. Durante este tiempo he estado pensando muy bien de lo que te voy a decir. Si no te alejas de él, rompemos esta amistad. ¿Qué prefieres, una amistad de 17 años o una de un mes? Piénsalo bien, Sae.

-No puedo creer lo que me estás diciendo, Yuri. Estás actuando como mi familia. Seguro mi madre te obligó a decirme eso.

-Tu madre no hizo nada. Esto lo digo en serio y no es una broma, Sae.

Se me formó un nudo en la garganta y mi corazón estaba oprimido de un intenso dolor. Estaba a punto de desahogarme diciendo algo que quizá me iba a doler mucho más. Ya era suficiente con la frialdad de mi madre y mi hermano. 

 -Yuri, no me gustan las amistades falsas, con tú. Tantos años para nada. Al parecer, ambas tenemos conceptos muy distintos de lo que es la amistad. Siempre me pones tus condiciones y creo que siempre  ha sido así y yo no quería aceptarlo. 

Salí corriendo y mis lágrimas salían sin permiso alguno, sólo brotaban sobre mis mejillas. 
Llegué hasta un jardín sin percatarme. Era el que quedaba por el patio principal ¿Tan rápido corrí? 
Me senté y cubrí mi rostro con mis rodillas, mientras lloraba. Traté de calmarme, pero era inútil. En mi mente solo pasaban, unos tras otros,  muchos momentos que había pasado con ella. No sé si era para consolarme, pero había un equilibrio entre las actitudes que mostraban su sincero cariño hacia mí y el egoísmo personificado. ¿Será bueno o malo? 

De pronto, escuché una voz masculina, que me decía algo mientras me tocaba mis hombros.

-¿Éstas bien? -dijo aquella voz.

》》》》》》》