Dueles.

Unas miradas extrañas

Mariana llamó dos taxis,  y Arturo dió una dirección,  pro se aseguró muy bien de que yo no escuchara,  A parecer todos estaban enterados menos yo,  no me molestó pero si me causó mucha curiosidad.  Duramos 15 minutos para llegar,  teniendo en cuenta que las calles estaban vacías en comparación con otros días. Nos detuvimos en frente de un centro comercial muy hermoso, al cual se me había hecho raro no haber ido ya.  Entramos y dimos unas cuantas vueltas,  tomamos muchas fotos en este lugar.  Tomar fotos era algo que me liberaba de mi tristeza,  amaba mi sonrisa,  incluso cuando estaba triste,  lucian reales,  ademas suelo olvidar las cosas,  y tener registro de ellas me agradaba mucho,  en especial cuando era con mis amigos. 

 

Ya empezaba a exasperarme este lugar,  mi aspecto no era acorde y esperaba llegar pronto a un lugar que no me dejara recordar, que no trajera consigo momentos... Pronto nos dirijimos a la salida y caminamos dos cuadras más, llegamos a un edificio que tenia un aspecto muy elegante y formal, Juraría que es un edificio con oficinas y de alguna empresa muy importante para el mercado. Entramos por la puerta principal sin ningún tipo de problema, y al dar unos cuantos pasos más,  nos encontramos con dos puertas en vidrio que no permitían la vista de su interior. En la puerta de la derecha no era nada fuera de lo común, sin embargo la de la izquierda se mantenía más llamativa, encima tenía un letrero bastante grande en letra neón, que daba la entrada a "el ártico", que nombre mas acordado a mis sentimientos... 

En ambas puertas se podía identificar dos guardias de aspecto amenazante, todos llevaban traje formal y un audífono colgando de sus orejas,  uno de ellos llevaba una pequeña libreta y nos miraba de forma extraña, sentí que hizo énfasis en mi rostro, aunque claramente podrián ser malentendidos. Inmediatamente, Arturo, procedió a mostrar una especie de identificación del bolsillo de su abrigo, y el guardia,  procedió a recibir el abrigo de cada uno de nosotros y darnos paso a tan misterioso lugar, por ahora,  sería solo la puerta llamativa. 

Al entrar por aquella puerta, caminamos por un largo pasillo de aspecto sensual, tenía tapicería de un rojo profundo, sus paredes eran de color negro con detalles pequeños de color dorado, poco notorias pero dándole mucha elegancia al lugar. Llegamos a otra puerta pero primero nos cruzamos con una mujer bastante atractiva, morena,  voluptuosa y de cabello corto y recién alisado.  Ella nos miro con bastante curiosidad,  en especial a mi, sentía que me estaba volviendo famosa o tenia algo en el rostro. Ella se dirigió a nosotros, pidiendo una serie de códigos y reservaciones que al parecer solo Mariana tenia conocimiento; ella dió bastantes respuestas y tuvo una pequeña charla con aquella mujer como si no fuera la primera vez que estuviera alli. 

Luego de un pequeño interrogatorio, la mujer procede a abrirnos la puerta e indicarnos donde se encontraban nuestros asientos y asignando un camarero para nosotros especificamente. Ya me parecia demasiado,  creía que nuestro destino seria una discoteca como todas las demás,  empezaba a sentirme una molestia, porque sin duda el motivo de nuestra salida era yo,  aunque siendo sincera no creía necesitarla. 

Al Entrar, todo fue bastante fuera de lo común, el lugar era todo en tonalidades blancas,  azules y uno que otro toque negro, habían varias mesas situadas Cerca de las paredes, eran muy elegantes, tenia un bar con una estantería en perfecto orden y con luces azules con algunas decoraciones en copos de nieve, había una gran barra color negro con asientos cerca de ella, atendia un hombre bastante atractivo, usaba una camisa negra con los botones desabrochados y las mangas recogidas, era alto, por lo visto mantenía una vida con bastante ejercicio y dieta, su cabello oscurl estaba desordenado pero le daba un aspecto sensual, su mirada era bastante profunda y picara, sus labios perfectos y su sonrisa con aires de complicidad, sin duda un hombre que solo ves en las peliculas. Nos dirigimos a donde nos habían indicando anteriormente,  la mesa estaba en una de las esquinas, y en todo el centro del lugar, estaba una pista de baile, llena de personas que bailaban al ritmo de la música acogedor y seductora del lugar. De repente,  se acerca el camarero con unos cocteles distintos para cada uno, saboreé y disfrute lentamente el placentero sorbo que acababa de dar al mio. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.