Dueña de mí

Capítulo 5

—Dios mío, no puedo creer que ese escandaloso viva justo atrás de mi casa —hablaba Delia con molestia—. ¿Y sabes qué es lo más curioso? ¡Que nunca me había dado cuenta!

—Es porque Julián es muy reservado —decía Valeria—. Casi nadie sabe nada de él, ni siquiera tiene amigos.

Ambas se dirigían a su próxima clase con lentitud y pereza

—Ya lo sé, pero por lo menos debí verlo una sola vez, ¿No lo crees?

—Pf, ¿Qué se puede esperar de alguien que se la pasa solo todo el tiempo? Seguramente siempre está encerrado en su casa.

—Tienes razón. Da igual.

Pasaron tres horas en donde Delia se la pasó bostezando, quizá porque el molesto de su compañero-vecino había oído música a muy altas horas de la madrugada, sumándole las quejas por parte de sus vecinos, y  los tan merecidos regaños de sus padres.

—Si me duermo por favor despiertame —dijo hacia Valeria bostezando un par de veces más.

Después de media hora de tan aburrida clase, finalmente eran libres. Salir de la escuela la puso de buen ánimo.

Caminando hacia la salida se topó con la mirada de Julián, notó unas considerables ojeras bajo los ojos oscuros de su compañero. Su mirada se veía incluso más cansada que la de ella.

Él al verla también pudo ver el rostro adormilado de la morena, rió un poco en sus adentros, aunque en el exterior se limitó a rodar los ojos y seguir su camino metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

A Delia no le agradó que le hubiera rodado los ojos, ya que él también había sido culpable. Bufó indignada y siguió caminando. Inevitablemente encontró la espalda de Julián camino a su casa, pues éste tomaba el mismo rumbo.

                           ♥

Una semana pasó. Delia contaba los días con angustia pensando en que debía hacer el proyecto de Ecología, sin embargo, no era capaz de acercarse a su compañero de equipo. Y tampoco sabía de qué iba su proyecto.

Julián, orgulloso, tampoco se daría la molestia de recordarle a la morena el tan importante proyecto de la materia que a él tanto le fastifiaba. Aunque por otra parte, también se encontraba un poco preocupado.

—¿Sabes qué? Creo que será mejor hacerlo sola. No veo iniciativa de su parte, y yo no pienso ir a hablarle después de que no me dejó dormir.

—¡Por Dios, Delia! —A su amiga le hacía gracia la situación de la morena—. No puedo creer que aún no lo superes, no fue para tanto.

—¡Claro que lo fue! Por su culpa ahora los vecinos creen que soy una muchacha rebelde, y mis padres me regañaron. ¿Sabes desde cuando no me regañaban? ¡Desde hacía un mes! Y por su culpa rompí mi tan costoso logro.

—Puedo hablar con Julián si tú quieres.

Delia miró los ojos cafés de su amiga con un poco de esperanza.

—¿De verdad harías eso por mí?

—Por supuesto. Déjamelo a mí, verás que pronto lo resolvere.

—¡Gracias! —exclamó la chica de los ojos grandes abrazando el delgado cuerpo de su amiga.

Era verdad que ambas eran muy distintas. A Valeria le gustaba el rock, y Delia degustaba de música pop. Mientras que la morena usaba vestidos sueltos y blusas ligeras y floreadas, Valeria prefería usar estampados de bandas y pantalones holgados con tenis. Valeria no era demasiado femenina, y Delia sí. A pesar de todas sus diferencias, y estar en desacuerdo en la gran mayoría de cosas, eran buenas amigas.

Delia había tomado la iniciativa de hablarle a Valeria en los primeros días de clases. La había visto siempre sola acompañada únicamente de sus audífonos. Valeria, al principio se comportaba reacia con la chica morena, ya que le parecía ridícula su forma de vestir, sin embargo, se dio cuenta que era mucho más que una simple apariencia. Ambas se convirtieron en buenas amigas más pronto de lo esperado.

 

Al término de clases, Valeria esperaba desesperada al muchacho de los audífonos mientras que Delia aguardaba en alguna otra parte donde él no pudiera verla. Valeria divisó al muchacho caminando hacia la salida de la escuela —donde ella se encontraba—. Caminaba siempre mirando al frente con sus audífonos blancos, llevando aquella mochila roja que le quedaba bastante bien.

"Al parecer siempre camina con prisa" pensó Valeria sin dejar de observarlo.

Cuando el joven ya se encontraba lo suficientemente cerca, Valeria hizo su trabajo deteniéndolo. Julián frunció el ceño apretando la boca con cierta molestia.

"Este tipo no puede ser más discreto con sus facciones" pensó la castaña con amargura.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó el muchacho sin discreción de su molestia.

—Como sabrás, soy amiga de Delia y ella se sintió mal y tuvo que irse temprano a casa, pero como soy tan buena amiga decidí preguntarte ¿cuándo harán el proyecto? —Julián sonrió de lado sabiendo lo que tramaban—. Es que la veo muy preocupada y por eso quise preguntarte.




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