Dueña de mis letras

Vieja casamentera

Anoche intenté contactar a mi amiga durante mucho rato, pero no conseguí respuesta, y hoy sábado sigue sin responderme. Y ahora que estoy en cama enferma la necesito más que nunca. Quién me va a enviar videos divertidos con los que pasar el mal rato. Pasa y pasa el tiempo, sigo intentando con los mensajes de texto, pero no hace más que ignorarme, y lo único que conseguiré llamándola será enojarla más de lo que creo que ya está.

Sé que podría aprovechar esta oportunidad de estar en cama y leer hasta que se me canse la vista, pero pierdo el tiempo al ver cómo cae la nieve por mi ventana. Ayer no debí desabrigarme en medio del ataque de ansiedad, pero lo hice y estas son las consecuencias. Sólo espero que el lunes pueda sentirme mejor e ir al trabajo sin dificultad alguna.

Mi madre entra con una taza en la mano y un olor asqueroso que proviene de esa cosa. Siempre tiene una mezcla mágica para curar lo que sea, pero la de traer algo con buen sabor no se la sabe. Todas sus pócimas saben asquerosas.

—Tómatelo y no reclames —me advierte.

Tapo mi nariz y trato de beberlo de un solo sorbo, pero me da una arcada y ella golpea la parte trasera mi cabeza.

—Uno tiene que andar cuidándote y más encima reclamas. Para qué se enferma. Malcriada —dice al salir de la habitación.

Una madre india siempre te hará sentir como una niña pequeña aunque ya lleves tres décadas respirando en este mundo. No sé si es una maldición o bendición, pero trae consigo también sus buenos momentos, como esta ocasión, por ejemplo. Si viviera sola —si pudiera costearme la vida — tendría que levantarme a preparar comida o un té con el que calentarme, y con el dolor de cabeza y malestar eso debe ser horrible. ¿Cómo lo hará la gente que vive sola cada vez que se enferma? ¿Cómo lo hará Chacumbele, acaso vivirá solo?

Aksh abre la puerta pero no entra, se queda apoyado en el marco de la puerta sin decir nada, sólo está ahí estático con los brazos cruzados y una cara de preocupación que termina preocupándome a mí.

Kya hua? —pregunto moviendo un poco la cabeza.

Niega con la cabeza tratando de calmarme, pero lo conozco demasiado bien, pues como hermana mayor me tomé el trabajo de, durante todos estos años, observar a mis hermanos pequeños lo suficiente para saber cuándo mienten y cuando no, cuando están bien o mal, cuando están preocupados o living la vida loca.

—A mí no me engañas —resoplo.

Sonríe leve.

—No es nada, es que… me preguntaba si me comporté como un hermano muy sobreprotector —se rasca la nuca nervioso.

Le hago un gesto con la cabeza para que se acerque a la cama. Accede y se sienta a los pies de mi colcha.

—No te preocupes por eso, te lo agradezco mucho, pero te aseguro que el idiota de Chacumbele no fue el culpable.

Suelta un suspiro y abre bien los ojos, y de pronto, su singular sonrisa vuelve a aparecer iluminándole el rostro. Se ve bien, es bastante guapo, y eso que cada vez que solíamos discutir le decía lo feo que era, pero no es verdad, lamentablemente debo aceptar que tiene su encanto, pero a veces su personalidad lo arruina. Hombres.

—Me había asustado, porque siempre te venían esos ataques de pánico con el imbécil de tu ex, y hablando de eso —me apunta con el índice —, no sé si querrás oír lo siguiente.

Hablar de Jonah hace que me ponga nerviosa, y cada molécula de mi cuerpo se tensiona, más al notar el repentino cambio de tono con el que habla Aksh.

Bolta —lo amenazo con los ojos.

Ladea la cabeza de un lado a otro indeciso y aprieta sus labios porque no quiere hablar al respecto.

—Es mejor que lo veas.

De su bolsillo extrae su celular y le toma unos segundos desbloquear su teléfono y buscar lo que sea que quiera mostrarme. Entra en Instagram y lo sorprendo tecleando el nombre de mi ex, quien tiene una cuenta privada…

—Mira esto —pone la pantalla de su celular frente a mi cara. Muy cerca.

Aparece abrazado de lado tomándole la cintura a una bella mujer de piel canela y cuerpo envidiable. En la descripción de la foto aparecen unas palabras cursis que dicen: “Mi Taj Mahal. La maravilla India.”

—Wow —me oigo decir.

No sé si usé esa expresión por el asombro de ver que está con una mujer bella que, además es india al igual que yo, o porque la descripción de la imagen me da vergüenza ajena.

—Cómo es que sigues teniendo a Jonah en Instagram, Aksh —le llamo la atención.

Sus hombros se elevan y pone cara de no saber.

—Es que, bueno, a él también le gustan las películas.

—¡Creí que lo odiabas! —lo ataco.

—¡Sí! Y mucho, pero hay que separar las cosas —se defiende.

Me desahogo con mi hermano, pero no es él el causante de mi furia, es la pena que me produce ver que he sido reemplazada cruelmente por otra mujer de mi misma raza que además es mil veces más bella que yo.

—Tiene un aire a Janhvi Kapoor.

Es que Aksh tampoco aporta.

—¡Vete de aquí maldito, y no vuelvas a menos que me traigas un masala chai! —lo expulso de mi habitación primero botándolo de la cama con una almohada que le golpea en toda la cara.

Corre desesperado hacia la puerta antes de que pueda aventarle otra cosa.

Vuelvo a quedar sola, y Nora no me contesta, y estoy más triste que antes, y más sola, porque sola estoy físicamente, pero siento que ahora estoy abandonada. Creo que debería seguir mi cultura y aceptar un matrimonio arreglado, pero con los años que tengo, hasta eso se ve un poco complicado. ¿Debería abrirme una app de citas? No, mi mamá me mataría si se enterase que he avergonzado a la familia hasta tal nivel.

Pero si hace unos días atrás estaba rogándome que volviera con él, de dónde es que sacó esa perfecta mujer con un perfecto cuerpo, delineado perfecto, y apuesto que una perfecta personalidad. Como si fuera tan fácil conseguir una pareja, o un reemplazo. Debería hacerme un piercing en la nariz a modo de despecho, después de todo siempre quise uno, pero simboliza el matrimonio y la fertilidad, y conmigo digamos que eso no va mucho.




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