Serenatas que encantan nuestra voz, nuestra nostalgia inspiradora, que ayuda sirenas y ayuna letras caribeñas.
Como un silbato de esmeraldas, presumo ser persona brillante, cuando en el alma palpito el instante de luz.
Un instante que son mil instantes y constantes destellos.
Luz u oscuridad, quietud, rabia e impotencia.
Todo se acumula, decantando en llanto... O en caos.
¿Por qué no logro entender, los mundos que se llenan de colores, y logran buscar ese escape de grises, que alborotan las mareas de la sabiduría y bailan entre la amargura de los días?
Una amargura que busca atraer todo lo bueno, llevarlo a su dominio y acabar con la luz de los días prósperos y de alegría.