Si tu presencia no remedia mi nostalgia,
auséntate, hasta que crea que te pierdo.
Es que en este suspiro, yo te encuentro,
te habito, como una amapola suave y soñadora.
Pero la eternidad de los seres puede ser efímera,
sucumbiendo en tan solo un instante de indómita lucidez.
Llenando todos los vacíos, en un solo sentir azul, de tus horas.
Que convierte tinieblas en luz.
Y versando sobre las auroras,
allá en los límites de este cielo, emerge de mí un sueño.
Así es como este bello poema, te envuelve en los matices serenos de las olas,
cuyo nombre es tu sonrisa.