Miro tus ojos, porque son así. Como una nieve que engalana mi nuevo amanecer.
Oigo tu risa. La que hace brillar incluso a la sombra más nocturna.
Donde no hay luna que la rima no llegue a alcanzar.
Y en la cima de la montaña más lejana brota un manantial de eternos suspiros.
Cuya miel abstracta forma una sonrisa muy cercana, dentro del oasis mágico de las golondrinas.
Que cruzan los cielos en busca del alba taciturna de tu brisa y cercanía.