Capitulo 9 Aroma a tranquilidad

La historia comienza con la aparición de Alex frente a Kaythlin:

Alex: (Mirando a Kaythlin) Hemos estado evitando esto durante demasiado tiempo, Kaythlin.

Kaythlin: (Suspira) Lo sé, Alex. Pero no estoy segura de estar lista para hablar de ello.

Alex: (Asiente) Entiendo, pero necesitamos aclarar las cosas. Cuando me fui, dejé muchas cosas sin decir.

Kaythlin: (Mira a Alex) Y yo me quedé con muchas preguntas sin respuesta.

Alex: (Se pasa una mano por el cabello) Lo sé, y lamento haberme ido de esa manera. Pero ahora estoy aquí y quiero responder a esas preguntas.

Kaythlin: (Mira a Alex, luego desvía la mirada) No es solo eso, Alex. Desde que te fuiste, muchas cosas han cambiado.

Alex: (Mira a Kaythlin) ¿Te refieres a Diego?

Kaythlin: (Asiente, pero rápidamente cambia de tema) Alex, no es sobre Diego. Es sobre nosotros, sobre lo que pasó entre nosotros.

Alex: (Frunce el ceño) Pero él está siempre ahí, Kaythlin. ¿Acaso no significa nada?

Kaythlin: (Levanta la voz) ¡Alex! Diego es solo un amigo. Nada más. Pero eso no es lo que importa ahora.

Alex: (Se levanta, molesto) ¿Y qué es lo que importa, Kaythlin? ¿Qué es lo que importa si no es el hecho de que me reemplazaste tan fácilmente?

Kaythlin: (Se levanta también, las lágrimas amenazan con caer) ¡No te reemplacé, Alex! ¡Nunca lo hice! Pero tú te fuiste. Tú decidiste irte.

Alex: (Grita) ¡Y tú decidiste olvidarme!

Kaythlin: (Con voz temblorosa) No, Alex. Nunca te olvidé. Pero tuve que seguir adelante. Tuve que mantener la panadería en funcionamiento, tuve que cuidar de mi madre. No podía quedarme esperándote.

Alex: (Se queda en silencio por un momento, luego suspira) Quizás tienes razón, Kaythlin. Quizás ambos cometimos errores. Pero ahora... (Se detiene, mirando a Kaythlin) Creo que es mejor si nos mantenemos alejados el uno del otro.

Con esas palabras, Alex se da la vuelta y se va, dejando a Kaythlin sola con sus pensamientos y emociones.

Kaythlin, con el corazón latiendo con fuerza y las lágrimas nublando su vista, corre a casa. Abre la puerta de golpe y se encuentra con su abuela Elena, quien al verla en ese estado, la recibe con los brazos abiertos.

Elena: (Preocupada) ¿Qué pasó, querida?

Kaythlin: (Llorando) Es Alex, abuela. Regresó.

Elena: (Asiente) Ya veo. ¿Y qué pasó?

Kaythlin: (Suspira) Tuvimos una discusión. Él... él piensa que lo reemplacé por Diego. Pero no es así, abuela. Diego es solo un amigo.

Elena: (Acuna a Kaythlin) Lo sé, querida. Lo sé. Pero las emociones pueden ser complicadas, especialmente cuando se trata de asuntos del corazón.

Kaythlin: (Asiente) Sí, tienes razón, abuela. Solo... solo necesito tiempo para procesar todo esto.

Elena: (Sonríe suavemente) Y te lo daré, querida. Todo el tiempo que necesites.

Kaythlin: (Llorando, casi sin aliento) Abuela, no sé qué hacer. Todo está mal. Alex está de vuelta y está enojado conmigo. La panadería está luchando. Mamá está enferma. Y siento que todo es mi culpa.

Elena: (Suavemente) Querida, no puedes cargar con todo el peso del mundo en tus hombros.

Kaythlin: (Sollozando) Pero es que... es que siento que he fallado, abuela. Fallé como hija, como hermana, como amiga... Como todo.

Elena: (Con voz firme pero cariñosa) Kaythlin, mira hacia arriba. Mírame. No has fallado. Estás haciendo todo lo que puedes en una situación muy difícil. Eso no es fracasar, eso es ser valiente.

Kaythlin: (Con voz temblorosa) Pero no es suficiente, abuela. No es suficiente.

Elena: (Abraza a Kaythlin) Querida, a veces, la vida nos pone pruebas difíciles. Y a veces, sentimos que no podemos superarlas. Pero quiero que sepas algo, Kaythlin. Eres más fuerte de lo que crees. Y no estás sola en esto.

Kaythlin: (Suspira, apoyándose en Elena) No sé si puedo seguir adelante, abuela.

Elena: (Acuna a Kaythlin) Lo harás, querida. Porque eres fuerte. Y porque tienes a personas que te aman y te apoyan. Ahora, descansa un poco. Mañana es otro día.

Sección 2: Aroma a esperanza

Diego: (Marcando el número de Miriam en su teléfono) Hola, Miriam. ¿Tienes un momento?

Miriam: (Sorprendida) Hola, Diego. Claro, ¿qué sucede?

Diego: (Con una sonrisa en su voz) Finalmente tengo suficiente dinero para comprar el piano que siempre he querido. ¿Te gustaría venir conmigo a la tienda de música?

Miriam: (Ríe suavemente) Claro, Diego. Suena divertido.

Diego: (Aliviado) Genial, nos vemos en una hora.

Una hora más tarde, Diego y Miriam se encuentran en la tienda de música. Diego parece un niño en una juguetería, sus ojos brillan con emoción mientras recorre las filas de pianos. Se siente libre, como si todas las preocupaciones del mundo hubieran desaparecido por un momento. Esta sensación de alegría y emoción es contagiosa, y Miriam no puede evitar sonreír al ver a Diego tan feliz.

Diego: (Señalando un piano de cola) Mira ese, Miriam. Es perfecto.

Miriam: (Sonríe) Parece que lo has encontrado, Diego.

Diego: (Asiente, emocionado) Sí, creo que sí. (Toca unas notas en el piano) Es perfecto.

Miriam: (Observa a Diego, notando su felicidad) Me alegra ver que estás tan emocionado, Diego. Tu felicidad es contagiosa.

Diego: (Sonríe a Miriam) Gracias por venir conmigo, Miriam. Significa mucho para mí.

Miriam: (Sonríe de vuelta) No hay de qué, Diego. Estoy feliz de estar aquí.

La alegría de Diego y su entusiasmo por la música tienen un efecto positivo en Miriam. Ella se siente inspirada por su pasión y determinación, y esto la ayuda a sentirse más segura de sí misma. Aunque todavía tiene sus propios desafíos que enfrentar, la actitud positiva de Diego le da la esperanza y la fuerza que necesita para seguir adelante.

Después de la compra del piano, Diego y Miriam deciden ir a un café cercano. Mientras disfrutan de su café, Diego habla apasionadamente sobre sus planes para el futuro con la música. Miriam escucha atentamente, su corazón late con fuerza cada vez que Diego sonríe o ríe. Aunque sabe que Diego no comparte sus sentimientos, no puede evitar ilusionarse.