Dulce atracción

La luna, las estrellas y el mar.

Cassie Beckham.

Mi hermana y yo hacemos todo lo posible por levantarle el ánimo a nuestra madre, pero no es muy fructuosa nuestra misión. Alessia se va a la cocina para llamar a Sandro lo sucedido. Mi madre me da un fuerte abrazo, antes de que se marche su habitación le pido permiso para salir en la tarde con Dimitri, me lo concede y me da un beso en la mejilla.

El resto del día lo paso leyendo cazando a más sombras. Estoy obsesionada con Alec Wood. Amé cuando le dijo a su sexy brujo:

«Te llamé muchísimas veces, incontables veces y tú nunca me devolviste las llamadas.

El brujo miró a su cazador de sombras, Alec, como si se hubiese vuelto loco.

 —Tu ciudad está siendo atacada —le hizo ver lo que ya sabía. Alec lo miró a la espera de una explicación —¿Y tú quieres saber por qué no te he llamado? Por Dios Alec, hay millones de dominios aquí. Ayude a combatirlos y quizás te diga por qué no respondí a tus llamadas».

¡Oh dioses de las adolescentes enamoradas de cazadores de sombras, no permitas que me maten a mí amor! Si me tocase elegir entre ser una vil mundana y una cazadora de sombras, sin duda elegiría la segunda opción.

Cierro el libro verificando la hora en mi celular. Falta poco para que Dim venga por mí. Me baño mientras pienso en que no voy hablarle a Carol hasta que se calme, en ese estado no va entender nada y será tiempo perdido intentar dialogar con ella.

Me alisto con unos sencillos jeans, blusa negra con detalles blancos, unos zapatos negros. Tengo un raro fetiche por el negro, no me considero una persona emo, roquera o gótica, pero amo el negro al igual que el azul rey.

Aprovecho los minutos que faltan para llamar a Akira y conversar con ella de diversas cosas, aunque literalmente la que habla como un radio loco soy yo, mientras ella me escucha. Le pregunto varias veces qué le sucede, pero evade la pregunta.

Estoy angustiada por ella, si no me lo quiere confesar todavía le daré su tiempo, para que después se desahogue libremente sin tapujos. Diez minutos después cuelgo la llamada y escucho la vocina de un carro.

Corro a la habitación de mamá, me despido, agarro las llaves y me monto en el coche.

—Hola amor de mi vida, de mi corazón, de mi destino y futuro. Te he echado de menos —Dimitri y yo ponemos los ojos en blanco al escuchar la voz irónica de nuestro amigo Danilo.

—¡Dani! Amigo mío, cuánta falta me has hecho en el día de hoy —le respondo de la misma manera que me ha saludado—. Te digo algo cariño, eres una guapura, pero como sigas con ese humor todas las chicas saldrán corriendo y te mandarán a volar.

Todos rompemos a carcajadas. Me entero por él que Akira y Tatiana no han querido venir. Daremos un paseo por la playa y un mirador, pasaremos por casa de una de las conquistas de Dani y con ella vendrá un primo mayor, por si encontramos alcabala en el camino.

Voy sentada en el asiento de adelante, Dim va manejando y Dani va atrás, coloca una mano en la pierna derecha de mi novio, éste me sonríe y sigue conduciendo por cinco minutos. Recogemos a la conquista de Dani y su acompañante; emprendemos nuestro camino.

Veinte minutos después llegamos al mirador, a pocos metros tiene la playa. Nos bajamos del coche, cada quién se separa. Dani se va con su "amiga" por un lado, el primo de la chica se queda en una disco cerca a la playa. Y Dimitri y yo vamos caminando de manos agarradas para la playa.

Nos quitamos los zapatos para no mojarlos, caminamos descalzos por la orilla. Sintiendo la arena y lo frío del mar al caminar. Respiro profundo disfrutando del momento.

—Se siente bien estar a tu lado, sentir en mis pies el agua del mar, caminar sin rumbo fijo con mi nena y poder admirar las estrellas. —sus palabras me hacen verlo con una sonrisa enamorada. He notado últimamente que sonrío más de lo que lo hacía y soy consciente que es gracias a él.

—Eres increíble.

—No, ojitos lindos. Tú eres la increíble —se lleva la mano que tenemos entrelazada a los labios—. Estar en la penumbra contigo donde sólo el cielo estrellado sea cómplice de nuestro amor, el mar sea testigo de nuestros besos y la arena sea nuestro lecho los próximos minutos mientras nos contamos anécdotas pasadas y nos fundimos en besos de amor y ternura. —aquello suena como si estuviese recitando un poema, me levanta la barbilla y es como si tuviese viendo una galaxia en ellos—. Cassie de los Ángeles Beckham, en tan poco tiempo te has metido bajo mi piel, y quiero que sepas que te quiero tanto.

Me quedo anonadada viéndolo, por impulso suelto su mano y lo rodeo en un abrazo fuerte.

Joder... Qué bien se siente.

Escondo mi cara en su pecho, lo escucho suspirar y siento como sus latidos se aceleran. Coloco mi oído exactamente en su corazón.

Pum... Pum... Pum...

—¿Sientes eso? —me pregunta, a lo que yo respondo que sí.

—Eso lo causas tú. Es increíble como una persona puede paralizar tu mundo con tan sólo una mirada, una mirada con una pureza única, una mirada con esperanza. Tú mirada es lo más bonito que he visto, tus ojitos azules como el mar.

¡Oh señor! Si me pinchan no sangro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.