Dulce castigo

Capítulo 1: Contrato

Judith Lorenz

Observo de lejos a los pequeños que corren felices por el patio, ellos ríen mientras se divierten con una pelota y muchos recuerdos llegan a mi mente ahora, es tan sencillo vivir la vida con esa edad y ser tan felices, están ajenos a cualquier problema y sonrío al ver las sonrisas en sus rostros, están sudados, parecen tener hambre ya y estar bastante cansados, pero aun así no dejan de correr y de reír. Cuando el pequeño Leo cae al suelo rápido voy hacia él y entonces en este momento es que ellos se dan cuenta de mi presencia, me agacho frente al niño viendo la herida en su rodilla y sus ojos llenos de lágrimas, los tres me miran con desconfianza y estoy segura de que no me reconocen, es claro, ya que llevo años sin verlos.

—Tranquilo, no es nada —digo pasando con cuidado mi mano por su rodilla —solo es para crecer —sonrío mirando sus ojos.

—¿Tú quien eres? —su hermana me mira confundida y le sonrío a la pequeña

—Mi nombre es Judith —digo mirándola mientras sus ojos parecen muy confundidos, su hermana también se acerca a nosotros y me mira desconfiada.

—Me duele —habla Leo antes de que las pequeñas puedan decir algo y miro al niño

—Leo eres muy guapo —le guiño un ojo —¿lo sabías?

—Eso dicen —medio sonríe

—Te pareces mucho a tu papá pequeño —toco su naricita —tan guapo como él —su sonrisa se amplía.

—¿Te parezco guapo? —escucho la voz ronca y profunda, no tengo que darme la vuelta para saber que es él, pero eso hago y le miro poniéndome de pie, su intensa mirada está fija en mis ojos como si me estudiara y he quedado paralizada ante el hombre más guapo y hermoso que conozco, tan poderoso como peligroso y no puedo evitar sentir algo de temor ahora frente a él, quien no es otro que mi futuro esposo.

—Hola Adrien —finjo una sonrisa —¿cómo estás? —él sigue mirándome fijamente, luego mueve un poco la silla de ruedas en la que está y la detiene más cerca de mí, no me duele verle ahí, lo único que me duele ahora es saber que el uso de esa silla será temporal.

—Bien —dice al fin —niños vayan dentro y lávense, deben comer algo —Leo se pone de pie.

—¿Papá quien es ella? —cuestiona la pequeña acercándose a su padre

—¿Será la nueva niñera? —pregunta su hermana Elise y su padre sonríe

—Mis pequeños curiosos —dice sin dejar su sonrisa —vayan a casa, pronto sabrán —los niños inconformes bufan, pero obedecen a su padre, este entonces vuelve la mirada a la mía.

—Mi padre me dijo que usted quería verme —hablo ahora rompiendo el incómodo silencio que se había formado —me habló de su oferta, a él le parece bien.

—¿Y a usted? —Adrien suspira —hace años que no nos veíamos Judith

—¿Por qué yo? —él deja de mirarme

—Sé que cuidarías bien de los trillizos si en algún momento les falto, además, confío en ti —Adrien mira mis ojos —eres —carraspea —eras la mejor amiga de mi esposa —tenso mi mandíbula mirando sus ojos —y aunque te alejaste cuando ella murió sé que quieres a los niños, siempre has intentado saber de ellos así que —él respira hondo —lo que te ofrezco no es sencillo, pero espero que lo entiendas, no conozco a nadie más y no dejaría entrar a mi casa a una desconocida en quien no confiara —asiento.

—Si estoy aquí es porque acepto la oferta y no, no lo hago por los negocios que vayas a tener con mi padre producto de esto, lo hago por los niños y por la madre de ellos —Adrien sonríe.

—Entonces en una semana nos casaremos —Adrien mira mis ojos —tiene que ser rápido, los padres de Lía quieren quedarse con los niños —habla de su difunta esposa —luego de tantos años quieren quitármelos porque dicen que no soy lo mejor para ellos, pero no estoy de acuerdo, yo daría la vida por mis hijos, lo sabes ¿verdad? —Adrien mira atento mis ojos y entonces asiento.

—Entonces en una semana nos casamos —digo con un nudo en la garganta.

—No te preocupes Judith, no hacemos ningún mal, más que un matrimonio, es un contrato —deja claro y luego solo se da la vuelta y lo veo ir hacia la casa, aprieto mis puños deseando no estar aquí, pero debo hacerlo, se lo debo a Lía y también a esos niños, el hombre que ahora se mueve en una silla de ruedas hacia la casa no es bueno, es peligroso y es el culpable de la muerte de su esposa y esa es la única razón por la que estoy aquí, pienso hacer que pague por todo lo malo que ha hecho y sacaré de esta casa a los niños para que nunca más tengan que vivir junto a un monstruo.

—¿Nerviosa? —miro al hombre que me habla a través del espejo y solo asiento, luego sus manos van a mis hombros, nerviosa es poco, estoy realmente aterrada y tengo mil dudas aunque sé que lo que hago está bien.

—A partir de mañana debo vivir con él —digo sin dejar de mirar mi rostro en el espejo —no sé si pueda conseguirlo Max —él aprieta mis hombros.

—Lo vas a lograr mi amor, recuerda por qué lo haces —Max le da la vuelta a mi silla y quedo frente a él —recuerda siempre por qué lo haces, Adrien no es buena persona, tiene malos negocios y Lia no está viva por su culpa, tu mejor amiga y mi hermana —asiento mirando sus ojos —él no es bueno Judith y alguien debe detenerlo, mis padres y yo sabíamos que en cuanto viera que podíamos quedarnos con los niños buscaría la forma de casarse y sabíamos que te iba a buscar a ti —sonríe —todo está saliendo como hemos planeado mi amor —sus manos tocan mi rostro.

—Pero seré yo quien tenga que casarse con él Max —bufo —vivir con él, tener que verlo todos los días y

—Y él confía en ti, se conocen desde niños y eras muy amiga de Lía —Max sonríe —Judith, juntos vamos a destruirlo —agrega acercando mi rostro al suyo —te casarás con ese infeliz, pero será poco tiempo mi amor —sonríe —vamos a acabarlo —asiento.

—Sí —sonrío un poco —lo voy a destruir y pagará lo que hizo a Lía —añado sin dejar de mirar sus ojos y Max pega su frente a la mía para luego besarme, el plan no es nada sencillo, pero sé que vamos a lograr hacer el bien, Adrien Miller es alguien que no debe continuar libre sin pagar todo lo malo que ha hecho, le quitaremos cada cosa que le importe y luego quedará tan arruinado que deseará no estar vivo. Pronto me casaré con él y lo que este ignora es que más que un contrato, seré su castigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.