Dulce castigo

Capítulo 18: Dulce castigo

Judith

Hay cosas que no afectan tanto como unas simples palabras, incluso, hay golpes que no duelen, pero escuchar a Max hablar de mí como si fuera un perro ha dolido como cualquier golpe. Al entrar en mi apartamento voy hacia mi habitación y tomo asiento sobre la cama luego de sacar de un cajón una fotografía mía y suya, suspiro recordando el momento exacto en que la tomamos, éramos felices, al menos yo lo era y odio el momento en que acepté este plan, entrar a la vida de Adrien me ha hecho dudar de todo, Adrien me hace dudar de cada cosa, de cada sentimiento y no quiero eso porque aún no sé si es bueno o malo, si solo juega conmigo o si es Max quien me miente.

—Me sorprendió que quisieras verme aquí —escucho la voz de Max, pero sigo mirando la foto —Judith quiero que sepas que entiendo por qué le besaste pero

—Necesito tiempo —levanto la mirada y su ceño se frunce

—¿De qué hablas?

—De que necesito un tiempo Max, de que no quiero que nos volvamos a ver en un tiempo y no quiero que me llames, necesito pensar —me pongo de pie dejando la foto en la cama, él sonríe incrédulo y cuando mira mis ojos y ve que no bromeo, su sonrisa se borra.

—Judith

—Hago lo que tú quieres —digo mirando sus ojos —cuando quieres y como quieres, soy tan tonta que si me pides que salte o ladre así lo haré —él entiende ahora mis palabras y pasa las manos por su rostro.

—Entonces ahora entiendo todo —ríe —el maldito de Adrien fue ayer a verme solo para que tú escucharas, ¿le harás caso a él?

—Escuché todo Max —sus manos toman mis brazos

—¿También escuchaste cuando dije que te amaba? —aprieta mis brazos —Judith, Adrien es inteligente, él intenta separarnos y hará cualquier cosa para eso, ayer estaba ebrio y enfadado contigo, celoso como un perro —Max me acerca más a él —por favor

—Tengo dudas sobre todo Max —me alejo de su agarre —necesito tiempo

—¿Dudas? —bufa —¿de qué dudas? ¿De lo que sientes por mí? —no digo nada y él bufa —claro, vives con él, lo besas, ¿también duermes a su lado?

—La fidelidad es de estúpidos, ¿no dijiste eso? —abro mis brazos, Max maldice en voz alta

—Judith

—Solo te estoy pidiendo tiempo Max, además, jamás me dijiste que habías provocado el accidente de Adrien —lo señalo —me has ocultado cosas y

—¡Lo hice porque mi hermana está muerta por su culpa! —grita y sus ojos se llenan de lágrimas mirando mis ojos —y lo sabes Judith —me señala —sin embargo, empiezas a sentir cosas por el monstruo que nos quitó a Lía —un nudo se forma en mi garganta y él se acerca a mí —Lía debe ahora estar revolcándose en su tumba, pero si quieres tiempo te lo daré —suspira —no pienso obligarte a hacer nada, solo espero que cuando te des cuenta de tu error no sea demasiado tarde —él pasa por mi lado y simplemente se larga dejándome sola.

Llego a la casa de noche, con ganas de llorar y mil dudas en mi cabeza, por suerte no veo a Adrien ni a su hermano y puedo seguir directo hacia mi habitación, solo necesito dormir, mañana debo de estar temprano en la empresa y necesito energía para eso, ya que Dalila estará ahí. Al entrar en la habitación bufo cuando veo todo lo que hay sobre mi cama, los juguetes de los niños están ahí, llenos de esa cosa que estaba en el sótano y ahora están sobre mi cama y han arruinado esta porque el mal olor me provoca náuseas.

—Tiene que ser una broma —maldigo en voz alta y luego salgo rápido de la habitación.

Sin llamar empujo la puerta de la habitación de los trillizos y entro a esta, ahí están ellos, jugando como si nada y con juguetes nuevos, tenso mi mandíbula sintiendo rabia.

—Ustedes

—Solo recogimos nuestros juguetes del sótano Judith —dice Elise sin mirarme —y te lo dejamos a ti para que los lavaras —me mira con una enorme sonrisa en su cara. —después de todo, tú los echaste al sótano.

—Porque ustedes —los señalo —me encerraron el día de la boda.

—Porque tú —Vicky se acerca —te robaste a nuestro papá.

—¡No me robé a nadie! —acabo gritando —por favor, solo me casé con Adrien, no les estoy robando nada —abro los brazos, pero ellos siguen mirándome enfadados. —además, todo esto ustedes lo empezaron, les recuerdo que me robaron mi ropa cuando me mudé a esta casa.

—¡Y luego te pusiste el vestido de mamá! —habla Leo mirándome con odio —ve Judith, lava nuestros juguetes y quizás mañana no te hagamos nada —el niño sonríe y entonces los tres dejan de mirarme y comienzan a hacer lo que hacían, bufo.

—No es gracioso lo que hacen —digo mirando a los pequeños que ni siquiera voltean a verme, perfecto, ahora me ignoran —arruinaron mi cama.

—Entonces deberías irte de la casa —habla el pequeño Leo mirándome —ya no tienes donde dormir —tenso mi mandíbula

—Niños

—No te queremos aquí —expresa su hermana enfadada —y ya no tienes donde dormir así que

—Judith dormirá conmigo —escucho la voz a mi espalda, pero no me giro —en mi cama, han arruinado la de ella así que ella dormirá en mi cama —ellos están tensos mirando a su padre y me giro con lentitud, sí, escuché bien y cuando busco sus ojos veo la decisión en estos, él no está jugando.

—Adrien no puedo —intento negarme, pero niega con su cabeza

—Si, si puedes —demanda con autoridad —eres mi esposa y desde ahora dormirás conmigo —ahora soy yo quien se tensa mirando sus oscuros ojos negros, dormir con Adrien sería una tortura debido a todo lo que me hace sentir, un castigo, sí, un dulce castigo que no me puedo permitir, menos ahora que dudo de todo lo que antes creía.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.