Mae es tan normal como todos
Mae Sharyn, la hija de los únicos profesores de historia de Gahnder, generó un gran revuelo incluso antes de llegar al pueblo. Su nombre hizo eco en los pasillos como una mala noticia cuando las clases terminaban y las vacaciones comenzaban. Lo más curioso de todo, para todos, es que nadie parece saber mucho sobre ella. No había ningún tipo de descripción física que pudieran darnos los viejos alumnos, aquellos que decían haberla conocido, porque apenas podían recordarla. Todo lo que sabíamos era que había sido el demonio en persona antes de ser expulsada.
Y estaba de vuelta.
Pensé, desde el principio de todo esto, que se trataba de una leyenda contemporánea. De un rumor que, si bien era muy real, iba a terminar por olvidarse en cuanto Mae llegara al pueblo. Es lo que suele suceder cuando una noticia impacta tanto: mueve cielo y tierra, descontrola por completo, pero en algún momento todo llega a calmarse de nuevo y ya nadie lo recuerda. Esa nueva alumna no podía tener nada demasiado especial. Era, con simpleza, alguien más. Tan humana como yo, tan humana como tú, tan humana como todos.
¿Qué iba a tener ella que hiciera algún cambio?
Ahí está la pregunta que me hice siempre. Es probable que aún no tenga una buena respuesta, pero planeo tenerla al finalizar con todo esto. El primer lunes de la primera semana de clases, ella se presentó junto a sus padres, tan temprano como podía ser posible. Yo estaba ahí en el momento en el que la vi atravesar la puerta, y no me quedó ninguna duda de que se trataba de la joven de la que todos estaban hablando a espaldas de los profesores. Mae vestía con un estilo que llamó por completo no solo mi atención sino también del resto de los alumnos que ya estábamos en la institución. Llevaba el cabello sobre los hombros, lacio, al estilo de Jennifer Aniston, pero un gorro gris de lana lo cubría. Parecía un personaje sacado de una telenovela grabada en los años ochenta o noventa. Su ropa era femenina. Caminaba con confianza detrás de sus padres. Ahí estaba la persona de la que todos hablaban.
Nadie pudo dejar de mirarla cuando entró. Sus ojos celestes ni siquiera vacilaron. Miró todo el tiempo hacia adelante, sin dudar ni por un solo segundo en correr la vista hacia los costados. Esa fue la primera vez que vi a Mae Sharyn, el día que llegó al Instituto, y no tardaría nada en volver a saber de ella.
Más tarde, cuando el resto de los alumnos comenzaron a llegar entusiasmados—o no—por ser el primer día, descubrieron que todos teníamos una sorpresa esperándonos, a algunos pocos, en la sala de historia. Mi primera clase de ese día era con Crystal, la madre de Mae, y creo que fui la única persona que entró y, al verla, no se dio media vuelta para decírselo a quienes pasaban por el pasillo. Me acerqué a donde ella estaba sentada y me detuve para poder mirarla.
Ella volteó en mi dirección al instante, y cuando nuestras miradas conectaron supe que podía caminar con seguridad pero sentirse completamente insegura. Su actitud lo demostraba, lo estaba dejando muy en claro, pero Mae era afortunada por dos razones. La primera, era que soy la única persona, tal parece, que pudo detenerse dos segundos a observarla con detenimiento sin querer echar a correr. La segunda era que no iba a compartir su inseguridad con el resto de las personas.
—Estás sentada en mi lugar—le dije.
Ella frunció el ceño. Era expresiva. Demasiado a mi parecer.
—Es el primer día—refutó.
También era astuta, un buen punto para ella. Dejé mi bolso en el pupitre detrás de ella, pero no me senté.
—Cada año me siento en el mismo lugar—le expliqué, pero luego alcé ambas manos para indicarle que me rendía—. Antes de que lo digas, sé que no soy dueño de los pupitres. En ese caso, es todo tuyo. Felicidades por llegar antes.
No estaba intentando captar su atención. Ese era yo hablando con las personas solo porque sí. En realidad, cada año me daba muy igual el lugar en el que me sentara. Intentaba llegar temprano a cada clase para no tener que ir atrás, pero tampoco me gustaba ser el primero en la fila. Todo lo que hice fue inventarme una excusa para poder hablar con la leyenda de cerca, la chica que había alterado a todos con tan solo poner un pie en el pueblo. Necesitaba comprobar si daba tanto miedo como parecía, y claro que no era así.
Me senté detrás de ella y la vi permanecer inmóvil toda la clase, incapaz de mover un simple pelo. Ella era consciente de que la atención estaba más puesta en ella que en la clase y, como a cualquiera, eso la ponía nerviosa. Es algo que se entiende. Se trata de la maldita presión social que las personas de tu clase ejercen sobre ti.
Pensé que la llegada de Mae sería diferente. Que causaría un gran problema para atraer la atención de todos y así advertirnos de que estaba de vuelta. Hablaban de ella como si fuese capaz de cualquier cosa, ¿entonces por qué nos tuvo tanto miedo el primer día? Casi pude ver cómo titubeó al hablarme, aunque eso no cambia que haya permanecido quieta para demostrarme que no estaba dispuesta a ceder ante mí.
Así que algo de verdad había en lo que todos decían. En definitiva ella era un gran misterio. Cuando la clase terminó no fue la primera en irse, como quien corre de sus cazadores. Al contrario, se quedó sentada sin guardar sus cosas hasta que todos nos vimos obligados a irnos. Creo que quedó en el salón junto a su madre hasta su siguiente clase, pero no es algo que pueda comprobar.