La mejor forma de expresarse a veces llega en sobres amarillos
Dos semanas habían transcurrido ya desde la desaparición de Mae. Parecía que nunca íbamos a poder dejar de hablar de ella. En un principio, que porque venía al pueblo después de tanto tiempo. Luego, que era el diablo en persona. Finalmente, que estaba entre nosotros. Los rumores corrían sobre cómo serían las cosas con ella presente de nuevo para finalizar el curso, y al final todo esto concluyó en una fiesta. Una tras la cual nada volvió a ser igual.
Pasillos silenciosos. Personas con muchas dudas. Otras dispuestas a ayudar. Pero todo, como hacía ya bastante tiempo, seguía girando en torno a ella. Mae Sharyn y su patética vida.
No me malinterpretes. En realidad, era como tener al fin algo bueno sobre lo que hablar. Allá a donde fueras sabías que todos estaban al pendiente de las noticias del pueblo. El diario, estoy seguro, aumentó sus ventas durante esa temporada a niveles insospechados. En el fondo, y aunque quisiéramos negarlo, todos éramos unos adictos al misterio, al chisme, a lo que sea que tuviera que ver con ella, con aquella leyenda efímera a la par que infinita que había llegado para hacer nuestras vidas un poco más interesantes.
Dos semanas habían pasado. La policía de Gunnhild se trasladaba día tras día hasta nuestro pueblo. Los detectives Lance Bryson y Adkins Jefferson por fin tenían a cargo algo importante, o esa era la impresión que daban. Todo el mundo los veía por aquí y por allá en busca de testigos, pistas, lo que sea que los ayudara a encontrar o al menos estar un poco más cerca de la muchacha desaparecida. Ni siquiera habían encontrado el cadáver o, en su defecto, algo que indicara que había un muerto que encontrar.
La verdad es que se sabía poco y nada. Ni siquiera ellos tenían idea de qué estaban buscando. Si, a esas alturas, todavía debían mantener la esperanza de hallar un rastro que los guiara hasta una Mae viva, o hasta el cuerpo inerte de una desafortunada.
Debo admitir, también, que un gran número de personas se unieron al grupo de búsqueda. Dorothea, quien apenas había llegado a conocer a Mae más que de vista, arrastraba a todo el mundo al grupo, con la esperanza de que eso sirviera para algo. Tanto ella como Robin, el pianista de la banda, parecían estar bastante al mando de esa búsqueda, aunque muchos decían que el joven sólo lo hacía para estar cerca de Dorothea, ya que solo tenía malos recuerdos con Mae.
Los rumores decían que ella se había negado a darle un lugar en la banda porque lo consideró, en su momento, poco atractivo. Pero la verdad es que el pobre Robin jamás había hablado de tal cosa, así que nunca estuve del todo seguro de si confiar o no en los rumores.
Por otro lado, Kelsey y Cora volvieron a hablar. Casi como antes, como aquella temporada durante la cual se volvieron cercanas hasta el punto de que una sintiera algo por la otra, con la diferencia de que, en esta oportunidad, nuestra dulce Coraline se negaba a sentir lo más mínimo. Tanto por Kelsey como por quien sea. En realidad, la pobre estaba teniendo un mes de mierda.
Ya lo dije, pero parecía otra persona. Más descuidada. Un poco más perdida en todo. Sus notas en los exámenes al fin bajaron del 8,50. La banda del instituto tuvo que recorrer a organizar reuniones a parte, porque ni la mismísima vocalista principal podía hacerse un momento en su agenda para reunirse en los ensayos.
En dos semanas, Coraline había dejado de ser ella misma.
Se reunía después de clases con Kelsey. En realidad, todo comenzó ese día que la joven arrastró a la otra hasta la sala de ciencias para intentar recobrar un viejo vínculo que habían descuidado. Esa misma tarde, Cora se encargó de buscar a Kelsey al finalizar las clases para ir a su casa. No quería ver a Wren, y fue lo único que se le ocurrió.
La verdad entre la relación de Coraline y Wren es que ambos se adoraban pero odiaban ser sinceros el uno con el otro. Desafortunadamente para ambos, era algo inevitable cada vez que se juntaban para hablar. Por más que no lo soportaran, ninguno podía evitar descargarse con el otro, y en este exacto punto de la historia, Cora no estaba lista para abrir su corazón.
Temía lo que pudiera haber allí.
Por esa única razón se atrevió a ir tras Kelsey aquel mediodía. Se ajustó su mochila y, al alcanzarla, con su mejor sonrisa le dijo:
—No tienes planes, ¿verdad?
Kelsey no esperaba que la rubia la buscara. Por primera vez en su semana, su grupo de amigos había decidido posponer una grabación, lo que significaba para ella una tarde aburrida y especialmente larga. Pero ahí estaba Cora, ofreciéndole una alternativa irrechazable.
—Estoy dispuesta a cancelarlos si vienes a casa a almorzar, ¿qué te parece?—le propuso en lo que solo ella sabía que sería una broma.
Coraline tenía el corazón en la boca. Le daba muchísima vergüenza la presencia de su ex amiga. Sentía que todo el tiempo ambas tenían el mismo pensamiento, el mismo recuerdo en mente, y detestaba rememorar a cada instante el rechazo que por primera vez en su adolescencia había sufrido de parte de una chica.
Sin embargo, también se sentía bien. Al fin.
—Perfecto—le respondió, y para su sorpresa Kelsey hizo algo que derritió su corazón.