Dulce Disposicion

11: Si no se trata solo de una mala pesadilla, necesito que me despiertes cuanto antes

Si no se trata solo de una mala pesadilla, necesito que me despiertes cuanto antes

 

Kelsey y Cora tenían un plan. Lo planearon esa tarde, en la casa de la primera, ambas sentadas en una cama frente a la otra mientras recordaban cosas que parecían enterradas. Se rieron bastante. Pero llegaron a la conclusión de que, especialmente por la vocalista principal, había cosas que no podían compartir con la policía.

No porque fueran imbéciles, sino porque ellas estaban seguras de que no hicieron nada y, por ende, no valía la pena compartir lo que para ellas era un secreto con un detective entrometido y pesado. Por esto, hicieron un pacto. Ninguna hablaría de lo que les hizo a ellas Mae con la policía. Y luego intentarían averiguar más cosas por cuenta propia.

Del otro lado del pueblo, mientras todo esto sucedía, la banda se estaba reuniendo en el mismo sitio de siempre sin su vocalista principal. Era la única persona que faltaba, pero no le llegaba ninguno de los miles de mensajes que entre todos, especialmente Wren, le llevaban enviando hacia una hora. Estaban seguros de que le habían avisado de la reunión, y de que ella había accedido. La verdad es que Cora lo olvidó por completo, con lo perdida que estaba todo el tiempo, y apagó su celular de camino a la casa de Kelsey.

Wren estaba furioso, pero no más que Fred.

—¡Acepté limpiar una tarde más para poder venir hoy!—bramaba—. Más le vale a esa hija de puta aparecerse, porque...

—Cállate, Fred—lo detuvo Robin con su máxima expresión de me estás hartando—. No se aparece hace ya dos semanas. ¿Es que ninguno se da cuenta? Coraline no vendrá.

Wren y Dorothea seguían insistiendo, llamándola sin cansancio.

El escenario no era muy grande, pero para un grupo tan pequeño como ellos era suficiente. El teclado estaba conectado a los parlantes, a la vez que la guitarra eléctrica de Wren. Se desafinaba con facilidad, lo cual les complicaba un poco la práctica. Siempre que la llevaban podían ensayar un rato y luego Wren se sentaba unos largos minutos a afinar de nuevo su maldita guitarra. Por otro lado, Dorothea también tenía la cabeza en otro lugar. Llevaba esa última semana súper concentrada en el grupo de búsqueda, y la alteraba no encontrar absolutamente nada.

Por su lado, Robin parecía harto. Era un muchacho alto, delgado y de cabellos oscuros. Bastante mujeriego, atractivo, y por sobre todo popular. Toda la banda era considerada una élite dentro del pueblo, casi personas intocables, aunque por diferentes razones. Por un lado, Coraline por el esfuerzo que siempre se notaba que le ponía al grupo. Lo daba todo en cada muestra que daban. Dorothea por el manejo que tenía sobre su voz y el toque que le daba a cada canción acompañando a Coraline, o incluso en sus solos. No solía presentarse muy seguido con ellos, pero las veces que lo hacía volvía loco a todo el mundo. Wren por las canciones que componía y las melodías que creaba junto a Robin y Fred, quienes parecían darle un fondo que completaba mil veces los posibles vacíos que dejaba Wren. En cualquier caso, todos destacaban por algo.

Y eso los hacía muy queridos entre los estudiantes.

—Tenemos que cantar este viernes en la fiesta de bienvenida—siguió diciendo Fred—. Se pospuso ya dos veces por lo de Mae. ¿Qué diremos ahora? ¿Qué la pospongan porque nuestra maldita vocalista principal se olvidó de nosotros?

Dorothea fingía no oír los comentarios porque prefería no estallar, pero eso a Wren le resultó suficiente.

—En serio, Fred, cállate—le espetó con dureza. Una que no manejaba nunca—. Si no viene, hablaré con ella de nuevo.

—Sí, porque la última vez te hizo mucho caso—le reprochó Fred desde su posición.

Estaba sentado, batería en frente, listo para comenzar a tocar. La situación de Robin era la misma, pero a este se lo notaba un poco más tranquilo. Se suponía que ese día practicarían una nueva canción que Wren había compuesto, pero llevaban ya una hora intentando contactar con Coraline.

—No sé qué más esperas que haga—resopló el joven, pasándose una mano por el cabello para peinárselo—. Me evita desde la fiesta. No quiere hablar conmigo, y ustedes lo saben.

Dorothea colgó tras oír el buzón por décimo trigésima vez en el día. Le había enviado suficientes audios como para darle a entender a Coraline el mal momento que le había hecho pasar.

—Yo cantaré en su lugar—propuso entonces, como si no le quedara otra opción—. Por esta vez lo dejaremos pasar, pero no pienso permitir que la vocalista principal siga faltando a los ensayos. Tenemos un compromiso con esta institución. Y no es justo para nadie, menos para nosotros, perder nuestro tiempo aquí llamándola porque a la princesita se le ocurrió encerrarse por lo que pasó con Mae.

Todos comprendían muy bien la realidad, a excepción de Wren, quien no tenía idea de lo cercanas que habían llegado a ser Mae y Coraline en sus buenos momentos.

Por esta razón, las palabras de Dorothea lo desconcertaron.

—¿Qué tiene que ver Mae en todo esto?—preguntó.

Absolutamente todos miraron a Wren con pena. Luego se observaron entre sí, cómo preguntándose solo con la mirada "¿quién le explica?". Y, por supuesto, la única que se atrevió fue la que había metido la pata: la mismísima Dorothea.



#6886 en Joven Adulto
#8022 en Thriller
#4524 en Misterio

En el texto hay: secuestro, romance, desaparición

Editado: 18.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.