Dulce Disposicion

16: Todos los cables conectan, y la luz finalmente se enciende

Todos los cables conectan, y la luz finalmente se enciende

 

Kelsey y yo llegamos a Gunnhild dejando atrás la tormenta pero no los problemas que queríamos enfrentar. Habíamos quedado en juntarnos con Fletcher Joel Elmer en una cafetería a un par de cuadras de la estación de buses, por lo que ni bien bajamos emprendimos camino. Kelsey no tenía ni idea de cómo ubicarse en una ciudad tan grande como en la que nos encontrábamos, pero yo había crecido en Gunnhild. No es que conociera cada centímetro del lugar, pero sabía hacia dónde me dirigía. Ya había estado allí antes.

En nuestras mochilas llevábamos lo que considerábamos indispensable, o en el peor de los casos, lo que necesitaríamos si nos tocaba pasar la noche en la gran ciudad. Teníamos nuestros pasajes de regreso para dentro de cinco horas, a la madrugada, pero también éramos conscientes de que muchos viajes se cancelaban cuando llovía tan fuerte.

Era evidente que en Gunnhild también había caído la lluvia. Las calles estaban llenas de charcos, y los transeúntes que cruzábamos iban todos con paraguas o botas de lluvia, algo que en una ciudad es bastante normal pero para un pueblo sería exagerado.

—Son ridículos—se quejó Kelsey, viendo a una chica de nuestra edad adelantándosenos con un paragua enorme—. Esto una simple llovizna y ya están todos tapados hasta la cabeza como si fuera el fin del mundo.

No pude hacer más que reír ante su comentario. Habíamos caminado apenas una cuadra y ya se notaba a millas que Kelsey jamás había puesto un pie en Gunnhild.

Las manzanas eran más grandes que en Gahnder, y a pesar de que era de noche y estaba oscuro, muchas personas seguían circulando, lo cual también llamó la atención de mi amiga. Estoy seguro de que, como yo cuando era pequeño y tuve que mudarme, se sentía como un bicho raro rodeado de robots que parecían preparados para pisarte en cualquier momento. A pesar de ello, mantuvo la cabeza en alto y camino a la par mía mientras avanzábamos en dirección a la cafetería en la que Fletcher Joel Elmer debería haber estado esperándonos.

En ningún momento se nos ocurrió la simple idea de que alguien nos seguía el rastro.

A mí comenzaba a alterarme el hecho de que estábamos llegando tarde y a Kelsey, por su lado, le preocupaba estar haciendo todo eso a escondidas de su hermano. Porque sí, ahí fui a enterarme que mi querida acompañante tenía la urgente necesidad de que toda esa travesía fuera secreta porque el tonto de Colton no se había ni enterado de que dejamos nuestro pueblo para irnos a una de las ciudades más grandes y monstruosas del país.

—Ya estamos cerca, no te preocupes—le advertí a Kelsey para que mantuviera la calma al menos una cuadra más.

Divisé a lo lejos la cafetería como si de un oasis brillante y luminoso se tratara. Estaba ubicado justo en la esquina de la manzana, y desde fuera se percibía que no había más que un par de personas dentro. Se podría tratar perfectamente de un bar para ancianos aburridos, pero a pesar de ello habíamos quedado en encontrarnos con Fletcherñ ahí. No podíamos irnos a otro lugar.

Fui el primero en entrar. A diferencia del exterior, aquel lugar estaba bastante ambientado. No hacía tanto frío, por lo que Kelsey y yo tuvimos que sacarnos nuestros abrigos para no asfixiarnos mientras buscábamos con la mirada a Fletcher Joel Elmer, o a quien sea que pudiera parecerse un poco a una persona que solo habíamos visto por fotos y en una llamada.

—¿Crees que ya estará?—preguntó Kelsey, acercándoseme.

Miré la hora en mi reloj de muñeca. Era un accesorio viejo y anticuado pero funcional. Asentí con la cabeza, rogando que ese maldito hijo de puta fuera tan puntual como presumía.

—De hecho, llegamos tarde—le informé.

Volvimos a echar una mirada a nuestro alrededor, pero la mayoría de las mesas estaban vacías. A lo lejos había una familia, y un poco más cerca una chica tomándose sola un café. Caminamos un poco más para adentrarnos en el lugar. No era muy amplio, y las mesas ocupaban bastante el espacio. Había un gran ventanal que permitía a los comensales ver las calles sucias de Gunnhild mientras merendaban. Y, justo cuando estábamos por darnos por vencidos, oímos una campanilla. Alguien había llegado.

En cuanto volteamos, supimos que era él.

Fletcher Joel Elmer resaltaba como Mae en su primer día de clases. Se trataba de una persona atractiva, alta y con esa mirada que, al menos en una primera impresión, no revelaba nada. Sin embargo, vestía como nosotros. Nada de botas ni de paraguas. Incluso así, siendo evidente que había caminado bajo la llovizna, seguía manteniendo un peinado perfecto y algo húmedo, claro está. En cuando nos divisó, reconoció a Kelsey y nos sonrió.

No tardó en acercarse.

—¿Son Kelsey y Gunner, verdad?—preguntó mientras me daba dos besos—. Perdón por llegar tarde. No llevan mucho tiempo de pie, ¿no?

Hablaba bastante rápido y con el típico acento de ciudad que, por alguna razón, no percibí nunca en Mae. Tomó asiento en la mesa que teníamos justo al lado, sin dejarnos más opción que seguirle y sentarnos frente a él.

—¿No falta esa chica rubia con ustedes? No puedo recordar cómo se llamaba...—siguió hablando, mientras parecía pensárselo.



#6246 en Joven Adulto
#7027 en Thriller
#4040 en Misterio

En el texto hay: secuestro, romance, desaparición

Editado: 18.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.