Dulce Disposicion

17: Las seguridades hacen aguas

Las seguridades hacen aguas

 

Una hora más tarde, luego de contarnos toda la historia de Mae, Fletcher Joel Elmer se despidió de Kelsey y de mí con la promesa de que le escribiríamos cuando supiéramos algo. Él quería que le comentáramos esto a la policía, más específicamente, a los detectives Lance Bryson y Adkins Jefferson. Porque ellos estaban en el caso de Mae. Porque ellos iban a hacer algo por ella. Bueno, según él, tenían que hacer algo con esta información.

Le prometimos que lo haríamos, pero en cuanto Kelsey y yo nos miramos, ya solos en esa cafetería, supe que de ninguna forma mi amiga permitiría que los detectives supieran tal información. No tan rápidamente, al menos.

—Ni se te ocurra—le advertí al ver su expresión—. El asqueroso de Byron tiene que ir a la cárcel.

No tenía ni que explicar por qué, y sin embargo a Kelsey le dio igual.

—Es un ser despreciable, Gunner, pero piensa por un momento en Wren. ¿No crees que deberíamos hablar primero con él?

—¿Y a mí qué me importa Wren Hale?—cuestioné, exaltado—. ¡Su padre abusó de una menor de edad! ¡Mae tenía solo catorce años, por dios! ¿Qué vas a decirle a su hijo? ¿Hola, lamento que tu papi sea un inepto?

Kelsey estaba igual de alterada que yo.

—¡Lo sé, lo sé, a mí también me da asco! ¡Y tiene que ir a la cárcel!—chilló, dándome la razón—. ¡Pero no podemos llegar así como así a contarle todo a la policía! Tenemos... tenemos que tener cuidado con esto, Gunner. Nuestro profesor de matemáticas resultó ser un lunático. Amenazó a Mae con callarla si decía algo. Dios mío... ¿y si en serio le hizo algo? ¿Y si él...?

En ese momento, a Kelsey los ojos se le llenaron de lágrimas. No pude hacer más que acercarla a mí para abrazarla en el instante en el que comenzaba a llorar. Al mismo tiempo, el camarero flacucho se acercó para llevarse la taza sucia que dejó Fletcher junto al dinero para pagar su café, las dos botellas de agua y el papelito de mi bombón. Miró con curiosidad la escena, a Kelsey llorando entre mis brazos, y luego se fue de la misma forma.

Me detuve a pensar por un momento. Kelsey no solía ser sentimental. Era del tipo de persona que anteponía, en cada situación, la lógica antes que las emociones. Pero ahí estaba, colapsando, y en mi cabeza no tenía sentido. Ella no solía actuar así.

—No sé qué hacer, Gunner. Es demasiado para mí—susurró Kelsey con apenas un hilo de voz.

—Sí, ya sé. Pero mientras más tiempo tardemos en hacer algo, menos posibilidades habrán de encontrar a Mae viva. ¿Entiendes lo que te quiero decir?

Supuse que se trataba de algo demasiado fuerte. Que, por eso, le impactaba tanto emocionalmente.

Tomé la cara de Kelsey entre mis manos para poder mirarla a los ojos. Vi que estaba aterrada. Que seguía sin poder creerlo. Al fin estaba reaccionando a lo que descubrimos. Al fin se notaba qué estaba sintiendo, al contrario de Fletcher Joel Elmer, que en todo momento permaneció neutral.

—Es sólo... es sólo que no puedo creer que el profesor Hale haya hecho tales cosas—siguió hablando Kelsey—. ¿Y cómo le diremos a Wren que su padre es este tipo de... persona?

—No somos sus amigos.

—Pero Cora sí—Kelsey de repente se desperezó, y tomó su móvil con fuerza—. ¿Crees que debería avisarle?

Ahí caí en la cuenta de hacia dónde derivaba todo. Coraline. Era el punto débil de Kelsey. El sentimental, al menos.

Por un instante, dudé. Alterné la mirada entre su celular y su mueca de preocupación infinita, al menos el tiempo suficiente como para poder pensar una respuesta que no le rompiera más el corazón.

—Creo que es mejor hablar sobre esto en persona—le indiqué que se pusiera de nuevo su abrigo, y tras esto me levanté de mi lugar—. Lo mejor será que vayamos a la estación. Quiero volver a Gahnder cuanto antes.

Me fui a pagar en la caja por lo que habíamos consumido, y una vez volví a la mesa para reunirme con Kelsey, la vi aún sentada, con la mirada perdida y su abrigo en sus brazos. Tenía los ojos hinchados de su reciente llanto, y de repente parecía mil veces más triste y cansada de lo que ya se veía con anterioridad.

—¿Gunner?—inquirió ni bien me tuvo en frente—. ¿Crees que estamos seguros?

Le sonreí, con esa clase de sonrisas que vivía dedicándole a mi hermanita pequeña cada vez que me preguntaba si estábamos bien.

—Por supuesto, Kelsey—mentí. En el fondo, estaba igual de aterrado que ella—. Ya lo resolveremos. Siempre lo hacemos.

Dicho esto, se puso de pie y salimos de esa cafetería, sin saber que dentro se encontraba el mismísimo detective Lance Bryson. Escuchó la historia de Mae de principio a fin, y en cuanto vio que nos fuimos hizo la llamada a Gahnder que interrumpió la entrevista de Coraline. De hecho, el hombre nos había estado siguiendo porque descubrió que compramos los pasajes para ir a Gunnhild y le resultó demasiado sospechoso, por lo que decidió seguirnos. Principalmente, porque Coraline y Kelsey, dos viejas amigas de Mae, venían. Al menos en un principio.

—Descubrí algo—fue lo que le dijo Lance al detective Jefferson. Estas palabras transformaron su expresión por completo—. Byron Hale, el profesor de matemáticas, tuvo relaciones con Madeleine. Amenazó con matarla si decía algo.



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En el texto hay: secuestro, romance, desaparición

Editado: 18.07.2021

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