Dulce Disposicion

19: Si fallas, caemos juntos

Si fallas, caemos juntos

 

Luego de esa noche en casa de Kelsey todo pareció desmoronarse.

De hecho, Coraline se quedó a dormir junto a ella. Entraban ambas en la misma cama sin ningún problema, por lo que no tuvieron tantas complicaciones. Al día siguiente fueron a buscar a Wren para acompañarlo a la estación de policías. Entonces descubrieron que él, luego de dejar a Coraline en casa de Kelsey, volvió a la comisaría para pasar allí la noche. Cuando se encontraron los tres, vieron que él estaba abatido, muerto de cansancio y muy, muy enojado.

Todavía no le decían qué había sucedido. Era como si la policía estuviera intentando evitarle darle un golpe duro, pero a través de dándole otro golpe igual de duro. Esto sacaba de quicio a Wren, y también a la policía que tuvo que hacerse cargo de que un joven de casi dieciocho años no terminara peleándose con otros siete hombres armados para cruzar una puertecita.

Coraline quería calmarlo. Llevarle comida, al menos, porque no era capaz de convencerlo de que volviera a casa a dormir al menos unas horas. Wren estaba fuera de sí. Se había plantado justo al lado de la puerta por la que se llevaron a su padre, y se negaba a irse de ahí hasta que le dejaran hablar con él.

A su amiga, y a Kelsey, no les quedó más opción que plantarse junto a él.

Cerca del mediodía, el detective Lance Bryson se acercó al joven para decirle que le comentaría lo que ocurrió si, luego, juraba irse a descansar un poco. Wren accedió, y entonces lo ingresaron a la misma sala en la que entrevistaron a Coraline.

El hombre y el muchacho se sentaron frente a frente. Como siempre, le tocaba dar las malas noticias a una persona inocente. A alguien que no merecía lo que le estaba por pasar. Lo había hecho ya en tantas otras oportunidades, pero por alguna razón seguía costándole.

—No va a gustarte lo que estoy a punto de contarte. Lo sabes, ¿no?—comenzó diciéndole.

El aspecto de Wren no podía ser peor. Estaba despeinado, sumamente cansado y hambriento. Le dolía la cabeza, como cuando no dormía bien, y le costaba muchísimo pensar y procesar lo que estaba diciéndole. Solo quería sentirse normal, pero no era capaz de cerrar los ojos para pensar en algo que no sea su padre tras las rejas.

Asintió, a pesar de ello.

—Tenemos pruebas, e incluso él mismo lo ha confirmado, de que tu padre mantuvo relaciones con Madeleine Sharyn—confesó entonces—. Eso lo convierte en el principal sospechoso de su desaparición. ¿No tienes a nadie más que a este hombre, chico?

No lo entendió. Wren no comprendió con exactitud lo que le estaba diciendo. Por eso se quedó en silencio un momento, analizando cada palabra del detective. ¿Cómo que mantuvo relaciones con Mae? ¿Su padre? ¿Él era esa clase de persona?

—Pero él... él nunca le haría daño a nadie—farfulló.

Lance Bryson suspiró, como quien escucha la misma frase trillones de veces, de la película que ha visto ya más veces de la que le gustaría.

—Dime, ¿tienes alguien con quien quedarte? Sí o no—insistió, sonando más duro que antes.

De nuevo, Wren quedó perplejo. No podía creérselo.

—No—respondió—. Él era todo lo que me quedaba.

Por primera vez en mucho tiempo, algo se aflojó dentro del corazón del detective. Era más calculador y frío que Jefferson, menos empático, en otras palabras. Si quieres algo simple y fácil de entender, el policía malo. Pero, nadie sabe bien porqué, oír a Wren, verlo como se encontraba sentado allí, justo delante de sus narices, generó algo.

—Está bien. Quédate aquí un momento—le indicó, poniéndose de pie.

Salió de la habitación y fue a buscar a Coraline y a Kelsey. El detective llevaba horas fuera de su casa, sin dormir, pero se veía mejor que Wren. Puede ser que haya estado acostumbrado, o que haya dormido más de lo normal antes de viajar a Gunnhild porque sabía que le esperaba un día complicado, pero en definitiva eso no evitaba que se sintiera cansado. Había pasado más de tres horas interrogando al padre de Wren, hasta escuchar lo que quería escuchar.

Una confirmación. Grabada. Ya estaba casi hecho.

A pesar de eso, puso su mejor cara. Tratar con las personas siempre lo desgastaba, y puede ser que por esta razón se muestre siempre tan arisco. De igual forma, como ya dije, intentó sonreír. Se acercó a las chicas, y habló con seguridad:

—¿Son cercanas al muchacho, verdad?

—Wren—lo corrigió Coraline, analizando al hombre de no tanta altura que tenía delante—. Sí. ¿Qué sucede? ¿Está bien?

Lance volvió a suspirar.

—No, y está solo. Por eso quería pedirles que se hicieran cargo de él. Su padre no saldrá de aquí en mucho tiempo, hay pocas pistas aún pero son demasiado fuertes. No puedo darles muchos más datos, pero Wren necesitará de compañía, y según me ha dicho no tiene a nadie.

Coraline asintió, notando que le picaban los ojos otra vez. Ya no quería llorar, pero era de su mejor amigo de quien estaban hablando.

—Yo puedo quedarme con él el tiempo que sea necesario. No lo dejaré solo—le aseguró al detective, con toda la confianza que pudo conseguir.



#6242 en Joven Adulto
#7025 en Thriller
#4040 en Misterio

En el texto hay: secuestro, romance, desaparición

Editado: 18.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.