El error sale a la luz
Cuando Coraline y Kelsey por fin se dignaron a llegar a la plaza, el bus debía estar a punto de llegar. Al menos eso nos habían dicho. No estaba lloviendo pero sobre nosotros podíamos ver que se acercaban un par de nubes sospechosas. Nada fuera de lo normal. Los tres nos sentamos en uno de los bancos a esperar. Yo llevaba de pie junto a una señora mayor, un hombre con sus dos hijas y una pareja esperando por el mismo viaje junto a mí. Me pareció extraño que mis amigas se atrasaran, pero no me atreví a preguntar los motivos.
Decidí tocar el tema que ninguna se atrevía a pensar.
—¿Creen que el Byron Hale la asesinó?—pregunté. Estaba en el medio. Coraline a mi izquierda, Kelsey a mi derecha. Ellas no se miraban—. ¿O que al menos tuvo algo que ver?
Ambas se quedaron pensando en la respuesta por un momento, como si de verdad hubiera algo de lo que dudar. No dije nada.
—Yo pienso—se atrevió a hablar Coraline primero—, que hizo algo. No creo que él la haya asesinado solo.
—Pero no encontraron ningún cuerpo—Kelsey estaba mirando la hora en su móvil cuando habló. Parecía distraída—. ¿Qué mierda haría un viejo como Byron para esconder un cadáver?
Me reí un poco de su comentario, por lo cual no tardé en recibir una mala mirada por parte de Coraline. En realidad, algo de razón tenía. El profesor se vivía quejando de sus dolores de espalda, y era evidente que había dejado de entrenar, a diferencia de años anteriores. Tenía ya bastantes años, también es cierto. Ninguno de nosotros era capaz de imaginar a ese señor llevando unos 60 kilos por sobre su hombro, mucho menos enterrándolo o lo que fuera para que no lo vieran.
—Me gustaría saber qué hizo con ella—susurró Cora en un momento. Noté la repentina tristeza en su voz—. O en dónde está. En serio quiero que vuelva.
Volteé un poco la cabeza para poder ver a la rubia a los ojos. Al fin me di cuenta de varias cosas. Estaba bastante bien peinada, arreglada y maquillada como siempre se la veía desde lejos, pero de cerca la noté cansada. Muy cansada. Y triste. Hasta creería que se notaba que no estaba comiendo del todo bien, porque un poco más delgada sí que estaba. Quizás esa era su forma de castigarse. O de hacerse sentir un poco menos mal con la situación. Nunca pude comprender del todo bien hasta qué punto le seguía afectando a Coraline lo que otros dijeran sobre su cuerpo.
Pero supuse que, en alguna medida, era obvio que le importaba.
—Nunca sentí que Mae se hubiera ido—le dije, y sentí que estaba siendo de lo más sincero con alguien que en realidad no conocía. Me pregunté, ¿y a ella qué le importa? Pero seguí hablando a pesar de ello—. Es como si, aunque se hubiera ido físicamente, su presencia estuviera en todas partes.
Se quedó en silencio, otra vez, por un rato. No podría decir si era porque no sabía qué contestar o porque estaba al borde de llorar, cosa que no quería que sucediera. Por suerte, Kelsey habló por ella.
—Por loco que suene, antes no quería ver a Mae ni en pintura. Ahora haría lo que fuera por saber que está bien—dejó su móvil en su bolso, y bajó la cabeza con pena—. ¿Soy una mala persona por sentirme así?
—No, no lo creo—la tranquilicé al instante. Una parte de mí estaba algo enfadado porque se atrasaron tanto y me dejaron solo, pero a la otra poco le importaba eso—. Es normal.
—No, Gunner, no es normal despreciar tanto a alguien—me contradijo Kelsey. No estaba ni cerca de llorar, a diferencia de Coraline, pero se la notaba consternada—. No es como si le deseara esto, ¿sabes? Pero si se me acercaba a hablar, estoy segura de que me habría dado la vuelta. Y todo esto me hizo darme cuenta de que...
—Ni siquiera Mae merecía eso—concluyó Cora por ella—. Nadie lo merece.
Comprendí entonces que entre ellas sabían de lo que hablaban. A fin de cuentas, yo no tenía ni idea de qué había hecho o de quién fue Madeleine Sharyn antes de su regreso. Ahora puede ser que sea algo más consciente de todo, pero en ese momento sabía solo lo poco que Kelsey había alcanzado a contarme, sumado a lo que en los pasillos se decía. Muchas cosas se contradecían. Algunos la catalogaban como una zorra insensible, otros como una pobre indefensa que necesitaba ser una perra para ser alguien, pero todos coincidían en que, sea como fuera, Mae no era una más.
Llegó el bus al mismo tiempo en el que el sol se despedía de nosotros. Subimos todos y pareció llenarse de repente. Kelsey y Coraline se sentaron una al lado de la otra, y yo justo detrás. No me molestaba en lo absoluto viajar solo, hasta me tranquilizaba un poco. Estuve hablando con Fletcher Joel Elmer para avisarle que ya estábamos en camino y así asegurarme de que nos encontraríamos ni bien llegáramos a Gunnhild.
Kelsey se durmió al principio del viaje. Coraline estaba realmente incómoda. La sorprendí mirándome un par de veces por sobre su hombro. Algo me decía que estaba preocupada. No teníamos mucha idea de porqué Fletcher había insistido tanto con volver a vernos. Sé que no les di muchos detalles sobre eso, pero yo tampoco lo tenía tan claro.
En el pueblo los rumores no tardaron demasiado en correr. Llamó la atención que el profesor Hale, un hombre que nunca faltaba a clases, se ausentara durante tanto tiempo. Y nadie lo veía en las calles, ni comprando cosas ni caminando como él solía hacer. Además, de repente las patrullas policiales iban y venían. Todos sabían que tenía que ver con Mae de alguna forma u otra.