Dulce Disposicion

23: Y el ciclo se repite

Y el ciclo se repite

 

Para Wren, volver a su casa luego de su encuentro con su padre fue un acto titánico. Tal y como Billie, sentía que en cualquier momento podría desfallecer. Veía cosas y no sabía si eran reales. Le costaba distinguir entre lo que de verdad estaba viendo y lo que imaginaba que le sucedía. Se vio a si mismo chocando el coche contra algún árbol, luego hundiéndose en la playa, y más tarde aparcando en el garaje de su casa.

En cuanto se bajó, no pudo evitar marearse. Se dijo a si mismo que lo más probable es que solo estuviera cansado. No lograba dormir más de dos horas por día, así que tenía sentido que apenas pudiera consigo mismo. Estaba mal. Tenía que descansar.

Sin embargo, las imágenes de su pequeña charla con su padre n o dejaban de repetirse en su cabeza una y otra vez. Lo recordaba como si estuviera incluso viviéndolo de nuevo mientras buscaba las llaves de la casa e ingresaba. Sin darse cuenta, entre tambaleos no pudo evitar chocar contra una de las fotos de su familia, la cual cayó al suelo y no tuvo más remedio que hacerse añicos. Tal y como se encontraba Wren, la miró con los ojos entrecerrados, dudando de si de verdad estaba rota o ya estaba alucinando.

Tomó entre sus manos el vidrio roto del cuadro que dejó caer sin darse cuenta, y sin querer un pequeño corte en su dedo comenzó a sangrar. En consecuencia, tiró el vidrio y se tumbó sobre el sofá mientras miraba su dedo volverse rojo. No le dolía para nada. Apenas sentía que se había cortado. Parpadeó un par de veces, y de repente nada había sucedido.

El cuadro no se había roto siquiera.

Wren cerró los ojos. No entendía nada de lo que le estaba sucediendo. Los ojos parecían dolerle y le pesaban, pero no se sentía cansado. Pensó por un momento que quizás tenía que dormir. Era de noche y no había cenado, pero a fin de cuentas tampoco le importaba tanto.

Respiraba con tranquilidad. Se concentró en eso como siempre hacia cada vez que quería dormirse, por lo que no tardó demasiado en caer en un sueño profundo. Nunca pudo entender cuánto tiempo pasó entre que se dio cuenta de que estaba dormido hasta que sucedió lo siguiente, pero estamos seguros de que no pudo haber sido más de una hora.

De repente, Wren escuchó que una voz familiar intentaba despertarlo, y más tarde sacudía un poco su cuerpo para ayudarlo a despabilarse. Se dio cuenta de que era la voz de su padre. No le costó nada reconocerla. Sin embargo, no pudo entender cómo era eso posible hasta que abrió los ojos y vio a Byron Hale, como si nada, frente a él.

—¿Papá?—preguntó—. ¿Qué haces aquí?

Su padre le dio un par de palmadas en el hombro. Se había agazapado justo a su lado para despertarlo, así que le pidió que lo ayude a levantarse porque no podía hacerlo solo. Tras esto, tomó un poco de aire y se estiró.

—¿Cómo que qué hago aquí?—replicó—. Me pediste que volviera temprano para que puedas ir a la fiesta de Fred.

Wren no entendía nada.

—¿La fiesta de Fred?—preguntó—. Pero si su cumpleaños fue hace un mes.

Byron frunció el ceño.

—Pensé que era hoy—dijo, y miró la fecha en su móvil para más tarde enseñársela a Wren—. Eso me habías dicho.

En cuanto Wren pudo ver la hora en la pantalla de su padre, se quedó congelado un buen rato. No podía ser. No podía creerlo. Era el mismo día del cumpleaños de Fred, horas antes de la fiesta. ¿Cómo era eso posible? Volvía a estar ahí. Nada de lo que pensó que había ocurrido, sucedió en realidad. Por un momento, el joven pensó en la posibilidad de que todo haya sido una pesadilla.

Pero era casi imposible. Se había sentido demasiado real como para no serlo. Wren volvió a pestañear un par de veces, hasta pensó en pellizcarse. Miró todo a su alrededor en busca de algún error, algo que fallara y le demostrara que nada de lo que sabía o estaba imaginando era real.

—Anda, ve a cambiarte—lo animó su padre—. Llegarás tarde si no te apuras.

Ahora Wren se sentía una persona nueva. El extraño cambio de realidad lo animó de una manera sobrenatural. Corrió escaleras arriba hasta su habitación y se cambió a toda velocidad. Ya sabía qué iba a usar ese día porque ya lo había planeado, así que estuvo listo incluso antes de lo planeado. Hizo todo tal cual lo había hecho aquella vez. No podía esperar para volver a ver a Mae, para comprobar que de verdad estaba ahí.

Condujo hasta su casa lo más rápido posible. Casi corrió hasta la puerta para tocar el timbre, y luego se quedó allí, de pie, hasta que vio que esta se abría y detrás aparecía la única persona por la que se moría después de tanto tiempo.

Madeleine Sharyn le sonrió al recibirlo, y Wren casi se cae al darse cuenta de que era verdad. La tenía en frente

—¡Mae!—exclamó, y antes de poder darse cuenta de lo que hacía la estaba abrazando con fuerza.

Esto tomó desprevenida a la joven, quien no quería resistirse pero tampoco entendía a qué venía tanto cariño de parte de Wren. Sus padres estaban en la cocina, observando la escena con atención. En cuanto el guitarrista se dio cuenta de esto, se echó hacia atrás y le devolvió la sonrisa.

—Lo siento, es que me alegro mucho de volver a verte, Mae—dijo Wren con sinceridad.



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En el texto hay: secuestro, romance, desaparición

Editado: 18.07.2021

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