Dulce inocencia #2

Capítulo 3. Otra más tachada de la lista

James:

Mi raza se caracteriza por deambular en el bosque, por trasladarse entre los frondosos árboles y perderse en sus alrededores. La naturaleza es nuestra fortaleza y gozamos de ella sin limitaciones. Por ende, lo más común es que nosotros, los licántropos, estemos más tiempo desplazándonos en medio de los altos pinos y no en el bullicio persistente de la ciudad. Según he escuchado, prefieren mantenerse en su forma lobuna que humana, ya que es de esa manera donde todos los sentidos se avivan de sobremanera. Puedes atisbar hasta el detalle más pequeño y olfatear el mejor de los aromas.

Yo no he corrido con la misma suerte.

Lo normal es que el cambio se dé entre los catorce y quince años de edad para que el cuerpo a medida del tiempo se vaya adaptado al fuerte dolor que se atraviesa para lograr sostenerse entre cuatro patas y, en los últimos meses no he sentido ni los síntomas más pequeños.

Axell me comenta que es normal por las dos razas que conllevo. Además, como la parte vampírica me domina más que la misma licantropía, puede ser que siquiera logre transformarme en lobo en mi vida. Al inicio me molestaba, me frustraba porque quería ser como ellos, como mi padre. Me costó caer en cuenta que tengo que aceptar la realidad y comprender que así son las circunstancias.

Claro, no digo que es imposible, pero dadas las particularidades de mi cuerpo, el porcentaje es muy escaso.

Pienso todo esto al ver como un lobo marrón oscuro y de ojos verdes agua, corretea desde lejos para llegar hacia mí. Su pelaje brilla desde mi posición y puedo escuchar la forma tan agitada en la que esta su corazón. En un minuto pasa por mi lado y se adentra a la casa de sus padres para transformarse en un ser humano y contarme lo que quería.

Suspiro y me levanto del tronco para perseguirlo, introduciéndome a la casa de Erika la cual junto a su esposo se haya ausente. Subo a su habitación cuando escucho el llamado de Aiden.

—duré como veinte minutos esperándote —es lo primero que digo al entrar a su alcoba. Veo como se lanza sobre la cama y se restriega su rostro con exasperación.

—Lo siento, necesitaba quemar un poco mi energía —responde. Asiento mientras camino hacia su ventanal y me siento en el marco de esta.

Lo observo y espero que comunique lo que necesita decirme para irme a mi casa y dormir hasta el día de mañana. El dolor de cabeza solo ha aumentado desde que salí de clases. Amy y Elaine no dejaban de parlotear en las horas que tenían para verse y esta primera no lograba entender que el silencio era lo que quería que me obsequiara. El intento de irme al bosque para centrarme en el sonido de los animales fue en vano, se encontraba una pareja de humanos besuqueándose y ocasionando sonidos que para mí, retumbaban mis oídos.

Repugnante...

—Tienes que hablar con Amy —inicia, sentándose y apoyándose en el respaldar de la cómoda. Alzo una ceja para dejar a ver mi desconcierto —estaba acompañando a tu padre y Chase a marcar territorio, justamente pasamos por aquel riachuelo y Axell frunció el ceño mientras olfateaba con más intensidad —declara con cierta tensión —ambos sabemos que se desataría un gran problema si él se llega a enterar de que son pareja.

—por más que no quiera, no puede evitarlo. La vida decidió ajuntarlos como compañeros. —Me volteo y visualizo el espeso bosque que nos rodea, tan majestuoso y tétrico.

—en cierta parte, entiendo a Amy. Debe ser frustrante querer ver a tu mate y no poder hacerlo por miedo a que los descubran —comenta con pesar —además, tienes que cuidarla. —Lo atisbo al oírlo —ya se acerca la tan afamada época y como ella ya encontró a su pareja, bueeeno... cosas mágicas pueden resurgir.

Aprieto mis labios junto a mis manos vueltas puños. Bufo por lo bajo y ruedo los ojos.

—no permitiré que se acerque a él en esas circunstancias. Es muy pequeña todavía.

Aiden sonríe burlón y asiente.

—como tú digas, pero, más que nadie, tu sabes lo inteligente y astuta que es la muchacha. —Suspira —nunca termina de sorprenderme con sus elocuencias.

—hablaré con ella —le informo y con un ademan le indico que me iré.

Salgo de su casa y con somnolencia deambulo entre los gigantescos pinos, rumbo a dicho lugar que quedé con ella. No apresuro la velocidad de mis pasos porque voy más temprano de lo que cuadramos y se con precisión que no es la chica más puntual de las tantas con las que he hablado. Cierro mis ojos con pesadez, necesito dormir para calmar el malestar que quiere extenderse por todo mi cuerpo.

Desde aquí escucho el suave caminar de un individuo. La forma en la que las hojas secas truenan al ser pisadas ensordece mis oídos. Detengo el movimiento de mis piernas para captar con más atención quien es la persona que transita por estos lados. No es un lobo porque su andar fuera acelerado y ágil, no es un hombre porque la manera en la que pisa no es tan brusca y mucho menos es Maddie o Madison, como sea, porque ya estuviera susurrando mi nombre para acercarme a su cuerpo.

El bombear de su corazón es discontinuo y alterado. Puedo escuchar la forma en la que exhala entrecortadamente y el sonar de unos pequeños jadeos quejumbrosos. Frunzo el ceño y camino en su dirección.




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