Dulce inocencia #2

Capítulo 7. ¿Dolor compartido?

Háganme saber su opinión referente a esta historia. Se los agradecería mucho.

James:

No han emitido alguna palabra desde mi arrebato. Inclusive, Amy, quien es la que nunca se cansa de parlotear, yace con la boca cerrada y ni se diga de mis primos, su pasmo es tan sorprendente que al intentar hablar solo salen palabras entrecortadas. Lo único que retumba entre las paredes de la casa es el agitado corazón de Evelyn, su pulso se haya tan desbocado que aturde mi audición.

Paso las manos por mi cabello con exasperación. Prosigo a tomar una almohada y acentuarla sobre mi semblante en una acción agobiada, frustrada y molesta. Me duele tanto el cuerpo que ni por ser sobrenatural cesa. El pálpito en mis encías ha aumentado desde que coloqué a la rubia en mis piernas y es que, ¡¿Qué mierda estaba pensando cuando hice eso?!

Gruño cuando recuerdo que el impulso que sentí fue tan grande que casi lo hice inconscientemente. Muerdo mi labio inferior con fiereza al evocar que luego de entrar a mi habitación todos los malestares han ido en aumento y a estas alturas solo quisiera que me respondieran por qué coño Evelyn aplacó mi pesadumbre.

No salgo de la casa hasta que minutos después, todos deciden irse tras pasar una noche de locura en mi hogar. Me encamino hacia la sala donde todos van rumbo hacia la puerta de entrada y escudriño específicamente a la chica introvertida que se ubica incomoda mientras los demás parlotean.

—Hermanito —chilla Amy al verme. Se acerca hacia mí y palpa la piel de mi rostro — ¿te sientes mejor? —cuestiona ceñuda —ya no estás tan caliente.

—Si... —miento.

—Si quieres vengo dentro de unos minutos para hacerte compañía —opina.

—Estoy bien —aclaro con firmeza —entrenaré más tarde —le hago saber.

—Ahm —articula, volteándose levemente para darle un vistazo a su amiga quien se localiza con la vista puesta en nosotros —bueno. —Se voltea para verme —nos vemos. Si no voy a casa mis padres me lincharan.

Se despide y transita hasta el exterior de la casa. Cierra la puerta al salir y me deja con la tranquilidad que tanto necesito. Suspiro con estrés de que mi cabeza se sienta estallar y mis ojos arder. Camino hacia el mueble y tomo el plato con el panqueque que me preparó mi hermana. Me dirijo hacia uno de los bancos del mesón de la cocina y me siento para engullir con rapidez el desayuno. Siento tanta hambre que mi estómago lo hace escuchar.

—admito que no entendí

Agudizo mi oído y percibo como a unos cuantos metros de distancia, mi familia habla con Evy.

—Fue tan repentino —termina de decir Aiden.

—Me sorprendió —se le une Elaine.

—Yo quedé loca —expresa Amy —es decir... —intenta corregirse —más loca de lo que ya estoy.

—Evelyn, no entiendo, ¿Qué sentiste? —le pregunta Aiden.

—y-yo —tartamudea. Ruedo los ojos y le doy un mordisco al panqueque —no lo sé —se limita a decir. Mi prima bufa y la incentiva a expresar más lo que aconteció —fue raro. —Frunzo el ceño.

— ¿sentiste algo? —cuestiona Amy.

—sí, solo que, fueron tantas cosas que no supe diferenciar lo que eran.

Aprieto mis labios y opto por dejar de oírlos como un cotilla. No quiero escuchar algo que tenga que ver con lo que acaba de suceder, prefiero simplemente dejarlo estar por los momentos y luego preguntarle a mi padre sobre esto y que es lo que conoce de ello. Termino de comer y dejo el plato en el fregadero.

Mi estómago se revuelve y tengo que dejar de caminar para que el alimento no suba y lo tenga que expulsar como todo lo que he ingerido anteriormente. Mascullo una maldición cuando me mareo significativamente y me tengo que apoyar de una de las paredes para no trastabillar. Cuando el desfallecimiento se detiene, sacudo la cabeza y ando en dirección a mi habitación.

Busco una toalla y me dirijo hacia el cuarto de baño. Dejo el paño sobre la tapa del inodoro y prosigo a observar mi aspecto en el espejo. Las ojeras las tengo más acentuadas y mi frente yace empapada de sudor a causa del dolor que estoy aguantando. La esclerótica de mis ojos esta rojiza. Luzco tan cansado que por un instante pienso en irme a la cama y quedarme rendido.

Exhalo con lentitud y me acerco al vidrio cuando, nuevamente, un destello dorado reluce entre los colores de mi iris. Cierro los ojos con fuerza en un intento de detener el vigoroso ardor en ellos. Me enderezo y con lentitud (debido al dolor en mis extremidades), me deshago de la ropa.

Me ducho rápidamente cuando siento frio del agua calar mis huesos. El choque de la temperatura fría contra mi piel hirviendo ha causado un evidente vapor a mí alrededor. Al terminar, cierro la llave y me seco para agazaparme y coger la ropa sucia. Entro a mi habitación y dejo la vestimenta en la cesta. Camino hacia el closet y tomo del un mono negro de algodón, un bóxer, una camiseta blanca y un par de medias.

Camino hacia otra parte del escaparate y busco el desodorante para aplicármelo con rapidez. Dejo el frasco en una de las repisas y me aproximo a la cama para sentarme en ella y vestirme. Mientras enfundo mis pies con las medias, pienso que el dolor en mi cuerpo ha descendido un poco gracias al helado baño.




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