Dulce inocencia #2

Capítulo 9. Es ella

James:

Desde que desperté me he mantenido paralizado, siquiera he optado por levantarme porque la sorpresa es tanta que ha convertido mi cabeza en un vaivén de pensamientos. Me siento sofocado, agobiado, por poco puedo respirar porque siento una fuerte presión en el pecho. No sé qué es esto, pero, siento tantas cosas al unísono que me entumezco. Nuevamente viene esa oleada de ansias, de desesperación por levantarme y correr hacia algo que desconozco.

Mi corazón se oprime, me duele.

Intento levantarme y la sensación de extrañeza es inevitable sentirla. En el primer intento trastabillo y por poco me caigo, en el segundo logro mantenerme entre mis cuatro patas... Maldición. Mi corazón palpita más rápido de lo normal y mi respiración se desboca. Tengo curiosidad, ¿Por qué sucedió? ¿A esto se debía el dolor tan gigantesco que estaba sintiendo? ¿Por eso me sentía morir? Es insólito... Se supone que no me convertiría, ya había aceptado que jamás sabría lo que sería ser un lobo y ahora, de la manera más repentina posible, simplemente sucede.

Lo más sorprendente, lo que me tiene desorientado es la cantidad incontable de sensaciones que percibo y esto jamás lo había distinguido. Exhalo y lo que llega a mis oídos es un gruñido lobuno. Doy unos cuantos pasos y puedo escuchar como la madera de la casa rechina ante mí pisar, todo se ha incrementado de una manera alucinante. Anhelo averiguar qué es esto que me sucede y satisfacer mi curiosidad en lo que me he convertido; no obstante, esas ganas son arrebatas por un impulso de buscar aquello que ansío.

Pareciera que no pudiera dominarme por completo, que aunque sea yo, existe ese ímpetu que sobrepasa el dominio de mis acciones. Por esa razón, me exaspero y busco una salida, ¿Cómo mierda abro la puerta? Bufo y nuevamente un gruñido sale de mis cuerdas vocales. Inhalo y percibo hasta el aroma más mínimo que me rodea, inclusive, el de algunos animales pequeños que rondan a los alrededores de mi hogar.

El desespero me arrebata el aliento, me hace sentir asfixiado y es de esa manera como pierdo la compostura y corro hacia la puerta principal, cuando llego hacia ella, sin perder el vigor de mis pasos, golpeo la madera y es más que suficiente para que pueda encontrar mi salida. Al llegar al inicio del bosque, me desestabilizo y siento que me mareo fuertemente. Cierro mis parpados con fuerza porque mis encías arden y mi cabeza duele.

No puedo evitar recordar lo que Axell me dijo hace tantos años y yo pensé que era algo estúpido: "Aunque tu porcentaje de vampiro sea más elevado que el de hombre lobo, esta mezcla lucha por llevar la delantera" "Esa guerra que existe en tu interior se desquita contigo"

Ahora todo cobra sentido y lo entiendo, él tenía razón. Aun cuando logré convertirme en lobo, está esa parte vampírica que lucha con llevar la delantera, estas dos razas no intentan hacer las paces en mi interior y lo que esto ocasiona es que me retuerza de dolor. Mis pensamientos se van al caño cuando inicio a correr nuevamente. Quedo embobado e impresionado por la manera en que me desplazo por el bosque con una facilidad impresionante.

Siento la tierra en mis patas y la manera en que trituro las hojas al pasar. Percibo como las hojas de los arbustos acarician mi pelaje y escucho los animales alejarse cuando me oyen pasar. Esto es extraordinario. Es parecida a la sensación que aprecio cuando corro con gran velocidad siendo una persona pero, lo que hace diferente es la forma que tengo, el gran tamaño, el pelaje, los sentidos revolucionados.

Un aroma inusitado llega a mi olfato, me deja confundido y aturdido. Respiro y el olor es tan exquisito que me hace jadear. No sé cómo describirlo, es tan satisfactorio y placentero que no sé qué sentir. Mi piel hormiguea, mi pecho vuelve a oprimirse ante esa ausencia de algo que busco y mi pulso se desenfrena. La adrenalina aumenta de nivel he incrementa las ganas que tengo de encontrar lo que tiene esa esencia tan espectacular.

Llego al final del bosque y frunzo el ceño al darme cuenta que estoy en el pueblo. Observo a mí alrededor y noto que no hay personas, debe ser extremadamente tarde para que el sitio se ubique en absoluta soledad. Con perspicacia deambulo por las calles, aumentando el paso algunas veces cuando la fragancia la siento acentuarse. Al pasar los minutos me doy cuenta que estoy aproximándome hacia una parte de la población que no es muy habitada y que, las casas que yacen ahí son algo destartaladas. En este sitio mayormente viven ancianos o personas que prefieren mantenerse alejadas de la sociedad.

Las ansias me mortifican y el aroma acrecienta a tal punto que me hace enloquecer. Mi pecho sube y baja con celeridad. Desciendo la velocidad de mis pasos y cada pisar lo hago con lentitud y sagacidad. Llego a una casa deteriorada y siento que es ella la raíz de mi angustia junto a la fuente del olor más fascinante y magnético que he sido capaz de percibir. Cada sentido de mi ser esta al máximo, atento, esperando.

Le doy la vuelta a la casa y noto que uno de los dormitorios se haya con la luz encendida. Deambulo con más rapidez, sintiéndome morir ante esta tortura y cuando llego hacia el origen de claridad, quedo pasmado. Mis pasos se detienen y mi corazón late tan rápido que siento que reventará ante lo que siente. Jadeo, obteniendo nuevamente un gruñido cuando quiero tener a esa persona cerca.

El impacto es tan grande que doy un paso hacia atrás. El pasmo me mantiene estático por unos minutos y en ese periodo de tiempo siento que el mundo me da una patada por el culo al ponerme a ella como compañera. ¿Qué mierda? Trago saliva y me mantengo ahí, sin aliento. Maldición... ¿Por qué tiene que oler tan bien? ¿Por qué tienen que existir ese frenesí de posicionarla a mi lado?

Evelyn yace durmiendo sobre su cómoda de una manera angelical. Se ubica de costado, dándome el frente a mí. Su abundante melena de color oro se esparce por la almohada y la sabana blanquecina solo cubre sus piernas. Sus mejillas están sonrojadas y su entrecejo se halla fruncido levemente, como si algo le inquietara. Se remueve y suelta un pequeño suspiro tembloroso que llega sonoramente a mi audición.




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