Dulce inocencia #2

Capítulo 11. Pensamientos desvergonzados

James:

No puedo apartar la mirada de ella. Sus ojos me tienen cautivado de una manera impresionante. No puedo dejar de escudriñarla, de atisbar hasta el detalle más diminuto de su semblante. Dios, es tan hermosa que me arrebata el aliento y saber esto último no ayuda con la idea de aplacar los sentimientos que en mi forma lobuna siento por ella. Su esclerótica aun yace rojiza a causa del recién llanto y en ocasiones hipa como una niña pequeña, jamás pensé que ese simple acto me enternecería infinitamente, siquiera sabía lo que era esa sensación tan sobrecogedora.

Su corazón no ha dejado de latir con acelero y su pulso se halla igual de enloquecido que hace minutos. Sus manos tiemblan, toda ella es un manojo de nervios a punto de estallar; no obstante, no retira su mirada de la mía, creo que por poco parpadea. Sus mejillas se localizan ruborizadas y su piel con cada amarillento vello elevado.

Permanezco estático cuando alza sus brazos y con cautela dirige sus manos hacia mi cabeza, duda en culminar su acción a causa del miedo y para que entienda que no la lastimaré, bajo mi rostro para que comprenda mis buenas intenciones. Cierro mis ojos con fuerza al sentir su caliente y tersa piel sobre mi pelaje, mantiene una de sus manos cerca de mi oreja derecha y luego la desliza suavemente hacia abajo. Quiero jadear ante la exquisita sensación que esto me provoca. Mi cuerpo arde ante su toque.

Escucho como deja salir un suspiro tembloroso antes de posar su otra mano por mi cuello y plasmar diversos trazos. Sus carantoñas, el magnífico aroma proveniente de ella y las ansias de tocarla me están haciendo delirar, presiento que cometeré alguna imprudencia si me sigo sintiendo de este modo.

—Te-tenía tanto miedo —musita y la voz le tiembla —ya estaba oscureciendo —comenta.

Quisiera poder preguntar por qué mierda está aquí.

La observo y veo como sus ojos brillan con entusiasmo. Su rojiza boca se aprieta al otear mi cuerpo.

—tu pelaje es tan puro, tan hermoso —dice embelesada y no sé por qué eso me hace sentir malditamente bien —tus ojos... —Palpa por debajo de ellos y sonríe —son alucinantes. —Observa hacia atrás y se carcajea. Me confundo y me volteo levemente para divisar el causante de su risa —tu cola —explica aun riéndose con ternura, alejando sus manos de mí. Analizo como esa parte de mi cuerpo se mueve entusiasta.

¿Qué mierda?

Intento que deje de moverse pero mi esfuerzo es en vano, no sé cómo hacerlo. Me frustro y dejo salir una exhalación la cual se convierte en un pequeño gruñido. Evelyn se espanta y tengo que observarla con rapidez para que comprenda que nada va a sucederle. La rubia suspira y se encoge de hombros luego de unos minutos, se ve decaída.

—tengo que dejar de seguir esa sensación —anuncia con tristeza —mira en donde termino por culpa de ella. — ¿Qué sensación? ¿Se refiere a la corriente que provoca que me acerque hacia Evelyn? La observo con intensidad y examino su cuello al ver como traga saliva —jamás te había visto —aclara y es lógico —no puedo creer que todo eso provenga de ti. —Sus mejillas vuelven a encenderse —eres tan diferente a él...

¿Qué?

Ladeo la cabeza de manera automática gracias a la confusión que me causó su comentario. Evelyn se remueve en su puesto he intenta subir sus manos hacia mí para seguir acariciándome, permito que deslice sus palmas sobre mi pelaje con gusto, sintiéndome extasiado por lo que ese acto me provoca. No sé qué mierda me sucede pero esto se siente tan bien...

Repentinamente, la niña se abalanza hacia mí y me abraza, dejando reposar su cabeza en mi cuello. Esa acción me toma desprevenido y por poco doy un paso hacia atrás por puro reflejo. Sus delgados y blanquecinos brazos me mantienen prisionero y escucho a penas como gimotea por razones que desconozco. Percibo las pequeñas lágrimas que se deslizan por sus mejillas caer sobre mi pelo. Mi corazón se encoge al notar que se siente mal, que su estado no es perfecto. Un molesto nudo se crea en mi garganta y, puedo asegurar que es la primera vez que noto aquello.

—l-lo siento —dice al alejarse de mi cuerpo y percatarse de su extraño gesto —quisiera que esto siempre fuera como ahora.

Quisiera estar en mi forma humana para exclamarle que deje los rodeos y me hable claro. Al escuchar ese tipo de comentarios solo puedo sacar suposiciones, todas seguramente muy alejadas a lo que ella intenta decir.

Cierro los ojos unos segundos para deleitarme solamente por su aroma, por su exquisito y fascinante olor. ¡Agh! Quisiera ceñirme a su cuerpo para que la fragancia este mas aproximada. La observo con intensidad, examinándola, divisando sus facciones y sus ojos los cuales se hallan entristecidos. En sus parpados inferiores se han acentuado unas fuertes ojeras, pareciera que estuviera agotada.

Decido llevarla hacia afuera del bosque para que se dirija a su hogar. Me volteo y comienzo mi andar. Escucho como inicia a caminar con apuro para poder llegar a mi costado. El camino se lleva a cabo en silencio, Evelyn opta por cerrar su boca y mantenerse abrazándose por el frio descomunal que hay. Cuando llegamos hacia nuestra meta ella suspira con pesadez al detenerme para hacerle entender que continuará sola porque no puedo deambular en mi forma lobuna entre las personas que desconocen nuestra especie.




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