Por favor, no sean lectores fantasmas.
James:
Brayden me sostiene la mirada, desafiándome, escudriñándome con su mirar porque sé que le enoja que le haya interrumpido su charla con Evelyn. Aprieto la mandíbula al mismo tiempo que ajusto mi agarre en la pequeña cintura de la rubia. Puedo escuchar claramente como su respiración es irregular y la manera en que su corazón late aceleradamente por la acción repentina que acabo de ejecutar. La mayoría de las personas en la cafetería yacen expectantes, en silencio y esperando otro movimiento de mi parte, están confundidos, jamás en hecho algo así antes.
El desagrado y la inquietud que inesperadamente se instaló en mi sistema como un peso muerto, me tomó desprevenido y es por esa razón que no pude evitar levantarme y posicionarme al lado de ella. No esperé sentirme cabreado al ver a Evelyn estando con la compañía de otro hombre; sin embargo, esto deja en claro que aunque en estos momentos no perciba como una persona normal, esa otra parte de mi ADN siempre estará ahí.
Brayden rueda lo ojos, bufando. Deja el libro en la mesa y se levanta luego de darme una mala mirada. Dejo escapar una pesada respiración y decido calmarme, siento mis músculos tensos por el contratiempo. Maldición, ¿Qué acabo de hacer?
Retiro mi agarre de Evelyn y me alejo un poco, sintiéndome estúpido por las acciones que realicé inconscientemente. No observo a la rubia aun cuando siento su intensa vista sobre mí. Mantengo mis brazos apoyados sobre la mesa, sintiendo que aquella sensación de disgusto y amargura no quiere salir de mi pecho. El mal humor me azota y frunzo el ceño cuando las ganas de mandar a la mierda a todo el mundo me atacan. ¿Qué es esto? ¿Por qué me estreso tanto con la idea de alguien acercándose a ella? Hago una mueca con mis labios antes de ladear mi rostro y observarla.
Sus luceros con aquel tono azul y grisáceo me reciben abiertamente, regalándome un repaso de todas las emociones que la rubia siente actualmente. Ella parpadea diversas veces con rapidez al notar la penetrante mirada que instintivamente le otorgo, sus rizadas y largas pestañas ondean a medida que sus parpados se cierran y ese insignificante movimiento me atrapa abrumadoramente. Desciendo levemente mi mirar y reparo en sus mejillas, en la manera que se hayan levemente ruborizadas, dándole un toque inocente a su semblante. Sus rosados labios se ubican entreabiertos, dejando salir entrecortadas respiraciones a través de ellos.
Dejo de observarla porque vagos recuerdos de ayer vuelven a atacarme y me exaltan porque precisamente la idea de posar mi boca sobre la suya aparece en mi mente, ganándose el foco junto con toda la atención. Mascullo una maldición porque la molestia sigue ahí, estresándome la existencia, obligándome a aplacar mi aura al preguntarle a ella que se trae con él. No, no lo haré.
—Ja-james —tartajea al llamarme.
Muerdo mi labio inferior con frustración y volteo a divisarla. Apenas la atisbo, noto que su mirada cae velozmente a mis labios y luego, capto como cada vello de su cuerpo se eleva con tardanza, dejándome apreciarlo de un modo alucinante. La tensión entre nosotros es tan evidente que cualquier persona que se acerque lo podría palpar. Mi vistazo cae en su cuello y tengo que tragar saliva porque aquella ansiedad comienza a trastornarme. Veo su choker negro y la forma en que resalta gracias a su pálido color de piel. Detallo el morado que posee e intenta tapar con aquel collar.
Observo a Evelyn, enganchándome con sus ojos, notando como ellos resplandecen cuando mi ojeada da con la suya. Desciendo mi vista y veo su muñeca, aquella donde se localiza la marca que se creó al morderla. Alrededor de los dos puntos hay un enrojecimiento en su piel, como si se hubiese rascado varias veces en ese sitio.
— ¿Por qué esta así? —cuestiono con dureza, observándola y dándola una pesada mirada por la molestia que me cargo. Su ánimo decae y eso me hace sentir tambalear —el enrojecimiento —le hago entender, esta vez en un tono neutro, sin señales de cólera.
Decido calmarme, respirar profundo y proseguir. Es su vida, puede hacer lo que quiera con ella.
—Desde ayer me ha ardido —responde en un tono mínimo, avergonzándose porque sabe que fue justamente luego de que le dijera aquellas crudas palabras —también duele y me hace querer apretujar esa zona.
Abro la boca para hablar pero mi intención se desvanece cuando Amy llega repentinamente a la mesa en la que estamos junto a Elaine. Antes de observar a mi hermana, puedo ver como Evelyn deja caer su melena dorada por uno de sus hombros para así ocultar el morado yaciente en su cuello.
—no sé qué pensar al verlos sentados, en una mesa, juntos —dice mi Amy, cautelosamente. La rubia se tensa al oírla —no sé si es un progreso o que mundos. —Se sienta entre Evelyn y yo, apartándome un poco hacia un lado para cederle espacio —hermosa Evy, ¿no te estaba maltratando, no? —le pregunta, para luego mirarme con los ojos entrecerrados.
— ¿Cómo están? —pregunta Elaine, sentándose al lado de la rubia —estoy fatal, esta semana ha sido horrible con las evaluaciones. Siento que el profesor de matemática me violó con la prueba —se queja dramáticamente, cruzando sus brazos sobre la mesa y apoyando su frente en ellos —quiero morir.