Dulce inocencia #2

Capítulo 23. Ella es mía

James:

A medida que voy despertando y comienzo a ser consciente de lo que sucede a mí alrededor, el intenso aroma de la rubia llega a mis fosas nasales, por lo que frunzo el ceño desconcertado. Mi corazón inicia su latir desesperado y una clase de placidez se sitúa en mi pecho como si jamás me hubiera encontrado tan cómodo como lo estoy ahora. Abro los ojos con somnolencia y lo primero que observo es la mitad del cuerpo de Evelyn sobre el mío. Duerme con tanta paz y profundidad que no se ha dado cuenta de que su cabeza yace reposando en mi pecho y su brazo derecho rodeando mi abdomen como si no quisiera alejarse de mí.

Al verla descansar con tanta serenidad, vagos recuerdos de lo que sucedió ayer por la madrugada llegan con rapidez. Me tenso porque no paso desapercibido el hecho de que solo se encuentra en ropa interior y se ubica sobre mí, palpando mi piel y ocasionando que los síntomas de la época del celo me golpeen con todo lo que tienen. Maldición, aquí vamos de nuevo. Siendo tan temprano, comenzando la jornada, el acaloramiento comienza a recorrerme completamente; sin embargo, no lo siento tan angustiante como el día de ayer.

Evoco la forma en que nos besamos, en que cada roce contra la piel de sus labios se sentía como estar en un mundo de maravillas. Rememoro sus gestos, llenos de fascinación y enardecimiento, viéndome mientras la palpaba y la hacía descubrir nuevas sensaciones que solo experimentaría conmigo. Sus ojos se asemejaban a un montón de fuegos artificiales decorando el azulado cielo, me observaba como si yo fuera todo para ella, como si quisiera aferrarse hasta lo más mínimo que pudiera darle y analizar esto último me hace tensar, quedo rígido porque me conozco y sé que en cualquier momento la voy a lastimar.

Ella de verdad quiere tener algo conmigo, quiere que seamos compañeros como lo sentenció el destino pero yo, simplemente no sé lo que quiero y temo que en esa indecisión o conflicto que hay en mi interior termine destrozándola. Ahora me siento loco por ella, cautivado, casi que embelesado pero sé que se debe a que en esta época mi parte lobuna me domina más que aquella otra que ha tenido dominio de mi por todos estos años.

Maldigo mentalmente porque quiero alejarme, retirarla de mi camino pero, ¿Cómo hago con todo esto que siento por dentro? ¿Cómo evito las ansias que poseo de estar con ella, de tocarla, de besarla, de mirarla? Es la primera vez que me siento de este modo, de esta manera tan amena. ¿Cómo hago para dejar de pensar en ella y apagar esa llamarada de preocupación que me invade cuando no se de bienestar?

Estaba acostumbrado a no sentir y cuando hablo de esto, me refiero a todos los sentidos imaginados...

Recuerdo como mi hermana se burlaba de mí porque no me interesaba el hecho de tener relaciones sexuales con alguien y cuando lo hice la primera de las dos veces que lo he hecho en mi vida, fue un total fiasco. Realmente no podía sentir siquiera una excitación considerable o un placer que me hiciera acabar en un orgasmo y ahora, ahora que encontré a la rubia, siento un nivel de lujuria inimaginable.

La tengo aquí, sobre mí y ya es suficiente para que mi intimidad se emocione y se haga sentir. Mi licantropía anhela que su compañera se despierte, me observe y me bese para volver a despegar de la tierra y yacer en un planeta extraordinario. Fue muy complicado quedarme dormido con ella entre mis brazos porque verdaderamente, si la rubia no me importara, me hubiese acostado con ella para aplacarme y poder respirar con tranquilidad sin pensar en lo mal que se pudiera sentir luego.

Sé que ya se siente lo suficientemente usada de mi parte con respecto a su sangre, como para que también crea que me acosté con ella para mi beneficio. Evelyn se moriría de la tristeza y yo del remordimiento.

Mierda, es tan estresante tener que pensar en la comodidad de ella y no solo en la mía. Tengo que analizar mis pasos porque de lo contrario, ella saldría jodidamente herida. Ojala pudiera romper nuestro lazo, aquella maldita cuerda invisible que nos une sin que termináramos totalmente desgarrados. Aunque mis padres me contaban de la fuerza de aquella atadura, jamás pensé que era tan real. Siento esa cuerda entre nosotros, como si estuviera sujetada en nuestros corazones, haciéndonos dependientes el uno con el otro.

Me alejo de aquellos pensamientos cuando la siento removerse, despertándose. Me causa gracia el modo en que se mueve libremente porque todavía no cae en cuenta de donde está pero unos segundos luego, al despabilarse por completo, queda tiesa.

—oh dios mío... —musita en un tono minucioso y nervioso.

Escucho como su corazón comienza a latir con fiereza y su pulso se dispara, asustada. Se mantiene unos segundos sobre mí, como si no pudiera creer que esta sobre mi cuerpo y casi que desnuda. Ella alza su cabeza con lentitud, como si quisiera asegurar que estoy despierto y cuando me divisa con sus azulejos, vuelve a bajar la cabeza y da un respingo para alejarse de mí y sentarse en forma de indio en la cama.

—Oh James, lo siento —se disculpa con apuro, tomando una almohada y tapándose con sofoco. Alzo mis cejas y la diviso como si hubiera enloquecido —no sabía que y-yo estaba... —Sus mejillas estallan con aquel rubor y observa otro ángulo de la habitación para no reparar mi rostro.




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