Dulce inocencia #2

Capítulo 24. Déjate llevar

Disfruten este momento de familia feliz, mientras dure.

James:

Luego de ocultar el cuerpo de aquel hombre que osó tocar a la rubia, tuve que encaminarme hacia la casa de mis padres porque necesito preguntarle algunas cosas a Axell. Mientras deambulo por el inmenso bosque, bufo porque aquel desagradable sentimiento aun yace en mi pecho, estresándome, carcomiendo internamente. Esa sensación tan irritante incrementa desmedidamente al pensar en que me fui y la dejé con Brayden, a solas, en su casa. Agh, maldición. Paso mi mano derecha por mi rostro con agobio y malhumor.

Conozco a Evelyn y sé que es lo suficientemente conservada para hacer cosas que lograrían volarme la cabeza. Es primera vez que percibo este remolino de sensaciones en mi pecho y esto mezclado a la época en la que yazgo, me hace sentir desenfrenado. Sé que son celos, lo sé muy bien porque no hay otro nombre que pueda explicar lo que siento.

Supongo que la rubia no se esperaba la visita de Brayden porque la mirada asustadiza que me dirigió cuando lo vio, explicó todo. Su corazón se exaltó con nerviosismo, como si no supiera cómo reaccionaría al encontrarlo ahí, con una flor en su mano. Tomo una inhalación y el aroma de Evelyn se ubica en el aire, haciéndose presente cada vez que respiro; el olor me llama, me cautiva y casi que me obliga a correr hacia ella.

Me encuentro en desesperación, bailando en una cuerda floja sobre el abismo de la demencia. Siento que mi cuerpo pica y cosquillea. Tengo calor, mucho calor y eso ocasiona que sude, que me sienta pegajoso e incómodo. Escalofríos tras otros recorren mi cuerpo completamente, provocando que mis vellos se ericen y mi corazón retumbe en mi pecho con más intensidad, al punto de molestarme.

Los síntomas son insoportables y los percibo con más crudeza que cuando estaba con Evelyn en mi hogar, eso significa que para sobrellevar esta época, tengo que estar junto a la rubia para mantenerme sosegado.

Llego a la casa de mis padres y tomo el pomo de la puerta principal para adentrarme a la sala de estar, cosa que se me complica al tener la palma de mis manos sudorosas. Cierro a mis espaldas y doy unos cuantos pasos hacia la cocina, donde se ubica mi familia. Amy se encuentra sentada en uno de los bancos de la isla y mis padres cocinan animadamente mientras conversan entre los tres. Lo que me sorprende es ver a Axell y Elena actuando tan normal, como si la época del celo no los trastornara.

—qué bueno que llegaste, hijito precioso —comenta mamá, sin voltear a verme ya que esta entretenida revolviendo lo que cocina con tanto afán.

—ya estamos a punto de servir el almuerzo —anuncia Axell —y tenemos tiempo sin comer los cuatro juntos. —Se encorva un poco para darle un beso a la mejilla de mamá.

¿Cómo ellos actúan con tanta tranquilidad y yo estoy desesperado?

—ok, tienes una cara que dice: mátenme —dice mi hermana, soltando una carcajada.

Y es aquel comentario el que ocasiona que mis padres coloquen su vista sobre mí. Elena frunce el ceño al verme y Axell muestra una sonrisa ladeada, llena de burla porque sabe lo que estoy transcurriendo.

—tienes el corazón muy agitado, James. —Coloca su mano izquierda en su cintura y repara en mi vestimenta la cual se haya algo sucia — ¿Qué te ha pasado? ¿Estabas ejercitándote? Tienes la respiración acelerada.

Camino hasta llegar al banco al lado del de Amy y sentarme. Mi hermana coloca una mano sobre su pecho y lo soba, como si algo le molestara, no me sorprendería saber que es a causa de que percibe ciertos sentimientos que me están asfixiando ahora mismo.

—ahora tu cara dice: quiero golpear a alguien. —Achica sus ojos —uhum, sospechoso. —Acaricia su barbilla con su mano derecha y se ríe por su ocurrencia.

Mamá camina hacia la isla que nos separa y apoya sus manos sobre ella, examinándome con su mirar.

—hoy no estás muy conversador pero estoy bien, gracias por preguntar —masculla lo último.

En una acción inesperada, ella con una gran velocidad arrebata los lentes oscuros que cargo puesto y se da cuenta del tono ámbar de mi iris. Elena sabe lo que significa el hecho de que estén así y es por ello que abre los labios, quedando atónita.

— ¡lo sabía! —exclama pero aun con ese gesto sorprendido que la hace lucir cómica.

—mierda... —musita su hija al ver como el semblante deja de ser atónito para convertirse en uno enojado.

— ¡y ustedes lo sabían! —Chilla, observando a Amy para luego dar media vuelta y ver a su esposo — ¡James! ¡¿Por qué no me lo habías dicho?! ¡Encontraste a tu compañera! —Grita, dejando los lentes en la mesa y dando un pequeño brinco por la efusividad —oh, maldición... ¡estás en tu primera época del celo! —Vuelve a chillar —ahora tu horrible aspecto cobra sentido. —Muerde su labio inferior.

—Era muy lógico que lo sabrías, así que vine con la intención de que te enteraras —me limito a responder y la adustez es evidente, lo que hace gruñir a mi padre.

—James... —me advierte él.

—lo importante aquí es, ¿Quién es la chica? —cuestiona ansiosa de oírme.




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