Dulce inocencia #2

Capítulo 25. Tres rubias

James:

Preferí irme de la casa de mis padres porque me sentía enloquecer y no quería que me vieran en esas condiciones tan deplorables porque lo único que me dirían es que corriera hacia los brazos de Evelyn y me refugiara en ellos. Elena se enteró... ella era la única que faltaba por enterarse. Lo que me inquieta es que esa noticia se regará y el resto de nuestra numerosa familia se enterará. No podía decirles a mis padres que mantuvieran el hecho de que encontré a mi compañera en secreto porque se extrañarían y me preguntarían las razones, es obvio que no les diría que tengo personas que quieren ver mi cabeza guindando por el daño que he causado.

Apenas llego a mi hogar, procuro darme un baño y es lo que hago enseguida. Duro bajo la regadera más de veinte minutos aproximadamente. Mientras la helada agua cae sobre mí, es el único momento donde me sosiego y respiro con tranquilidad. La ducha logra tranquilizarme, me relaja totalmente. No siento calor y aquel hormigueo en la parte baja de mi vientre ha cesado. El frescor se ha adueñado de mi cuerpo y es por ello que mi malhumor ha desaparecido. El aroma de la rubia continua presente pero la ansiedad ha descendido amenamente.

Salgo del cuarto de baño y me dirijo a mi habitación, la cual sigue sin pomo para la puerta. Me aproximo al closet y tomo un bóxer, me lo coloco para luego aplicarme desodorante y proseguir a buscar el control del aire acondicionado para encenderlo y que la sensación de frio que tiene mi cuerpo continúe. Dejo el control en una de las mesas de noche y busco mi teléfono celular para ver las notificaciones que he pasado desapercibidas.

Me acuesto sobre la cómoda e inhalo profundamente. Enciendo el celular y lo primero que visualizo es un mensaje de Brianna preguntándome que cuando nos veremos. Ruedo los ojos ante su insistencia y le respondo que pronto. Frunzo el ceño cuando entro a WhatsApp y diviso un mensaje de una persona que no se encuentra agregada a mis contactos, veo su foto de perfil y es una chica de grandes ojos aceitunados, jamás la he visto por lo que ignoro su saludo.

Dejo el celular aun lado y me volteo boca abajo para intentar dormir.

(...)

Me despierto un poco sobresaltado porque soñaba que alguien no apartaba su mirada de mí y ahora que yazgo consciente de lo que sucede en mi entorno, la sensación se sentirme vigilado no culmina. Cierro mis parpados para concentrarme en lo que llega a mi olfato pero lo que más me extraña es que no percibo el olor de alguien, lo que llega a mi es el olor a tierra y de los animales que merodean por estos lares.

Tomo el teléfono que dejé sobre el colchón y noto que son las seis de la tarde. Maldición, había planeado ir a la casa de la rubia para acompañarla a su trabajo y que no sienta la necesidad de que Brayden la acompañe. Deslizo mi mano derecha por mi cabello y luego por mi semblante para despabilarme. Tenía tiempo sin poder dormir tranquilamente por la tarde.

Me levanto, sintiendo que mi interior se siente ansioso porque sabe que estaré junto a ella dentro de un corto tiempo. Dejo el celular sobre una de las mesitas de noche y me encamino hacia el sanitario para lavarme los dientes. Al terminar mi tarea, me diviso en el espejo frente a mí y me engancho con el color de mi iris, es intrigante la forma en que el color ámbar se entremezcla con el dorado y en segundos puede verse más oscuro o más claro. Sacudo la cabeza para aterrizar de mis ensoñaciones.

Salgo del cuarto de baño y me adentro a mi dormitorio para buscar un pantalón negro, me enfundo en el y me encargo de buscar en una de las repisas del armario una camisa blanca de manda larga, al hallarla me la coloco con cierto apuro. Busco las vans que usé el día de hoy y me calzo con ellas. Rebusco entre los perfumes que tengo hasta decidirme por mi favorito y colocarme solo un poco porque de lo contrario, el olor me atormentará y me hará sentir sofocado.

Busco la billetera y el teléfono para guardarlos en los bolsillos delanteros del pantalón.

Salgo de casa y emprendo marcha hacia el pueblo con un caminar un poco acelerado. Suelto una maldición y me detengo bruscamente cuando recuerdo que dejé los lentes oscuros en la casa y tendré que buscarlos para no espantar a los humanos que se ubiquen en el bar. Joder. Doy media vuelta y corro hacia mi vivienda para buscar los lentes con obstinación. Entro a la sala y me dirijo hacia la cocina para tomarlos ya que los dejé sobre el mesón de la estancia.

Me marcho nuevamente y frunzo el ceño al pensar en todos los minutos que he perdido por mi olvido. Esta vez no decido caminar porque no llegaré a tiempo. Corro con una velocidad inhumana hacia el inicio del bosque y cuando lo logro, me detengo un segundo para recuperar la compostura. Camino como siempre suelo hacer cuando hay personas vagando por el lugar. Me tardo unos siete minutos en llegar a la casa de Evelyn y siento que me desvanezco porque su aroma se intensifica magníficamente.

Me detengo en la puerta de entrada y siento como mi corazón se agita considerablemente porque mi licantropía sabe que está cerca de su compañera. Elevo mi brazo y con mis nudillos toco unas tres veces la puerta de madera. Sonrío cuando escucho que canta fuertemente una canción que se reproduce en su teléfono y es por ese motivo que no escucha los toques en su puerta. Vuelvo a tocar, esta vez con más fuerza. Noto como se calla drásticamente al oír los golpes que dejo con mis nudillos.




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