Dulce inocencia #2

Capítulo 26. Llantos inconsolables

James:

Estoy molesto.

Incluso más que eso.

El furor que siento recorrerme a través de las venas me rebasa, me hace sentir tan inestable que por poco pierdo aquella compostura que siempre trato de sostener. Mi corazón se desboca, lo siento palpitar tan intensamente que me duele el pecho. Me falta el respiro mientras me agazapo para tomar a la rubia entre mis brazos junto al teléfono celular que tiene a un lado.

Axell y Chase yacen detrás de mí, estáticos, sin pronunciar palabra alguna porque saben que estoy fuera de mis cabales.

Me levanto con ella cargada y me doy la media vuelta. Mi padre y su amigo se hacen a un lado para que pueda encaminarme hacia la salida del callejón, luego prosiguen a seguirme. Puedo escuchar la inestable respiración de Evelyn y los balbuceos que suelta como si estuviera desorientada.

— ¿James? —cuestiona difícilmente porque pareciera que se trabara al hablar.

— ¿si? —pregunto dudoso, porque desconozco por completo su situación.

— ¿Por qué me dejaste ahí? —Su voz se quiebra a medida que ejerce la cuestión —pe-pensé que me llevarías a casa y me dejaste aquí. —Su tono se rompe y sé que está llorando.

Frunzo el ceño al oírla porque no tiene sentido lo que comunica.

Me apresuro en salir del callejón y al hacerlo, puedo divisar el rostro de mi compañera gracias a la tenue luz del poste ubicado en una de las aceras. Aprieto la mandíbula al ver su rostro rojizo por los leves sollozos que suelta, tiene los ojos cerrados y aun así continua balbuceando cosas sin sentido, incluyéndome en ellos. Deslizo mi ojeada por su vestimenta y me enfurezco al ver el cierre de su falda levemente abierto y la parte baja de su camisa arrugada.

—está más que claro que alguien la drogó —informa Axell, poniéndose a mi costado.

No le respondo, me limito a comenzar a dirigirme hacia mi hogar a una velocidad sobrenatural. Necesito revisarla y dejar de suponer miles de escenas fatalistas acerca de lo que le pudo haber pasado. Escucho a mi padre y Chase seguirme pero no me detengo hasta que llego a la vivienda y me aproximo a mi habitación para dejar a la rubia sobre mi cama.

Evelyn se aovilla sobre la cómoda y continúa dejando salir diversas gotas saladas de sus ojos.

—Podemos buscar a Rachele —opina Chase ya que ella es prácticamente la doctora de la manada.

Con apuro, sin importarme que ellos estén presente, coloco el teléfono de la rubia sobre una mesa de noche y dejo crecer mis colmillos, muerdo mi muñeca derecha para abrir dos pequeños agujeros en la piel. Me dirijo hacia Evelyn y aproximo la herida hacia sus labios. Al inicio se rehúsa pero luego entiende lo que tiene que hacer.

—Déjenme solo con ella —comento sin algún sentimiento evidente en mi tono —por favor.

Axell suspira pero lo entiende.

—Cualquier cosa, no dudes en llamarme —es lo que dice antes de darse media vuelta y salir junto al padre de Elaine.

Prontamente los escucho salir de la casa y alejarse de los alrededores de la morada.

Mantengo mí vista en Evelyn, procurando encontrar el aroma de la persona que estuvo con ella y la llevó hacia ese callejón; sin embargo, no hay algo que me indique el responsable de estos actos, no huelo algo más que no sea la asombrosa esencia de la rubia. Suelto una maldición al sentirme inútil y culpable, me lleno de remordimiento, de culpa porque si me hubiese quedado con ella nada de esto hubiese sucedido. Me llamó, lo hizo y las primeras veces no contesté por pensar que se trataba de alguien más.

Le prometí que la ayudaría apenas lo pidiera y no lo hice.

Me dirijo hacia el closet y rebusco un suéter junto a un pantalón de algodón. Regreso hacia la cama y noto como la rubia se va despabilando cada vez más, dejando a un lado las consecuencias de la droga que le hicieron consumir gracias al efecto de la sangre que le di. Tomo el inicio de su camisa y lo alzo para sacárselo con cuidado para no lastimarla o alterarla, luego le coloco el suéter negro. Retiro la falda con facilidad y le pongo el mono. Mi ropa le queda grande pero eso es lo menos importante.

Cuando termino de vestirla, percibo la forma en que un nudo se va creando en mi garganta por el pesar y la inquietud que siento. Maldición. Retiro los lentes oscuros de mi rostro con frustración y los dejo sobre la mesa de noche. Observo a mi compañera y la pillo mirándome con los ojos entrecerrados. Muerdo mi labio inferior mientras diviso sus azulejos y siento como algo escuece en mi pecho.

—Ja-james yo... —intenta hablar pero tartamudea y luego deja salir un pequeño sollozo debido al susto que pasó.

—Shh, está bien —musito, acercando mi mano izquierda a su rostro y retirando sus lágrimas con mi dedo pulgar.

—Tenía tanto miedo —susurra aun con el tono tembloroso. Se sienta en la cómoda y su rostro se descoloca —me sentía confundida y débil, veía borroso y no entendía muy bien lo que me decían.

Muerdo más mi labio inferior y por poco lo hago sangrar por la presión que ejerzo. Me aproximo más hacia ella y posiciono mis manos en su cintura para alzarla con facilidad y dejarla sobre mi regazo. Inmediatamente, Evelyn se apega a mi cuerpo y desliza sus brazos por mis hombros para abrazarme. Me tenso. Estoy tan contradicho por el vaivén de sentimientos que percibo que no sé qué hacer pero cuando siento el costado derecho de su rostro reposar sobre mi pecho, no puedo evitar rodear su espalda y devolverle el gesto.




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