Dulce inocencia #2

Capítulo 30. Dolor oculto

James:

Me remuevo suavemente pero mantengo los ojos cerrados porque la sensación amena que percibo es tan grande e inusitada que me hace mantener gustoso. Algunas caricias dejadas sobre mi cabello me adormecen y por poco no vuelvo a caer en la inconsciencia, ese tipo de carantoñas me deleitan, me relajan completamente. Un exquisito aroma llega a mis fosas nasales y me hace suspirar, lo que sale casi un ronroneo por mis cuerdas vocales. Donde yazgo es tan suave y cálido que me provoca no alejarme de este lugar.

Ha medida que voy aterrizando de mis ensoñaciones, voy percatándome de todo lo que sucedió por la noche y lo fantástico que me sentí al estar y tener intimidad con la rubia. Rememoro la forma en que me quedé dormido, como un niño pequeño en brazos de la persona con quien se refugia. Mierda. Estoy sobre Evelyn. Abro los ojos con cierta rapidez y si, lo primero que me encuentro en mi campo de visión es un lindo y abultado seno que ocasiona estragos en mi sistema.

Evelyn esta tan ensimismada acariciando mi cabello que no se percata que ya estoy despierto, ella se mantiene balbuceando una canción de the neighbourhood. Vuelvo a removerme. Ella queda estática y aleja sus manos de mi cabello al darse cuenta que no estoy sumido en el sueño. Su corazón comienza a bombear con más velocidad y su respiración inicia a ser una irregular. Alzo mi rostro para observarla y quedo ido cuando doy con sus azulados ojos, están tan brillantes y claros que me hacen tragar saliva con dificultad.

Esta nerviosa, la delata su mirada. Evelyn mantiene su respiración cuando da con mi vistazo y se dedica a recorrer cada rasgo de mi semblante sin alguna clase de disimulo. Exhala entrecortadamente y sus ojos se empañan. Frunzo el ceño pero ella no se da cuenta de ese gesto porque sus ojos divisan mis labios, sonrojándose en el acto. Posteriormente, me regala una pequeña sonrisa y lo que ella no sabe es que ese simple acto provoca que mi corazón se sienta abombado por el vaivén de emociones que me dejan sofocado. Aquel cosquilleo profundo en mi pecho se acentúa y simplemente, no se describir lo que percibo en este instante.

Me siento tan hechizado, tan conectado con su mirar que paso desapercibido la cantidad de minutos en la que hemos pasado observándonos. Aquel lazo que nos une está más fuerte que nunca y doy por sentado que es gracias al pacto que firmamos al caer en la tentación hace horas.

Evelyn, inconscientemente, dirige sus manos hacia mi rostro, acunando mi cara con tanta tersura que me emboba. Desliza sus pulgares sobre la piel de mis mejillas y cada trazo se asemeja a una corriente que logra estremecerme de pies a cabeza. Suelto un diminuto jadeo al sentirme tan ameno con el momento. Esto se siente tan malditamente bien que cierro los ojos por unos segundos.

Me siento relajado mental y físicamente, el acaloramiento que acalambraba mis músculos junto a mi parte intima ha descendido considerablemente. Mi padre tenía razón, dejarme llevar por esta época es mucho más sencillo que intentar oponerme ante ella. El nivel de sosiego que cargo es fascinante, tenía tiempo sin sentirme de este modo.

El sueño vuelve a intentar someterme y es por ese motivo que vuelvo a apoyar el costado derecho de mi cabeza entre los senos de la rubia. Afianzo el agarre que tengo en el costado derecho de su cintura y me mantengo con los parpados cerrados, solo entreteniéndome con el olor, la piel y la respiración de la rubia.

— ¿te sientes bien? —cuestiono con la voz ronca luego de un rato, refiriéndome al hecho de que tengo en claro que acaba de perder su virginidad y por lo que entiendo, es normal para ella sentirse algo adolorida —¿te duele algo? —pregunto tras unos minutos donde no escucho respuesta alguna.

—y-yo… —tartamudea con bochorno y puedo apostar que su rostro está a punto de estallar por el rubor.

Ruedo los ojos y me fastidio un poco por el nivel tan elevado de su apeno, luego me hago entender que es normal, si ella es tímida por cosas más pequeñas es entendible que al hablar de esto se sienta morir.

—después de todo, no debería humillarte responderme. —Abro los ojos y me alejo de ella para acostarme de espaldas a su lado.

—sí, me duele un poco —responde en un voz baja.

Volteo mi cabeza para atisbarla. Evelyn yace observando el techo como si fuera lo más interesante del mundo y sé que lo hace para no tener que mirarme. Me imagino que es lo que le molesta pero para incomodarla un poco más, ejerzo la siguiente cuestión:

— ¿Qué te duele? —pregunto, oprimiendo mis labios para no reírme por su vergüenza.

La rubia intenta buscar el cubrecama de la cómoda y al hallarlo, vuelve a acostarse con rapidez pero con el material cubriendo su cuerpo. Agh. Continua sin divisarme, luego voltea su rostro para verme, al darse cuenta de mi cara, hace un mohín.

— ¡James! —Chilla y no puedo aguantar la carcajada que quería salir desde hace minutos —sabes que me incomoda hablar de esto, estabas jugando conmigo —me riñe pero no puede posar un semblante molesto porque al verme reír, sus rasgos se relajan bruscamente.

Me siento sobre el colchón y me estiro para tomar el bóxer que dejé tirado en el piso.

—después de lo que acabamos de hacer, ¿te da…




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