Dulce inocencia #2

Capítulo 40. Contratiempos

Ok, antes de que se lancen a leer este desnalgue, les quiero avisar alguito…

Este capítulo es largo entonces les recomiendo que estén muy desocupadas para que lo puedan leer relajadamente.

Ya avisado eso, adelante, espero le guste.

James:

Una sensación de calor se esparce por todo mi cuerpo, es como si mi sangre se calentara para darle paso a una furia abominable. Siento como mis ojos arden para darle paso al tono característico de mi licantropía y gruño porque la sensación de molestia que percibo me estremece. Brayden y Evelyn se percatan de mi presencia ante el sonido que emití, el primer individuo palidece y se acobarda mientras que la rubia se levanta del desgastado mueble de dos piezas para mostrarse nerviosa.

No puedo controlarme, no puedo detener mis impulsos. Es demasiado lo que intento guardar para no dejar salir ni un poco. Es por ello que en cuestión de segundos sostengo a Brayden por su cuello con mi mano derecha, alzándolo y acercándolo a mi cara porque lo que realmente quiero hacer es desaparecerlo. Mi mano izquierda se aferra de su rostro y aprieto mi agarre, enterrando mis uñas en su piel a medida que el tiempo pasa.

— ¡James! —chilla la rubia, exaltada por lo que estoy haciendo.

Ajusto más el agarre en su cuello y aprieto mi mandíbula al percibir como las oleadas de ira no dejan de pasar. Su semblante se va enrojeciendo y al ver que no tengo intenciones de soltarlo, coloca sus manos sobre mis antebrazos para zafarse.

—Te dije que te alejaras de ella —mascullo entre dientes, sintiendo como mis ojos vuelven a arder para convertirse en unos totalmente ennegrecidos. Él se espanta de sobremanera y comienza a sacudirse bajo mi agarre — ¡ella es mía! —Bramo, zarandeándolo con cabreo — ¡¿Qué le hiciste?! —vocifero furioso, encajando con más fuerza mis uñas en su piel, ocasionando que él quiera gritar del dolor pero la falta de oxígeno se le impide.

Mi respiración es discontinua, mi pecho sube y baja con fiereza, alterado.

Siento las manos de Evelyn colocarse sobre mis brazos, haciendo fuerza para que lo suelte. Ella llora desconsoladamente, asustada, en pánico.

— ¡James! ¡Lo estas matando! —grita con desespero y es por ello que aflojo mi agarre en su cuello. Brayden toma una gran inhalación, como si hubiese estado ahogándose y al fin pudiera salir a la superficie por una bocanada de aire — ¡él no me hizo nada! ¡Me ayudó!

Al escucharla, frunzo el entrecejo al sentirme exasperado. Este nivel de rabia no lo había sentido. Suelto al chico y este cae de bruces al suelo, tosiendo con angustia. Abro mis labios para respirar con agite. Tenía tiempo que no permitía que esa parte llena de ira tomara poder de mi cuerpo, un poco más y pude asesinarlo. Cierro mis manos, convirtiéndolas en puños porque todavía estoy airado. La imagen de él posando sus labios sobre los de ella me retuerce el estómago y causa que el enojo no cese.

Aun con sus manos sobre mi brazo, la rubia me hala hacia ella para que la observe. Apenas la miro, se asusta un poco al ver el tono oscurecido de mis ojos pero procura relajarse. Aprieto mis labios al ver su rostro enrojecido y las lágrimas aun saliendo de sus parpados.

—Tranquilo… —musita, notando que el estrés en mi cuerpo todavía yace en un nivel elevado —estaba sentada en el mueble y sentía que en cualquier momento me desmayaría, tenía dolor de cabeza y nauseas pero tampoco tenía fuerzas para levantarme y ver qué pasaba —argumenta —de repente, Brayden llamó a mi puerta pero no pude contestarle y el simplemente se asomó por la ventana y me vio. Entró con rapidez y se dio cuenta que la cocina tenía dos hornillas pasadas, estaba respirando el monóxido de carbono inconscientemente y eso me estaba provocando el malestar.

El enojo desciende y la preocupación toma su lugar.

—rubia… —Suspiro entrecortadamente porque se lo peligroso que eso puede resultar —eso pudo matarte en cuestión de minutos. —Me acerco hacia ella e intento acunar su rostro pero me detengo al ver que mis dedos tienen sangre. Ella se da cuenta de ello pero lo pasa desapercibido.

—Si… —Se avergüenza —supongo que no me fijé bien y las dejé así. —Se encoge de hombros.

Mi ceño fruncido se acentúa porque esto es muy extraño.

No creo que haya sido su culpa.

Alguien intentó matarla…

Un quejido de Brayden me hace despertar de la burbuja que estaba creando con Evelyn. Me alejo de ella y observo al individuo. Escudriño su rostro y si, si no lo curo esas heridas se convertirán en cicatrices para toda la vida.

— ¿Qué tiene que ver lo que me contaste con el beso? —cuestiono en un tono ronco porque vuelvo a molestarme. Observo a Evelyn de soslayo — ¿acaso fue para agradecerle? —interrogo con ironía.

—No es culpa de ella —dice Brayden, llamando mi atención —yo… Estoy enamorado de ella —confiesa, ocasionando que sienta mi corazón oprimirse por la furia que siento hacia el —y no pude evitar hacerlo, lo siento. —Lo último lo pronuncia dirigiéndose hacia la rubia.

Quiero abalanzarme hacia él y terminar lo que inicié pero me detengo porque él le salvó la vida a mi compañera. Si Brayden no hubiese entrado, ella hubiera muerto. Me estremezco con tan solo pensarlo.

—Me alejaré de ella —admite con pesar, poniéndose cabizbajo.

Prosigue a levantarse con mi vista puesta en cada uno de sus movimientos. Suspiro y camino hacia la cocina para tomar un pequeño vaso de vidrio junto a un cuchillo. Evelyn jadea porque seguramente piensa algo que no es pero al ver que no atacaré a su “amigo” se relaja.

De un momento a otro, paso el cuchillo por mi palma, provocando que las personas que me rodean se exalten. La ranura que me hice comienza a llenarse de sangre así que coloco mi mano sobre el vaso y aprieto mi mano para que aquel líquido salga con más rapidez. Abro y veo como la herida comienza a sanar por si sola. Tomo el vaso y me encamino hacia Brayden.




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