Dulce inocencia #2

Capítulo 42. Uno por uno

James:

Unas suaves caricias siendo dejadas en mi cabello me desadormecen. Dichoso gesto ocasiona que mi cuerpo se sienta con una total tranquilidad mientras voy siendo consciente de lo que sucede a mi alrededor y de lo que, lastimosamente ha transcurrido. Abro mis parpados y caigo en cuenta de que yazgo en el suelo con mi cabeza sobre el regazo de mi hermana. Visualizo mi habitación y reparo en lo desastroso que luce gracias a mi errática estabilidad emocional.

Trago saliva cuando encuentro mi garganta seca y rasposa por todo lo que he gruñido. Tomo un suspiro el cual sale tembloroso a medida que siento mi pecho doler de una manera abrumadora. La piel de mi tórax quema, arde y me hace sentir afligido.

Me siento vulnerable e inestable…

Es como si caminara en una cuerda floja por encima de un precipicio y estuviera aterrado ante la idea de caer. El hecho de caer significa no ver a la rubia de nuevo, significa que la lastimarán, que la romperán, que la asesinarán y no, definitivamente no quiero resbalarme y hundirme en lo que representa ese abismo porque no puedo soportar ni ese tipo de pensamientos pasar por mi cabeza.

Mis ojos se cristalizan porque siento su miedo mezclado con el mío, percibo su pavor. Puedo imaginármela esperanzada de que vaya a buscarla, de que ya esté cerca de ella para rescatarla y sin embargo estoy aquí, tan débil que siento que no puedo levantarme. En mi mente aparecen aquellos azulados luceros los cuales son capaces de ser tan transparentes que puedes averiguar todo lo que está sintiendo en un preciso momento, me los imagino empañados de lastimas, demostrando lo nerviosa y confundida que está, recibiendo daño aun cuando mis errores no son su culpa.

Una pequeña lágrima se escapa de mi ojo izquierdo y aterriza en la piel de mi hermana, erizando su piel. Ella se mantiene en silencio, entendiendo que no es mi momento, que no quiero hablar, que no me siento bien. Inhalo fuertemente porque siento que el oxígeno no me llega, que no hace su trabajo correctamente…

Maldición.

La extraño, la extraño tanto y me quiebra sentir que la situación se escapa de mis manos luego de escuchar las advertencias de Leonard. ¿Cómo haré para recuperarla? ¿Cómo la sentiré de nuevo conmigo? Jamás había ansiado tenerla a mi lado como ahora, no valoré los momentos en que la tenía conmigo porque en este instante, siento que no aproveché lo suficiente.

Hago el esfuerzo de levantarme con brusquedad pero los dolores en mi cuerpo, la debilidad y el agarre de mi hermana me detienen, haciéndome volver a donde estaba. Siento como otra gota salada se desprende del lagrimal cuando observo a mi hermana y la veo contorsionar su rostro, haciendo una mueca adolorida con sus labios. Acuna mis rostros mientras sus ojos se cristalizan y enrojecen.

—La recuperaremos —musita entristecida —ten fe en ello.

Con sus manos temblorosas, limpia las lágrimas de mi piel y acaricia mis mejillas con tanto cariño que hace que mi corazón se sobrecoja. Amy siempre ha sido de este modo, incluso cuando pasa por momentos dificultosos y trágicos, es comprensible y detiene sus quejas para otro momento. Verla aquí, junto a mí, me hace aliviar porque luego de todos los contratiempos al menos pude ayudarla a ella.

— ¿y el teléfono? —cuestiono, preocupándome porque desde que vi que ahí mostraba un video en vivo de la rubia no lo solté y necesito saber que le están haciendo.

—No te lo daré —sentencia, inquietándome —eso es lo que el maldito asqueroso de Leonard quiere, desea verte acabado mental y emocionalmente por verla ahí pero lo que necesitamos es que estés en tus cabales para ayudarla —argumenta y tiene razón pero…

—Amy, necesito verla, yo…  

La presión en mi pecho aumenta.

—hace horas es lo que hiciste y pasó de todo menos que te lograras calmar —replica —Te desmayaste porque perdiste demasiada sangre por las heridas que te causó Benjamin pero al menos varias se te han cerrado, el rostro ya lo tienes sin un rasguño.

Asiento, analizando la situación. Sintiendo mi corazón estrujarse por el conjunto de emociones pesaras que percibo, me siento con lentitud al lado de mi hermana.

—puede que te sientas mareado y débil —comenta cuando me ve balancearme un poco de manera repentina.

—Y esto no se me pasará hasta que consuma de su sangre —digo, pasando la punta de la lengua por mí encía superior al sentir punzadas en ese lugar —eso no ayudará con la idea de estabilizarme.

Me levanto con lentitud para no trastabillar y caerme de bruces.

—papá vino hace rato —me hace saber a la vez que se levanta y se sacude el trasero —dijo que tiene algo así como una idea para comenzar a poner en marcha su rescate. —Sonríe emocionada.

—Tengo que ir a verlo —me propongo, dirigiéndome hacia el closet para buscar una camisa y colocármela.

Busco un par de zapatos y me calzo con ellos con desgano. El decaimiento me recuerda que no estoy en mis mejores condiciones y que si no hago las cosas con suavidad, podré decaer de nuevo.

—primeros tienes que comer e hidratarte —instruye, sonando más mandona que mamá —Axell estará en el centro de la manada, en la casa del alfa esperando por ti pero me dijo que no te dejara salir sin antes comer.

Asiento, saliendo de la habitación con cierta molestia porque ansío conseguir el celular y verla, anhelo darme cuenta de lo que le están haciendo porque cuando tenga a Leonard bajo mi agarre, lo haré pagar muy caro. Lamentará todo lo que está haciendo, me encargaré de eso.

Llego a la cocina y veo sobre el mesón un plato tapado, observo a Amy quien está a mi lado y se encoge de hombros.

—ya comí, te dejé el tuyo.

—gracias.

Me siento en uno de los bancos y destapo mi aperitivo para ver un gran pedazo de carne, pasta en salsa y pan con ajo. Wow. Mi hermana se sienta en el puesto delante de mí y se dedica a verme comer; sin embargo, está sumida en sus pensamientos.




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