Dulce inocencia #2

Extra 02

Evelyn:

Estoy sola.

Tengo miedo.

Y no sé que hacer.

Eso es lo que pasa por mi cabeza cada cinco segundos y es que, nunca me había sentido de esta forma tan inusual, potente y demandante. Lo que he hecho desde que desperté es dar vueltas por la casa de James como una loca. Esto realmente me hace perder el juicio. Mis ojos se cristalizan y mi piel vuelve a erizarse con fuerza, causándome un cosquilleo que me recorre de pies a cabeza. El escalofrío acelera aún más mi corazón y mi respiración se vuelve un desastre.

Quiero llorar.

Mi pecho se comprime y me hace sentir ahogada por unos segundos.

Voy a llorar.

El lazo que me une con James me hace sentir horrible porque no lo tengo cerca.

Estoy llorando.

Me siento sobre el colchón de la cama y percibo como las lagrimas se deslizan por mis mejillas hasta caer a mis desnudos muslos. Me siento temblorosa y pegajosa. Estos últimos días he estado transpirando más de lo usual, pero hoy, hoy todo se me salió de control, el autocontrol que nunca he tenido se me terminó de escapar de las manos.

Sabía que esta época es difícil. Es algo que siempre supuse porque desde hace años veía como la mayoría de la vida en el pueblo se detenía en esta temporada, cerraban las instituciones y notaba a menos personas recorrer las calles de la localidad; sin embargo, nunca comprendí el peso de la situación hasta que me tocó vivirlo.

Me avergüenza admitirlo, pero antes de caer en cuenta sobre la unión que comparto con mi compañero, me intrigaba muchísimo esta época y mucho más con James presente en mi vida.

Suspiro y poso la palma de mis manos sobre mi regazo al rememorarlo…

James definitivamente es hermoso, bellísimo, algo que no tiene palabras para ser descrito. Eso es algo que siempre he pensado y comentado infinidades de veces cuando estoy sola. Es imposible que él pase desapercibido, solo lo miras y ya sientes que te ilumina el día al ver tanta perfección junta. Además, es irónico, pero esas vibras sombrías que desprende cuando estás a su alrededor ocasionan que inconscientemente te llame más. Su seriedad, esa mirada helada que te deja tiesa en tu sitio es… No tengo palabras.

Esas características y otras mil más, son las que provocaron ese interés en mi sobre como sería estar con el de una forma comprometedora a una edad más corta. Aun cuando ni me miraba o al hacerlo era con desinterés, me imaginaba posando mi boca sobre la suya, sobre esos suaves y rosados labios que claman por ser besados. Me sonrojo de inmediato y el calor incrementa. Quería, yo quería que el acunara mi rostro con sus grandes manos y me besara de esa manera demandante como hacía con las demás. Soñaba con que me mirara diferente, que me notara, que supiera que yo estaba ahí, gritándole en mis sueños lo mucho que lo anhelaba.

Caigo de espaldas en la cama y me volteo, aovillándome y oliendo (gracias a mi alto grado de olfato) el aroma y la esencia de quien me vuelva loca. Tomo la sabana y lo acerco más a mí, cerrando los ojos en el proceso mientras el cosquilleo en la parte baja de mi vientre asciende y me hace remover.

Aun cuando mis ojos brillaban al verlo, él nunca dio hincapié a que mis sueños se cumplieran. Por lo tanto, solo me dedicaba a visualizarlo, llenándome de ensoñaciones y de lagrimas cuando me encontraba en mi habitación. Me gustaba tanto que su desdén causaba mis sollozos en plena madrugada. Es patético, lo sé, pero no podía evitarlo, era una sensación que incrementaba a medida de los años.

Me rio al recordar cuando el tiempo pasó velozmente y él llegó a tener dieciocho años de edad. Dios mío. La contextura de su cuerpo cambió, la malicia en su miraba incrementó y su físico me hacía babear, literalmente.

Mis pensamientos cambian drásticamente y me llevan a ese momento en que me besó por primera vez. De eso solo puedo decir que casi muero. Mi corazón latía tan rápido que pensé que me desmallaría y pasaría otra humillación más por ello. Mi piel ardía y me estremecía cuando tocaba mi piel o sentía su respiración sobre mí. James se ha robado todas mis primeras veces e independientemente de cómo hayan transcurrido, han sido perfectas para mí, tan arrebatadoras y abrasantes.

Mi situación actual solo hace que piense en este tipo de cosas con James y solo empeora mi estado, por lo que mis lagrimas vuelven a hacerse sentir. Mis manos se vuelven unos puños, apretujando la cobija blanquecina que sostengo. Me molesto y desespero. El debería estar aquí, conmigo, haciendo no sé qué, pero a mi lado que es lo importante. Frunzo mi ceño. Tenia que ser justo esta semana, justo estos días. Entiendo los asuntos que tiene que resolver en una manada lejana a esta, pero hubiese podido ir con él. Sin embargo, James no lo quiso así y se fue sin explicarme por qué.

Me acomodo mirando el techo, sintiendo mi pecho subir y bajar con agite. Mi frente se empaña de sudor y el palpito intenso de mi corazón es insoportable. En mi vida me había sentido tan acalorada. Percibo una incomoda humedad en mi intimidad la cual no deja de hacerse sentir con todo lo que puede. Jadeo y muerdo mi labio inferior cuando otro estremecimiento me arrebata el aliento. Cierro mis parpados y paso mis manos por ellos, intentando no pegar un grito. Me exaspera no poder oler su aroma, me inquieta de sobremanera no tener su tacto sobre mí.  

Ugh.

Encorvo mi espalda y muevo mis caderas, incomoda, estresada, agitada, caliente.

Siento mi piel hirviendo y cualquier toque me pone peor. Hago un mohín involuntariamente. Esto es horrible. Me retracto de las ganas que tenia de experimentarlo. Paso. Dejo las manos a los costados de mi cuerpo y volteo mi cara en dirección de la ventana. A través de ella entra una fría brisa que me hace cosquillear. Las estrellas que adornan el oscurecido cielo me hacen suspirar, visualizo los arboles y altos pinos moviéndose al son del viento. Me distraigo un poco, escuchando a lobos aullar a lo lejos y a algunos animales andar sobre las hojas secas que se ubican en el suelo.




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