PRESENTE
Sofia
Hace un mes que llegué a Nueva York. Me estoy quedando con Camilla, una chica que conocí en mi último viaje, que fue a Italia. Nos encontramos en las afueras de Roma, en un mercado agrícola, donde la ayudé a llevar sus cosas al auto porque estaba abrumada. Desde entonces nos hicimos amigas inseparables. Camilla es italiana de nacimiento y creció allí, pero decidió mudarse a Estados Unidos para estudiar administración de empresas, ya que tiene hermanos viviendo en Nueva York. Estaba de vacaciones en Roma, donde reside la mayor parte de su familia. Cuando hablamos de nuestros planes, me dijo que regresaría a Nueva York, así que decidí acompañarla, ya que esa era mi próxima parada.
—¿Ya decidiste si lo vas a hacer o no?— me pregunta Cami mientras estoy en la cocina probando una nueva receta que me enseñó una adorable señora en Sicilia.
—No lo sé, Cami. Es un evento importante y no estoy segura de si mis postres estarán a la altura—, digo mientras meto el postre en el horno. —Además, es el cumpleaños de tu hermano. No creo que quiera que cualquier persona haga sus postres—
—No digas tonterías, Sofía. Sabes que eres una de las mejores pasteleras en Nueva York— responde mientras se acerca y me apunta con el dedo. —Además, ya le hice probar tus postres a Santi y quedó fascinado— Me rodea los hombros con su brazo. —Él pidió que te encargaras, así que deja esa cara de preocupación y ponte a organizar qué postres vas a llevar, porque lo vas a hacer y no acepto un no por respuesta— Se separa de mí y me mira con una ceja levantada.
Ruedo los ojos. —Está bien, está bien, lo voy a hacer— digo mientras niego con la cabeza. Aunque no quiera admitirlo, cuando Cami se decide, es muy terca y no hay manera de cambiar su opinión.
— Esa es la actitud. Te amo— dice mientras me lanza un beso y sale de la cocina.
No puedo evitar soltar una risa mientras niego con la cabeza y comienzo a pensar en qué postres llevaré al evento.
Levanto la vista de mi cuaderno y me doy cuenta de que ya ha anochecido, así que decido calentar la comida que quedó del almuerzo.
— ¿Camila? ¿Dónde estás?— pregunto mientras camino hacia la sala.
— Me estoy bañando— responde gritando desde el baño.
— Está bien, cuando termines ven a cenar — le digo mientras me siento en el sillón a ver la televisión, esperando a Cami para cenar juntas. Mi mente vuelve al beso que compartí con ese hermoso extraño y no puedo dejar de lamentar no haberlo detenido para preguntarle su nombre.
Unos minutos después, Cami sale del baño con el cabello aún húmedo y se une a mí en la mesa. Comenzamos a cenar y mientras saboreamos la comida, le pregunto sobre su día.
— ¿Cómo estuvo tu día, Cami?— pregunto curiosa.
— Eh, estuvo bien— responde ella con un tono algo evasivo. — Fui a ver a mi hermano mayor —
— ¿Ah sí? ¿Cómo te fue?— Insisto.
Cami suspira antes de responder. — Bueno, más bien fui a exigirle que venga al cumpleaños de Santi. No le gusta mucho venir a eventos familiares, pero creo que logré convencerlo esta vez.—
Asiento con la cabeza, entendiendo la dinámica familiar de Cami. — Buen trabajo. Seguro Santi estará contento de tenerlo ahí—
Cami asiente con una sonrisa. — Espero que sí. A propósito, ¿qué has estado pensando sobre los postres para el evento? No quiero que te distraigas demasiado con desconocidos guapos— agrega con una mirada traviesa.
Río suavemente y le doy un leve empujón con el hombro. — Lo tengo bajo control. Pero gracias por recordármelo —
Terminamos la cena entre risas y planes para el próximo día.
Editado: 20.11.2024